jueves, 28 de agosto de 2008

Un actor y una ausencia, Miguel Cabrera Peña, Santiago de Chile

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, visitó recientemente Asunción, la capital paraguaya, entre el grupo de mandatarios y altos funcionarios de decenas de países que asistieron a la investidura presidencial del ex obispo Fernando Lugo, quien acabó con la hegemonía de 61 años del Partido Colorado.
El bolivariano desplegó durante esos días toda la capacidad actoral y la prepotencia de quien se sabe necesitado, sobre todo económicamente. Como conoce que su influencia parte de la energía que yace bajo territorio venezolano, firmó con Lugo un acuerdo para —según Chávez— garantizar "todo el petróleo que Paraguay necesita para su desarrollo".
Pronto el mandatario desveló otros objetivos políticos al rubricar con Lugo y el entonces designado ministro de Comunicación paraguayo, Augusto dos Santos, la integración del país a Telesur, el canal propagandístico al que pertenecen Venezuela, Cuba, Bolivia, Argentina, Uruguay, Ecuador y Nicaragua.
Si el amigo de Fidel Castro hubiera llegado hasta ahí, no hubiera habido escándalo. El hecho es que se atrevió a "sugerir" a Lugo que "democratizara" los medios de información. Por cierto, que en este tipo de sugerencia lo acompañó el mandatario ecuatoriano Rafael Correa, en tanto Evo Morales contaba a los medios paraguayos sus encontronazos con los informadores bolivianos.
De inmediato, la prensa paraguaya vinculó la sugerencia de Chávez con el cierre del canal televisivo RCTV en Caracas, sobre lo cual lanzaron preguntas que el jefe del Palacio de Miraflores no respondió.
Casi al mismo tiempo, su canciller, Nicolás Maduro, tildaba de "manipulador de la información" y de "mercenario de la mentira" a un reportero de la radio paraguaya Ñandutí, que le preguntó sobre la renovación de la licencia de RCTV.
Chávez, por su parte, calificaba de "reyes de la mentira" a un grupo de periodistas paraguayos que le recordaron haber sugerido a Lugo la "democratización" de los medios.
Aunque estas descalificaciones fueron reflejadas por la prensa paraguaya y tensionaron la visita, las agresiones de que fueron víctimas varios periodistas por guardias de seguridad de Chávez, obligaron a Augusto Dos Santos a ofrecer disculpas públicas a los informadores agredidos.
Para resumir estas acciones, quizá baste con lo que informó ABC Color, que se refiere a uno de los lugares donde se realizaron actos con la presencia de Chávez y Lugo: "En San Pedro de Ycuamandyyú (…) hombres y mujeres de prensa sufrieron todo tipo de insultos y golpes [por parte de la guardia personal de Chávez], al tratar de cumplir con su trabajo de informar".
'Violador y abusador'
Las estridentes alabanzas de Lugo a Fidel Castro —por intermedio del enviado de La Habana, el primer vicepresidente José Ramón Machado Ventura—, y los elogios a todo pulmón que la mayoría de los visitantes hicieron al ex obispo, no acallaron el eco que desató la ausencia en la capital paraguaya de otro connotado populista: el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
Versiones de la prensa paraguaya afirman que Ortega canceló su viaje a la investidura por la protesta de un grupo de líderes femeninas paraguayas, quienes calificaron al mandatario "de violador y abusador" de su hijastra Zoila América Narváez.
Gloria Rubín, ministra designada de la Mujer de Paraguay, y quien encabezó la protesta, firmó un comunicado que recuerda el escándalo de 1998, cuando la hijastra de Ortega, para entonces de 30 años, acusó a este de abusar sexualmente de ella.
Un artículo del escritor Mario Vargas Llosa, publicado en el diario español El País a la sazón, destacó que Ortega fue acusado de abusos deshonestos a su hijastra, a partir de los 11 años, y de violación sistemática desde que cumplió 15. En total, fueron casi 20 años de acoso y abuso, con la anuencia de su propia madre y de todo el aparato de seguridad sandinista, señaló Vargas Llosa.
Acompañado de muchas críticas, el caso fue archivado en 2001 porque un "juez local" entendió que el "delito había prescrito", recordó el Diario Las Américas.
El documento que firmó la ministra Rubín lo suscribieron además grupos de derechos humanos, asociaciones de mujeres, intelectuales, gremios profesionales y organizaciones no gubernamentales, que pidieron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos "se expida en tiempo prudencial ante este gravísimo caso de denegación de justicia contra la República de Nicaragua".
La esposa de Ortega, Rosario Murillo, madre biológica de Zoilamérica y vocera del gobierno, lanzó un duro ataque contra Rubín, pero agregó que el gobernante no viajó a Paraguay por desperfectos en un avión "rentado a Global Air". Sin embargo, el gobierno nicaragüense excusó a Ortega por "compromisos al interior del país".
En contrapartida a la comentada ausencia, quien sí llegó a la cita fue el poeta Ernesto Cardenal, ministro de Cultura durante el primer mandato de Ortega y hoy uno de sus principales detractores, indican expertos en la política nicaragüense.
Tomado de: Cubaencuentro

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