jueves, 3 de septiembre de 2009

EL HOLOCAUSTO CUBANO, Hildebrando Chaviano Montes


El Vedado, La Habana, 3 de septiembre de 2009, (SDP) El odio no construye, por eso hay que creer en el amor, la paz y la libertad, pero es alarmante ver y oír a personas bien intencionadas –o no tan bien intencionadas- que no se explican por qué hay cubanos en el exilio y en Cuba, que tienen tanto odio al régimen castro- comunista y a sus amigos y cómplices. Ojalá, por el bien de la patria, que un día no sea así, pero antes tienen que sanar las heridas que Castro abrió y no permite que cierren.

Durante 50 años, este gobierno ha provocado, estimulado y engendrado el odio hacia los norteamericanos y de unos cubanos contra otros. Este régimen desde el principio se alimentó del odio de los pobres contra la burguesía, de los demócratas contra los comunistas y viceversa, de los no creyentes contra los religiosos, y de los que se quedaban contra los que se iban. Ha fusilado, encarcelado y desterrado a miles de cubanos; otros miles han desaparecido en el Estrecho de La Florida al pretender huir de la esclavitud y muchas familias han quedado divididas sin haber emigrado. El odio es uno de los cuatro soportes fundamentales del gobierno de Fidel Castro, junto con la mentira, el miedo y el crimen.

Cuando me refiero al gobierno de Fidel Castro y no al de su hermano, me baso en el artículo 5 de la Constitución de la República de Cuba, el cual transcribo: -¨El Partido Comunista de Cuba, martiano (¿?) y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado,…¨. Dado que el Primer Secretario del PCC es todavía el mismo, el gobierno sigue en sus manos.

Este es el mismo régimen que confiscó propiedades sin indemnizar a los dueños, robó hasta los anillos de compromiso a los que emigraban en los años 60, los obligó a trabajos forzados sólo por ser emigrantes, separó a las familias hasta que en definitiva podían salir del país del que eran echados.

Los castristas hostigaban y apaleaban a los que se reunían a la entrada de la antigua embajada norteamericana para realizar los trámites migratorios. Golpearon también a aquellos que se iban cuando los sucesos de la Embajada del Perú y el posterior éxodo masivo por el puerto del Mariel. Les tiraron huevos, fueron apedreados, escupidos y ofendidos de todas las formas posibles. Les ensuciaban las puertas y fachadas de las casas –sin percatarse de que las casas no se iban- y les cortaban la electricidad.

Este gobierno reprimió con saña a los campesinos del Escambray que apoyaban a los guerrilleros alzados en la zona y los deportaron a lugares como el poblado de Sandino en la provincia de Pinar del Río, con lo que se repitió la triste y célebre reconcentración de Valeriano Weyler en el siglo XIX.

La organización Hermanos al Rescate se encargó de que no se perdieran tantas vidas en el mar, y en represalia, la aviación del gobierno cubano derribó dos avionetas civiles en aguas internacionales del Estrecho de La Florida, hecho cuya responsabilidad asumió personalmente el gobernante cubano porque “lo tenían cansado.”

Por orden de este mismo gobernante, fue hundido frente a la bahía de La Habana el remolcador ¨13 de Marzo¨, acción en la que murieron ahogados niños, mujeres y hombres por el ¨delito¨ de querer huir del infierno.

En el año 2003 fueron ejecutados de forma sumaria tres jóvenes negros a escasos días de haber secuestrado una embarcación con la que pretendían abandonar el país. Otros miembros del grupo fueron condenados a prisión perpetua y a treinta años de privación de libertad. En ese propio año 2003, sólo por pensar y expresarse con voz propia, se sumaron 75 cubanos a los miles que han pasado por las cárceles del régimen en estos 50 años.

La gente del exilio ha estado presa, le han fusilado seres queridos; familiares y amigos han desaparecido en el mar, a otros no los han podido ver por décadas. Son cubanos que fueron expulsados de su país; ¿Recuerdan? -¨…que se vayan, no los queremos, no los necesitamos…¨.

Si el exilio cubano estuviera compuesto por Pablos de Tarso, Franciscos de Asís y Teresas de Calcuta, quizás no habría odio, pero no es así, son hombres y mujeres que han sufrido, sufren y odian, porque el daño ha sido mucho y por demasiado tiempo.

Hace tiempo oí un cuento en que un gladiador en el circo romano era enterrado hasta el cuello en la arena. Soltaron un león y, en un descuido de la fiera, el gladiador lo mordió; el público protestó enardecido: ¨ ¡Tramposo, a mordidas no se vale!¨

A pesar de todo, unos dicen que no hemos acabado con la dictadura por indolentes, flojos y colaboracionistas; en tanto otros acusan a la oposición de que sus planteamientos son coincidentes con los de los gobiernos norteamericanos y los cubanos del exilio, y que esto los invalida. Entre tirios y troyanos, la represión continúa.

Para los que critican a exiliados por romper algunos discos del cantante colombiano Juanes, es más importante la música que los balseros desaparecidos o las golpizas y encarcelamiento a los opositores pacíficos, o que cada vez sean más los cubanos que buscan restos de alimentos en los contenedores de basura. Contra esto nunca han alzado sus voces conciliadoras, y no me vengan con aquello de no ligar el arte con la política, porque esa ligazón la inventaron los comunistas.

El exilio cubano no es el resultado de un proceso migratorio natural, los emigrantes cubanos son desterrados; es una diáspora provocada por la falta de libertades civiles y políticas. Aunque muchos de nuestros hermanos del exilio no se den cuenta o no quieran reconocerlo, todos son emigrantes políticos condenados al destierro definitivo.

Escribió el Apóstol: -¨El amor, madre, a la patria, no es el amor ridículo a la tierra que pisan nuestras plantas, es el odio infinito a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca¨. Aún Jesús de Nazaret expulsó a los mercaderes del templo poseído de ira santa. No hay derecho a criticar a los cubanos del exilio por romper simbólicamente unos discos, sufren el desarraigo impuesto y merecen respeto si han escogido esa forma para expresarse.

A Juanes, que conozca mejor a los cubanos de las dos orillas y quizás cuando venga, el concierto por la paz sea un concierto por la libertad, sin rejuegos semánticos. El problema no es entre los cubanos de aquí y los de allá, o entre Cuba y los Estados Unidos, el verdadero problema a resolver es entre los cubanos de todas partes y el castro-comunismo que nos asfixia.

En Cuba nunca han faltado los buenos músicos; amamos la música y la paz, pero también la libertad.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
http://hchaviano5.blogspot.com/





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