jueves, 29 de enero de 2009

GANAR EL NO RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL, Guillermo Fariñas Hernández.


Santa Clara, Villa Clara, enero 29 de 2009 (SDP) Uno de los principales objetivos del aparato de contrainteligencia es crear la desconfianza entre los opositores pacíficos, pues mientras se mantengan fraccionados, carecen de poder de convocatoria. Para los contrainteligentes del cuasi post-castrismo, exacerbar los sentimientos de suspicacia entre cubanos es todo un triunfo.

Dan resultado las lagunas de conocimientos dentro de los demócratas que a puro pecho enfrentan a una de las Policías Políticas más experimentadas del mundo.

Cuando un movimiento disidente se fragmenta, varios de sus miembros, otrora aliados, se convierten en críticos irreconciliables.

Si se trata de conciliar las partes en disputa, los precarios jueces de paz se ven ante insalvables sospechas de ambos bandos. Las de mayor recurrencia son aquellas donde ambas partes se acusan mutuamente de ser agentes de la Seguridad del Estado porque sólo ellos conocían de una actividad cívica abortada por la represiva.

Durante estas exposiciones alegatorias por tener la razón, se apoyan en el argumento de que separados de los demás oponentes, conversaron y se pusieron de acuerdo acerca de cómo llevar a cabo la acción pacifista de marras. Y después los oficiales de los órganos de contraespionaje vienen con todos los detalles que se parlamentaron.

Precisamente ahí es donde arde Troya. Se apresuran a atacarse mutuamente de ser espías al servicio del gobierno totalitario, debido a que de un modo simplón, creen ver en el compañero de ideas al solapado Judas Iscariote que colabora con doloroso doblez con quienes los reprimen.

Pero en el juego Inteligencia-Contrainteligencia, una de las reglas fundamentales es que nada de lo que se observa a simple vista es la auténtica realidad de lo que ocurre. En este tipo de dinámica entre agentes de cambio, el engaño como concepto práctico se sobredimensiona y potencializa.

Los pro demócratas enfrascados en una pelea de recelos y acusaciones no tienen en cuenta una variable fundamental en estos escabrosos menesteres que es la nombrada por la oficialidad espiadora “Técnica Aplicada”. Consiste en hacer uso y hasta abuso de modernísimos aditamentos de escucha, filmación y localización.

Un ejemplo lo tenemos en el filme norteamericano del género de espionaje y acción “El Recluta”. A un joven entrenado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) le muestran un micrófono microscópico. Este aditamento al contacto se introduce en la epidermis y funciona con la electricidad del propio cuerpo humano.

¿Acaso estarán a salvo aquellos que se acusan entre sí de no traer instalado un aparato como el descrito dentro de su organismo? ¿Cuál es la garantía de que el gobierno cubano no posea estos instrumentos tan sofisticados para escarbar respecto a sus rivales políticos?

Para mandar a comprar comida para su hambreado pueblo, los gobernantes cubanos seguramente no tendrán mucho dinero. Pero si por el contrario se trata de mantener a cualquier costo el poder político que detentan por más de 50 sangrientos años, a no dudarlo el monto financiero aparecerá.

El control social sobre la ciudadanía y la modernización de sus mecanismos de represión política, que son quienes garantizan la estabilidad de la nomenclatura al frente del estado totalitario, hacen posible que un país subdesarrollado y pobre como Cuba cuente con equipamiento de espionaje similar al de las grandes potencias.

Ese aparato policial sobredimensionado del castrismo tiene la tarea de atomizar a los grupos disidentes. Con la dispersión entre sus adversarios se obtiene algo vital: ganar un día más en el disputado escenario político de la isla y el no reconocimiento internacional de la oposición pacífica y pública.
primaveradigital@gmail.com

No hay comentarios: