jueves, 3 de septiembre de 2009

EL UNIFORME ESCOLAR, Richard Roselló



La Habana, septiembre 3 de 2009 (SDP) Cuatro días en una cola, bajo un intenso sol y calor, en medio del dime que te diré. Desasosiego entre la multitud de personas que estallan de rabia… Hacen cola para adquirir el uniforme escolar de sus hijos a una semana de iniciarse las clases. Es otro de los problemas con que se inicia el curso escolar 2009-2010.

Se trata de un simple y sencillo uniforme: una blusa y saya short para las hembras y camisa y pantalón de varones de décimo grado. Ellos integrarán los nuevos preuniversitarios en la ciudad. Por el momento, los estudiantes de 11 y 12 grado seguirán el Pre en el campo.

¿Por qué el problema de los uniformes? Es la pregunta que todos se hacen ¿Por qué se repite algo que trató de corregirse en años anteriores? Se supone que deben abrirse puertas y no cerrarse para casos tan sencillos como los uniformes escolares.

El caos cunde en todos los municipios de la capital. Hay tumultos de personas que tratan de comprar el único uniforme que llevarán los estudiantes por dos años.

El cuello de botella, las aglomeraciones desde horas muy tempranas en la mañana se hacen multitudinarias a la caída de la tarde. Hay desmayos, personas con fatiga, diabéticos que sufren hipoglicemias. Los insultos y empujones no cesan.

“Llevo tres días en esta cola. Seis veces se ha roto el orden”, decía una madre frustrada en una tienda abarrotada de gente en Mantilla, Arroyo Naranjo, para comprar un uniforme para el hijo.

No es la única. Las colas se hacen bajo el intenso sol, sin ninguna protección.

“Todo indica que hoy tampoco podré comprar el uniforme”, señala una abuela en una tienda del municipio Plaza de la Revolución, en la capital.

El precio estatal de un uniforme escolar de estudiantes de preuniversitario no excede los diez pesos. Cuestan dos pesos los de primaria. Pero adquirirlos es un reto. Puede demorar largas horas y días. Se trata de una carrera donde los compradores se desgastan en medio del desorden y la indiferencia estatal incapaz de resolver un simple suceso de venta.

Otro obstáculo con que los padres y familiares enfrentan son las tallas grandes, no acordes a las de los estudiantes. “Hay que hacer milagros, buscar una costurera para que desarme y arme el uniforme de acuerdo al tamaño de cada cual”, especifica una trabajadora que tiene que ajustar las tallas de sus tres hijos, luego de pagar una alta suma de dinero por el nuevo diseño.

“Es abusivo lo que ocurre. A nadie le importa lo que aquí pasa”, destaca una joven muy disgustada frente a una tienda de la calle 25 y 34, del municipio Playa.

Dos tiendas habilitadas por municipios donde pudieran existir muchas otras opciones indican una clara evidencia de la ley del embudo impuesta por quienes tienen la responsabilidad de repartir los uniformes.

La lógica indica que con la ampliación de comercios de servicios para la distribución de los uniformes en venta a la población facilitarían disponer de unas mercancías sin mayores contratiempos para el cliente. Sin embargo, sabemos sin equivocaciones que el cliente en Cuba nunca tiene la razón.

1 comentario:

mis andadas dijo...

bueno no pude evitar desesperarme al leer tu carta, y me pregunto desde mi mas sincera ignorancia...por que no pueden ir sin uniforme? puedo imaginarlo pero mi mente no lo comprende del todo, te acompaño en tu sentimiento de ¿impotencia tal vez? No quiero imaginar si el estado no resuelve algo tan sencillo como una venta de uniformes...como será el resto?
natalia, tierra del fuego, argentina