jueves, 29 de noviembre de 2007

Negros problemas, Luis Cino


Hasta hace unos años, nadie lo discutía. En Cuba, la discriminación racial había sido eliminada por decreto. De un plumazo. Era otro logro de la revolución. Aquí el racismo no era un problema. En ese aspecto, estábamos en paz con nuestra conciencias, especialmente si éramos blancos o lo parecíamos.

Parece que no era exactamente así. El problema no estaba del todo resuelto. Sólo lo habían ocultado bajo la cama. Donde mismo estaban los cadáveres inquietos de los casi tres mil negros masacrados en “la guerrita racista” de 1912, las abolidas Sociedades de Color y las calumnias contra paleros y abakuás (las de la burguesía tanto como las que publicaba la revista “El Militante Comunista”).

Ahora que estamos a punto de hacer limpieza general, algunas escobas indiscretas comienzan a regar el polvo por toda la casa. Amenaza traer lodos.

Se vuelve a hablar de racismo. De poco valió eludir el tema durante tantos años. Está saliendo a flote en el peor momento posible. Sucede que el conflicto racial sería otra trampa mortal en el campo minado que nos separa de la democracia.

El año pasado, el veterano luchador por los derechos civiles de los afro americanos, James Meredith, afirmó durante una video conferencia con un grupo de activistas pro democracia cubanos, que si cien mil negros salen a las calles habaneras a manifestarse por sus derechos, la dictadura caería.

La Habana no es Birmingham, Montgomery o Soweto. Si se lanzara a protestar a la calle esa cantidad de cubanos, sin importar de qué raza fueran, el régimen caería también.

En la lucha por el cambio democrático no hay por que establecer artificiales separaciones por el color de la piel. Dividir a los opositores cubanos en blancos y negros sería un costoso y absurdo error. Reconocer que existen rasgos de discriminación racial en la sociedad cubana actual no puede significar apagar un fuego con petróleo.

No es un secreto para ningún cubano. Faltan negros en las corporaciones, el gobierno y la televisión. Para recaudar los dólares y euros del turismo, el folklore, la salsa y la santería son más rentables si tienen rostros mulatos.

Según las insólitas cifras del último censo, el 64,8 % de los cubanos son blancos. En realidad, la mayoría son mulatos, pero sólo admiten serlo los que tienen pronunciados rasgos negroides. Los demás, “pasan por blancos”. Su identidad racial neutralizada niega y a la vez confirma el racismo. Después de todo, ¿hay algo malo en que casi todos seamos mulatos?

Así, los negros son mayoría sólo en el deporte, los solares de Centro Habana y las 200 cárceles diseminadas por la isla.

Los prejuicios raciales estaban más arraigados de lo que estábamos dispuestos a admitir. Prendidos como una mala hierba. Conviviendo con nosotros en forma de chistes o estereotipos acuñados desde la colonia.

Pero sería desmesurado decir que en Cuba hay un racismo institucional. En su lugar, lo que hay es un aberrante círculo vicioso. Los más desfavorecidos recurren a estrategias marginales de supervivencia que son reprimidas por una policía que sigue empeñada en vincular el delito con el color de la piel.

Apuntar el problema negro en despistadas agendas políticas sólo contribuye a complicar las cosas.

Igual se pudiera hablar de un problema oriental, que los negros no son los únicos discriminados en Cuba. ¿No han escuchado a algunos culpar a los orientales de todos los males de La Habana?

Los problemas existen. También el problema negro. Enterrar la cabeza en la arena y negarlo, no es la solución. Tampoco agigantar fantasmas. La democracia y un estado de derecho siguen siendo los mejores remedios conocidos para problemas de cualquier color. El antídoto universal contra todo tipo de ponzoñas.

Ya se anuncian (lo dice la cartelera de desastres) conflictos raciales y regionales. Por suerte, a nadie se le ha ocurrido todavía crear un partido fundamentalista islámico. Con la manía que hemos adquirido de complicar todavía más el camino a la democracia, estamos a punto de inventarnos problemas para mañana y pasado mañana. Sólo por tener en que entretenernos cuando ya no haya más una dictadura que nos ocupe.

Fin, Arroyo Naranjo, 2007-11-22

luicino2004@yahoo.com

Un viejo chisme, Luís Cino


Hace un tiempo, un viejo chisme echó a rodar: el dinero de los contribuyentes norteamericanos para la causa de la democracia en Cuba, según una investigación federal estaba siendo indebidamente utilizado.

Se originó a partir de reportajes de dos periodistas del Miami Herald. Enseguida lo magnificaron las comadres roñosas del Granma y los servicios informativos de la Televisión Cubana.

Durante varios días, destilaron baba venenosa. Mezclaron en enrevesados trabalenguas a grupos fundamentalistas de Miami (?) con latas de cangrejo (fea costumbre que tienen de obsesionarse con animales que caminan para atrás). Así arrancó otra campaña de calumnias contra el exilio, “la mafia anexionista de Miami”, como la llaman ellos.

No me canso de repetirlo: los métodos del Departamento 21 del G-2 se aplican no sólo en Lawton y Sibanicú, sino también en Miami. Lo mismo acusan a un disidente sordomudo de robarse una olla arrocera, que confiscan un memo-flash a un periodista independiente, organizan un mitin de repudio o echan a rodar una bola de inmundicia en Miami.

¡Allá los ingenuos que quieren seguir creyendo que el brazo de la Seguridad del Estado no los sigue en el exilio¡

En aquel momento, algunos tontos útiles y los que en Miami se quieren dejar embaucar, se agruparon en los Herald, el Nuevo y el viejo, hoy quedan algunos de este tipo.

Escriben necedades para el provecho de la dictadura. En inglés y en español. Lo hacen en esperanto si es preciso. Basta que les paguen, les convenga o se lo orienten. O simplemente no tengan en que entretenerse. Vaya usted a saber.

En la radio no se quedan atrás. Por si no bastaran Francisco Aruca y Max Lesnik, también hay un misterioso Duende cuyo hechizo tiene el tufo de la guerrera verde olivo. Si a todos ellos, del otro lado del dial, sumamos los arranca pescuezos revanchistas que piden tres días de licencia para matar comunistas, tendremos el guión adecuado. Adivine a quien le convienen el miedo y la cortina de humo.

O estoy paranoico o a cada rato, los Heraldos le hacen el corito al tumbao de la dictadura. Primero fue la purga de periodistas en el Nuevo Herald. Luego, dos reporteros del otro Herald, émulos de Woodward y Berstein pero sin tema para la crónica, se encargaron de decidir que necesitan o no los disidentes y las familias de los presos políticos.

Hicieron sorprendentes análisis climatológicos tales como que en Cuba no hay frío y por tanto no hacen falta abrigos. Ellos nunca han estado en enero o febrero en Aguada de Pasajeros, Bainoa o Indio Hatuey, pero hablan desde el confort de sus casas climatizadas.

Tienen algún tipo de trauma con las ruedas. Se oponen a que se envíen bicicletas a Cuba. Tampoco sillas de ruedas a los enfermos ni maletines rodantes para las visitas a las cárceles.

Expertos en sicología infantil determinaron que es nocivo que los hijos de los presos políticos reciban juguetes o tomen chocolate. No importa que sus familias, que apenas tienen para comer, no tengan dinero para comprar juguetes en las tiendas por divisas convertibles.

En aquella ocasión, el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba estuvo muy ocupado detallando, con la torpeza del ciego y sordo que quiere ser chismoso, el destino de la ayuda de las organizaciones del exilio a la disidencia interna.

En todo se inmiscuyeron. Todo les interesó. Hasta una sierra de motor que compró Juan Carlos Acosta para podar las ramas de un árbol caído que bloqueó el acceso a las oficinas de Acción Democrática. Los mandarines hubieran resuelto el problema a machetazos con una cuadrilla de presos comunes. No cortando el árbol, sino a Acosta y los demás activistas. En tronchos, para que no molesten más.

En incorruptible y escrupuloso arqueo, los turiferarios de Granma, aliados a los funcionarios federales, exigieron saber que se hizo con cada centavo.

Fue la oportunidad de echar lodo sobre las organizaciones del exilio más activas en practicar la solidaridad con los opositores dentro de la isla. Se la debían al régimen y con la complicidad de ciertos “mareados” y de la prensa liberal americana, se les quiso pasar la cuenta.

La polémica y la campañita, fueron deprimentes y ridículas. Tal vez necesitó ser explicada en inglés en Wyoming o Montana, no en Cuba. Aquí todos sabemos la importancia de una ayuda. Desde una píldora hasta un juguete para un niño.

Inexplicablemente, aún quedan en Miami y otros sitios del mundo cubanos que beben la Coca-Cola del olvido y siguen sin entender por qué es importante la ayuda. El periódico Granma nunca lo explicará.

Arroyo Naranjo, 28/11/2007

luicino2004@yahoo.com

Los muertos de mi felicidad, Juan González Febles

Mijail Gorbachov, en uno de los últimos informes que rindió al Partido Comunista de la Unión Soviética, se refirió a lo que en su opinión fue el mayor costo del estalinismo. Este costo según Gorbachov, estuvo dado en las inteligencias malogradas y las vidas rotas, más que en los asesinados, desterrados o desaparecidos.

Como el estalinismo a Rusia, el castrismo impuso a Cuba un impresionante costo en vidas rotas. El inventario de las inteligencias y los talentos malogrados, desgracias a la revolución de Castro, no va a la saga a la pesadilla eslava de Stalin.

Nelson Rodríguez Leyva, nació en 1943 en la antigua provincia de Las Villas. En 1971 murió fusilado en los fosos de La Cabaña. El mismo de las Ferias Internacionales del Libro de La Habana. En 1964, sólo siete años antes, en Ediciones R que dirigía a la sazón Virgilio Piñera, publicó su único libro de relatos cortos, titulado El Regalo.

Los 24 cuentos que componen la entrega, son expresión palpable de lo que prometía como creador. Por momentos, están recorridos por la influencia de la cuentística norteamericana, aunque se impuso el aliento alucinante de la obra de Kafka y el magisterio de su amigo y mentor Virgilio Piñera.

Son breves, simbólicos y elípticos. La mayoría realiza la parábola perfecta del comienzo adecuado y el cierre que convence.

En otro orden de cosas, quizás hayan sido pioneros de actuales cubanerías literarias. Eso a que hoy llaman de forma pretensiosa, “descontextualización pos modernista”.

Nelson, con otras perspectivas y seguro sin pretensiones elitistas, quiso como todo creador, anotar su gol y burlar la censura. No olvidar que tres años antes, en 1961, Castro –pistola en mesa- anunció las llamadas “Palabras a los intelectuales”. A tenor de esto, sus cuentos aluden simbólicamente, pero nunca señalan de forma explícita.

El primero y que da nombre a la entrega, El Regalo, consigue la magia de una narración sugerente que nos alerta: ¡Cuidado con lo que pides, puede serte concedido! El simbolismo de la bicicleta fue premonitorio. Los creadores artísticos de aquella época, que soñaron una revolución y ciertamente la tuvieron. Conocieron lo que representa ser devorado por un sueño, a partir de que este deviene pesadilla.

Nelson entregó su obra de estreno a los 21 años. Nació con el don de los buenos narradores, pero tuvo poco tiempo para madurar. No le fue dado decantar un oficio por maduración. El resto de la muestra, nos pone frente a temáticas que el realismo socialista que se impondría más adelante, satanizaría de forma indefectible.

Por esos misterios de la creación, el último relato, La casa, fue otro de esos relatos premonitorios que aportan el cierre perfecto para el libro y deja percibir el aliento de su mentor literario, Virgilio Piñera. La casa anuncia la pesadilla que vivimos y a la que Piñera vislumbró cuando expresó que tenía mucho miedo.

Como el relato de Nelson, hoy Cuba, la casa mayor, construye y construye planes y escaleras sin sentido que no conducen a parte alguna. Se marcha y se construye en un círculo sin fin. Cercados por toda clase de muros y por la falta de alimentos prevista por Nelson; así llegamos al futuro.

“Almanaques”, habla de aislamientos y diferencias. Mientras, se nos escapa la recompensa gratificante de vivir plenamente la etapa de juventud. Ante tal imposibilidad, el protagonista del relato se venga no envejeciendo. Al final perece y termina en un “cul de sac”, inevitable.

La entrega del joven escritor fusilado por los fusiles de la dictadura estalinista de Fidel Castro, pudiera ser un alerta y lo es de hecho. Sus cuentos son redondos, breves y tan fantásticos como amanecer en Cuba. No fuimos cuidadosos con nuestros deseos, nos perdimos en el tiempo y marchamos por marchar sin conocer exactamente hacia donde nos dirigimos.

Nelson y las vidas rotas de pintores, soñadores y artistas sacrificados por nada y para nada, son los muertos que cuentan. Son los muertos de mi felicidad y de la felicidad que se sueña en silencio y que algunos se llevan maltrecha, por muchos caminos de este mundo.

Que el lector recorra avisado el alerta que este artista cubano nos dejó en 1964 a sus 21 años. Siete años después estaría fusilado. La visión alucinada sobre su presente nos alcanzó a todos en un futuro que llegó y se niega a crecer y ser pasado.

Lawton, 2007-04-21

Dos Santos tiene el remedio, Odelin Alfonso Torna


Como campanadas de iglesias llegó el llamado para los veteranos del “internacionalismo proletario”. La Republica Popular de Angola será el escenario de una nueva epopeya. En esta oportunidad los fieles no tendrán que colgarse el fusil al hombro y encarar como guerreros los conflictos entre el MPLA y la UNITA.

La buena nueva no pudo llegar en mejor momento para los que cumplieron su misión hace más de 17 años en tierra angoleña. La apremiante tarea está a cargo de los comités militares municipales. Prevén el reclutamiento de un contingente de obreros y especialistas en la construcción, futuros protagonistas de obras sociales en Cabinda.

Francisco, mi vecino, esta interesado en el nuevo llamado. Es ejecutor de obras y trabajó como montador en la hoy paralizada ampliación de la Antillana de Acero. Cumplió misión internacionalista en Angola y Argelia. Dice ser un revolucionario que sabe sobrevivir a los tiempos difíciles. Hace nueve años que está desvinculado del Estado y trabaja como plomero, albañil o lo que aparezca.

Francisco es un hombre conservador, leal a sus principios y a su familia. Prefiere trabajar en cualquier lugar del mundo sin abandonar su tierra natal, aunque como el dice, “aquí en Cuba, no me da la cuenta”.

Mercedes es una ingeniera civil con una basta hoja de servicio cumplido en Nicaragua. Aspira a ser aceptada en el proyecto cubano-angoleño. Fuera de su horario laboral, vende pastelillos y medallones de jamón y queso. Con los pesitos extras, fruto de la venta ilegal, mantiene a sus dos hijos que cursan estudios en la universidad.

Ambos vecinos no lo pensaron dos veces. Piensan que puede ser el remedio de sus vicisitudes. Ante el llamado de la patria se alistaron en la nueva “misión”, que tiene como destino Cabinda, región administrativa angoleña enclavada en el Congo.

Según comentan mis aspirantes vecinos, el pago por sus servicios en Angola, será de 60 pesos convertibles (cuc) al mes. Deben someterse a una verificación exhaustiva. Nada de conductas deplorables ni antecedentes penales.

Sospecho que detrás de esta fachada de cooperación, el Estado Cubano, como lo viene haciendo en Venezuela, sacará su mejor tajada. Los bosques tropicales de Cabinda proporcionan cientos de toneladas de madera al año y sus costas en el Atlántico son ricas en reservas petroleras.

No creo que angoleños y congoleses se tomen el trabajo de edificar su sociedad por 60 ó 80 dòlares al mes. Para ellos, es preferible seguir viviendo en quimbos y vender sus productos en la candonga.

El remedio para los reclutados se llama José Eduardo Dos Santos, presidente de Angola. Quizás, en su visita oficial a la isla, estimara la propuesta de un contingente de constructores como primer orden en su agenda de trabajo.

Cuando se trata de misiones humanitarias al servicio de una nación hermana, les aseguro, que no hay quien nos ponga un pie encima. En cuanto al riesgo de las deserciones, está en sintonía con la cooperación y es tan proporcional como el crecimiento de la población penal en Cuba. Debemos tener en cuenta que nuestro capital humano, esta dispuesto a exilarse, lo mismo en New York, Cabinda, o en Burundi.

En lo que Francisco y Mercedes esperan por la respuesta del alto mando, cientos de internacionalistas se aprestan a alistarse para la nueva epopeya.

Los que repiten su experiencia en África, serán bienvenidos por partida doble. No estará recibiéndolos el General Leopoldo Cintras Frías para embarcarlos en una caravana que se dirija hacia el frente de batalla.

Ahí estará el ex Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), ahora embajador de Angola, Pedro Ross Leal. Los recibirá con las manos abiertas y los exhortará a cumplir la norma por 60 ó 40 cuc, da igual.

Y si los chavitos no llegan por trabas en los mecanismos de pago, Dos Santos y Ross tienen el remedio. Recuerden que la medalla de proeza laboral, no tiene precio.

Arroyo Naranjo, 2007-10-01

odelinalfonso@yahoo.com

Un año muy interesante, Juan González Febles


Para muchos en la Isla, desde ambos extremos de la cuerda política, 2008 será año de acontecimientos. Quizás lo principal será la comprensión cabal del hecho de que Fidel Castro aun no está muerto.

Esto puede incidir para que muchas cosas deseadas ardientemente, simplemente no sucedan. También para que aumente la probabilidad de que sucedan otras inesperadas o francamente aborrecidas por todos.

El año 2008 quizás vea el desenlace de muchas pugnas y la solución de viejas tensiones políticas y sociales no resueltas. Que sea para bien de todos, está por ver, pero que se romperá el impasse, es altamente probable.

El sueño mesiánico de Fidel Castro está amenazado. Lo está por diversos factores internos. Lo amenaza una Oposición interna y todo un entramado emergente de Sociedad Civil y pensamiento contestatario variopinto.

El desafío se mueve desde factores controlados por el estado como Soledad Cruz, Pedro Campos Santos, Celia Hart, Desiderio Navarro y otros, hasta generales, empresarios y demás miembros de la nomenklatura. Súmese a esto, un creciente número de creadores, profesionales y ciudadanos de todas las coloraturas ansiosos de cambio. Con un peso específico menor dentro de la Isla, pero con reales potencialidades económicas, ahí están los exilios cubanos de este mundo.

La solución bolivariana en Cuba sufre desgaste y una crisis de credibilidad creciente. Hoy por hoy, ciertamente el enemigo mayor del mesianismo de Fidel Castro no está entre los que padecen en las cárceles o viven aferrados a su aprensión y a su peligro, mientras hacen oposición. Son otros los enemigos con reales posibilidades y Fidel Castro, lo sabe.

La obra de Fidel Castro hace aguas de igual forma ante una opción china o vietnamita, que ante una transición democrática radical. Sucede que los que más cerca están de lograr el ansiado naufragio, no son los opositores frontales de este régimen, sino los moderados o reformistas de dentro, con lugar e influencias dentro del gobierno.

Cabe esperar que si Castro (Fidel) no muere convenientemente, en el momento y lugar adecuado, habrá movidas interesantes y quizás hasta una inevitable efusión de sangre. No veo otra forma para consolidar el poder de los ciertamente impopulares seguidores de Fidel Castro y de su discípulo amado de Venezuela en Cuba.

En la actualidad el laborantismo de la oposición interna alcanza cotas insospechadas un tiempo atrás. Iniciativas ciudadanas dirigidas a modificar la Ley Electoral, a lograr la reapertura de una universidad católica o a conseguir el retiro definitivo de Fidel Castro se conjugan unas con otras. Se percibe un ascenso de la participación ciudadana, desusada en el ambiente político cubano.

Quizás estemos abocados a otro proceso político de corte estalinista. Es posible que el único camino viable para lograr una precaria aceptación a la ‘Confederación con la Venezuela chavista’, sea una purga sangrienta entre la élite de poder cubana.
Lo cierto es, que la concreción del pensamiento político de Fidel Castro está en veremos. Esta variable cuenta con escasa popularidad.

El último incidente en la pasada Cumbre Iberoamericana, que involucró al presidente español, José Luís Rodríguez Zapatero, a su majestad española Juan Carlos I de Borbón y al mandatario venezolano, Hugo Chávez, marca una pauta muy negativa. Una Confederación entre ambos países, Venezuela y Cuba nacería lastrada por el creciente desgaste de sus figuras políticas promoventes, que ya apestan. El más reciente proceso electoral dice mucho entre líneas sobre este particular.

Un análisis fundamentado sobre esta situación fue facilitado por el antiguo equipo de realización de la Revista Vitral. La revista continuó con sus entregas a despecho de que anunció el cierre de sus puertas en abril de 2007, por mandato de la alta jerarquía eclesiástica. Esta alegó falta de fondos en aquel momento. El miembro del equipo que la hizo posible, en pausa sabática hasta el próximo abril de 2008, preparó este análisis. La autoría corresponde a la prof. Irene A. Jerez.

Del mismo se desprende que más del 10% de los cubanos con derecho al voto, han mantenido el valor de disentir de alguna forma. De acuerdo a esta cifra, más de 800 000 votantes, se pronunciaron de esta forma.

Los territorios más destacados por su disentimiento (oposición) fueron en orden: Isla de la Juventud (14,49%), Ciudad de La Habana (14, 25%), Holguín (12, 02%), Pinar del Río (11, 30%), y Camaguey (11, 25%). Los datos utilizados fueron publicados por el diario oficialista Granma en su edición del sábado 27 de octubre.

A Fidel Castro le quedan pocas opciones. Entre estas, ciertamente la mejor para todos parece ser su muerte.
Lawton, 09/11/2007
jgonzafeb@yahoo.com

Peligro: joven y negro, Luis Cino


A Raicel se lo llevaron esposado dos policías de su apartamento. Tenía 17 años y vivía en el edificio 52, del Reparto Eléctrico, en el municipio Arroyo Naranjo, al sur de La Habana. Acusado de “peligrosidad predelictiva” lo condenaron a cumplir 4 años de cárcel en el Combinado del Este.

Raicel Pérez Oliva fue uno de los 400 jóvenes, en su mayoría negros o mulatos, encarcelados entre enero y abril del año 2005 durante las redadas policiales de la Operación Contención. Según un informe de la proscrita Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, a ninguno se le comprobó un delito específico. Simplemente, se les acusó de ser proclives a delinquir.

En el caso de Raicel, su delito fue que dejó los estudios y no empezó a trabajar cuando arribó a la edad laboral.

Sin camisa y en chancletas, Raicel acostumbraba a sentarse con sus amigos en la orilla de la acera. Pasaban horas allí, a la sombra de un árbol. No había mucha distracción para ellos en el barrio y no tenían dinero para ir a divertirse en otra parte de la ciudad.

Jugaban pelota y fútbol. Oían rap y regueton a todo volumen. Piropeaban a las muchachas que pasaban. A veces, entre todos, reunían dinero para comprar una botella de “chispa de tren” (nunca alcanzaba para ron del verdadero).Se despedían con la frase más repetida en Cuba por los jóvenes: “No es fácil”.

Algunos vecinos se quejaban de su conducta, pero todos coinciden en que no había motivos para encerrarlo en la cárcel.

Las operaciones policiales de limpieza social, denominadas “medidas de seguridad predelictiva”, se definen en los artículos del 78 al 84 del Código Penal cubano. Pueden acarrear de uno a cuatro años de cárcel.

La policía puede emplearlas a discreción contra vagos, alcohólicos, enajenados, disidentes y todos los que denominan “elementos antisociales”. Todos caben en el mismo saco.

En el artículo 73 se tipifican como “conductas antisociales”, entre otras: “quebrantar las reglas de convivencia social y alterar el orden”. El artículo 75 amenaza con castigos “a los que mantienen vínculos o relaciones con personas potencialmente peligrosas para la sociedad y el Estado socialista”.

Las operaciones de limpieza social no son una novedad en Cuba. La arbitraria profilaxis revolucionaria en pos de la corrección política e ideológica, es casi tan antigua como la revolución cubana.

A mediados de los años 60, homosexuales, hippies, Testigos de Jehová y todo tipo de inadaptados y “seres de conducta impropia” fueron encerrados en los campamentos de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). En algunos de los campamentos, rodeados por alambradas y custodiados por guardias armados, enormes letreros proclamaban dantescos: “El trabajo nos hará hombres”.

El cierre de los campamentos no significó el fin de las redadas policiales. A las convulsiones de la ofensiva revolucionaria de 1968, siguió la Ley contra la Vagancia.

En las últimas décadas, han seguido los operativos policiales bajo nombres tan sugerentes como Pitirre en el Alambre, Adoquín o Coraza. Los objetivos de las redadas crecieron: jineteras, artesanos, macetas, expendedores de drogas, vendedores callejeros, cuentapropistas sin licencia.

Los experimentos en ingeniería social para crear el quimérico “hombre nuevo” tropezaron con demasiados elementos díscolos.

Para enfrentar el delito, las autoridades cubanas siguen apostando por las leyes represivas, tomadas en préstamo del arsenal jurídico fascista de Mussolini.

Como en Minority Report, el film futurista de Spielberg, los fiscales del socialismo cubano combaten el crimen antes que se cometa.

Para colmo de males, las autoridades aplican las “medidas de seguridad predelictiva” con evidentes prejuicios raciales.

Un estudio encargado por la Fiscalía General en 1987, reveló que de 643 casos de peligrosidad social llevados a los tribunales en La Habana entre mayo y diciembre de 1986, 345 de los acusados eran negros y 120 mulatos. Un 78 % de las personas consideradas “socialmente peligrosas” eran no blancos.

Veinte años después, las desigualdades provocadas por el Período Especial han empeorado la situación. Activistas de derechos humanos calculan que el 84% de los acusados por las autoridades de “peligrosidad predelictiva” son negros o mulatos, mayoritariamente entre los 17 y los 30 años de edad.

Arroyo Naranjo, 2007-10-20

luicino2004@yahoo.com

No somos dueños de nada, Laritza Diversent Cámbara



La propiedad social surge en Cuba para satisfacer el interés y bienestar general del pueblo. Con ella se solventaba el fondo social de consumo (FSC), fuente principal de satisfacción de las necesidades sociales. Con él se brindan los servicios gratuitos y los ineficientes y escasos servicios públicos.

Este fondo también pagaba el trabajo remunerado obrero y campesino. No olvidemos que estos últimos están obligados, por ley, a trabajar la tierra y vender a precios muy bajos el 80% de sus producciones al estado. Incumplir significa ser despojados arbitrariamente de sus propiedades.

El FSC también fue la justificación que motivó la exclusión de los ciudadanos del quehacer económico. El trabajo remunerado se convirtió en la principal fuente de satisfacción de las necesidades personales y familiares. También fundamentó la sub valoración de los intereses individuales ante los generales o comunes de la sociedad cubana.

Comprendo la imposibilidad de que la población de conjunto ejercite las facultades que confieren el derecho de propiedad sobre los bienes colectivos. Es por ello la razón fundamental por la cual el estado castrista administra los mismos. Lo cierto es que esta administración nunca ha satisfecho el interés común del pueblo.

Realmente el interés colectivo nunca ha existido ni existirá en Cuba. Es una simple idea que justifica los amplios poderes y atribuciones de la oligarquía burocrática castrista. El sometimiento del pueblo a su dirección y dominación. La subordinación de la sociedad en general a los intereses de la casta privilegiada.

Esta es la raíz de los antagonismos de clase que el socialismo cubano no ha podido, ni ha tenido la intención de eliminar. El ciudadano aislado e insatisfecho tiende o se inclina a obrar según sus intereses individuales, en contraposición al ideal colectivo.

Esta contradicción es la que explica las apropiaciones individuales de los bienes supuestamente comunes, la ausencia del sentimiento de pertenencia por los mismos de los ciudadanos cubanos. En realidad nunca ha existido la propiedad socialista de todo el pueblo.

En otra ocasión, advertí que no le robamos a nadie porque constitucionalmente somos dueños colectivos de la propiedad socialista (art 14). Pero este reconocimiento jurídico de nuestra titularidad, no nos da ningún poder o señorío sobre la propiedad estatal.

El titular exclusivo es el estado y la clase política que lo representa. Dígase Castro y su camarilla. Ellos son los que autorizan a usar y disfrutar limitadamente del patrimonio estatal. Regulan por ley los casos y condiciones de ejercicio de estas restringidas facultades.

A pesar de ser aparentemente un patrimonio común, la clase dirigente comunista dispone de los mismos sin requerir del consentimiento del pueblo, dándole el destino que mejor le parezca.

El hecho de que la opinión más generalizada afirme que el ciudadano cubano tiene que robar para vivir prueba que no somos dueños de nada. El orden jurídico e institucional de Cuba es el primero que reafirma este sentimiento.

La ley penal cubana cataloga como delito “las sustracciones de ajena pertenencia con animo de lucro” que se derivan del hurto, robo, malversaciones y las apropiaciones indebidas. Tengamos presente siempre que el código penal protege la inexistente economía social.

Los medios de comunicación social también nos recuerdan a diario que no somos propietarios. Refleja y cataloga el hurto, como incidente que afecta la propiedad estatal. Aún así, le reafirma al ciudadano que con sus acciones mantiene una conducta delictiva. La mejor muestra de ellos es “la lucha contra el robo y las ilegalidades”.

No existe propiedad social o común en Cuba. No somos dueños de nada. Este es uno de los tantos engaños que está sufriendo y pagando bien caro el pueblo cubano. Desde que aceptó la dirección y dominación castrista, se ha determinado la esclavitud, sumisión y miseria general de toda la población de la isla.

Arroyo Naranjo, 2007-08-23

No le robamos a nadie, Laritza Diversent Cámbara



¿Cual es el motivo por el que hoy el pueblo de Cuba vive al margen de las regulaciones normativas del sistema legal y las relaciones estatales para satisfacer sus necesidades; si el Estado Cubano es responsable de garantizar las mismas?

A eso se comprometió el gobierno de Castro cuando instauró en el país el sistema socialista, con la hegemonía de la propiedad estatal en la economía nacional. Esto es lo mismo que decir, la implantación de un recio capitalismo de estado.

La población Cubana aceptó la prohibición de la iniciativa económica individual. Se conformó con la reducción mínima de sus espacios sociopolíticos y la limitación máxima de sus derechos y libertades fundamentales. Todo, para lograr que un intrigante “estado de las mayorías” realizara sus funciones y lograra el bienestar de toda la sociedad.

Fue por este motivo que depositamos nuestra soberanía y voluntad en los órganos del poder político. Hasta hoy, este poder, solo ha sabido representar y expresar la voluntad e intereses de un puñado que intenta mantenerse gobernando cueste lo que cueste.

48 años de socialismo en Cuba han demostrado la incapacidad del Gobierno Castrista para administrar la propiedad estatal, así como la economía del país. En todo este tiempo solo hemos experimentado hambre y miseria. La situación nos ha obligado a disponer individualmente de los recursos y bienes estatales para satisfacer nuestras más apremiantes necesidades.

Sin embargo muchos consideran estas apropiaciones individuales como robo, debido a la ausencia de sentimiento de pertenencia con respecto a la propiedad estatal. No consideran estos bienes como propios, porque ven al estado como dueño absoluto y no como administrador. Puede entenderse como un ente superior con intereses opuestos a los de ellos, que todo lo tienen. Incluso, identificarían a Castro, como el propietario de los recursos estatales, pues al igual que un monarca, él es el estado.

No es correcto que la población se apropie y disponga individualmente de estos bienes. Según el Articulo 14 de la Constitución Cubana, el titular es el pueblo, considerado como sujeto colectivo en el que se integran los ciudadanos.

Tampoco considero ilegítimas estas apropiaciones, aunque se desarrollen independientemente de las regulaciones jurídicas vigentes.

El hurto es la sustracción de bienes de ajena pertenencia. Nosotros estamos considerados constitucionalmente como dueños absolutos. Si los recursos conforman el patrimonio estatal, entonces, no le robamos a nadie.

El ejercicio individual de este legítimo derecho ha traído como consecuencia que la economía se afecte. También se afectan las funciones de nuestro ordenamiento jurídico nacional, de proteger el orden económico y la propiedad que lo sustenta. Tampoco se ha logrado el respeto y estricta observancia de las normas del sistema legal por los ciudadanos. No han podido regular las conductas y relaciones sociales que se desarrollan y tienen lugar en nuestra sociedad.

Cierto es, que no hemos tenido más remedio u opciones para sobrevivir. No solo a la permanente crisis económica, sino también a la ineficiencia e inviabilidad del sistema socialista impuesto.

Por otra parte, nuestros diputados nacionales o legisladores convenientemente olvidaron regular constitucional y legalmente las facultades que integran el derecho de propiedad, fundamento que recae sobre los bienes estatales.

Como dije anteriormente, el Articulo 14 de la Constitución Cubana, es solo un reconocimiento formal o nominal. Obviamente, al no desarrollarse en una ley de menor jerarquía no es aplicable en la práctica.

Por tanto, realmente no podemos ejercitar este derecho ni colectiva, ni individualmente en virtud del sistema legal. No tenemos más opción que ignorar las leyes y disponer de los bienes que son propios. Es la única formula que satisface, a medias, nuestras necesidades.

Arroyo Naranjo, 2007-06-14

Cara la instrucción gratuita, José Antonio Fornaris



Cuando se llega a la vivienda de Wilfredo Vallín Almeida, un abogado y economista que no ejerce ninguna de esas profesiones y que en algún momento de su vida fue profesor de pre universitario, es difícil encontrarlo ocupándose de otras cuestiones que no sean las de impartir clases.

Él ejerce el magisterio de forma privada. Tiene alumnos que cursan carreras universitarias, de secundaria básica y de primaria. Uno de los dos dormitorios de su apartamento, que es a la vez biblioteca, siempre está ocupado por educandos.

Aunque sus tarifas no son nada bajas, entre otras cosas, porque no le imparte clases en cada horario a más de dos o tres alumnos, no da abasto para la cantidad de padres que lo quieren como profesor para sus hijos.

Le pregunté, aunque sabía de antemano los motivos, a qué se debe su demanda como profesor. “Es que los padres desean que sus hijos tengan una verdadera preparación académica y que a la vez reciban educación formal”, respondió.

Ciertamente es muy difícil encontrar a alguien que conozca a Vallín y a su esposa, que es también abogada, que diga que no son personas educadas y decentes.

Si eso mismo se pudiera decir de todas o de una gran parte de las personas que imparten clases en los diferentes niveles del sistema educacional en Cuba, estaríamos ante un hecho de incalculable valor social.

¿Cómo ve la situación el Proyecto Universitarios sin Fronteras? “Estamos preocupados por la escalofriante crisis de valores que existe en Cuba y que hace blanco en la juventud cubana”, dijo Néstor Lovaina, presidente de ese proyecto no aceptado por el régimen.

A tenor con esa preocupación, desde hace un año, están gestionando ante las autoridades pertinentes, tanto eclesiásticas como gubernamentales, la reapertura de la Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva.

Ese centro docente fue cerrado en 1961, cuando el estado llevó a la práctica una medida conocida como “nacionalización de la enseñanza”.

Los Universitarios sin Fronteras están desplegando sus iniciativas bajo el lema “Al rescate de los valores perdidos”.

Por su parte, el Estado ha reconocido en alguna medida que en el sistema educacional las cosas no marchan nada bien. Al respecto, se asegura que desde hace 7 años, el sector ha sido objeto de profundas transformaciones, donde se contempla “la formación integral con énfasis en los valores éticos”.

Dentro de ese contexto, el 23 de octubre último, la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de la Asamblea Nacional del Poder Popular se reunió con el Ministro de Educación, Luis Ignacio Gómez.

Según se conoció, en ese encuentro, Lázara Mercedes Acea, integrante del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista, señaló que “casi el 50% de los maestros que aseguran la educación en el país, son jóvenes en formación”.

Esa es una evidente contradicción porque es imposible educar si no se está formado.

Otro punto que se abordó en esa reunión fue el constante éxodo de maestros y profesores hacia cualquier otro empleo.

Allí señalaron entre las causas de ese éxodo: “la insuficiente remuneración, problemas materiales de diversa índole (falta de vivienda, transporte y vestuario de los docentes) y la insatisfacción por el bajo reconocimiento laboral y social en no pocos casos”.

Lo serio en ese asunto es que no dieron ninguna solución para esos y otros problemas que afrontan los docentes y el sector en general. Sobre el particular, la señora Acea dijo que era “preciso continuar limando fallas como las existentes en la secundaria básica”.

La dirigente partidista quizás se estaba refiriendo a lo ocurrido en la escuela Arturo Bilaboy, en la Habana Vieja, donde 3 maestros emergentes tuvieron que ser expulsados por haber maltratado físicamente y humillado a varios niños de séptimo grado.

El 5 de septiembre, los maestros encerraron en un closet a una niña como castigo. A otros niños les metieron en la boca papeles sacados del cesto de la basura. A dos, los pusieron con los brazos abiertos sosteniendo objetos pesados en las manos. A al menos otros 5, los obligaron a limpiar los baños de la escuela sin ningún tipo de protección higiénica.

La niña que fue encerrada en el closet, se orinó y defecó de miedo y así regresó a su hogar. La situación devino en un gran escándalo público cuando a la mañana siguiente, la mamá de la alumna entró a la escuela por una ventana y arremetió a golpes contra varios de los maestros, al tiempo que gritaba todo tipo de improperios y palabras obscenas.

Por esos mismos días, otro hecho similar ocurrió en la secundaria básica Rafael Carini, del municipio Arroyo Naranjo. Lourdes Betancourt, madre de un alumno de ese centro, narró que los maestros emergentes castigaban a los niños poniéndolos a escribir bajo el sol o de pie dentro de las aulas. También les introducían papeles en la boca. En esa escuela, las autoridades docentes se vieron precisadas a expulsar a dos de esos jóvenes maestros.

Aunque en ninguna parte, oficialmente se menciona, uno de los graves problemas que aquejan el sistema educacional en Cuba, es su extrema ideologización. Esta va desde la primaria, en que los niños están obligados a repetir a diario que serán como el Ché (el guerrillero argentino muerto en Bolivia) hasta la consigna que afirma que “la universidad es para los revolucionarios”.

Esa ideologización contempla el expediente escolar donde se anotan todas las actividades de carácter político en las que participan los educandos. Llega hasta no permitirle a una niña de 6 años, como es el caso de Jessica Benítez Lorenzo, matricular de forma oficial en la escuela por no tener la llamada tarjeta de menor, debido a que la Seguridad del Estado se la retiró porque su mamá trató de salir con ella de forma “ilegal” de Cuba.

A esto se debe agregar que existe la política de formar a los educandos como odiadores del capitalismo. Esa política estaba impresa en un folleto del Ministro de Educación, José Ignacio Gómez, dirigido a todos los directores de los centros escolares. Lo tuve en mis manos hace unos 10 años. De manera clara, se especificaba que era necesario inculcarles a los niños y jóvenes, el odio al capitalismo.

Todo eso, de una forma u otra, el Estado lo justifica con el slogan de que la educación es gratuita. Gran eufemismo, porque el precio es alto en espiritualidad y en economía material y real. Baste recordar que ningún gobierno puede dar nada – los gobiernos son aparatos burocráticos a los que hay que mantener- si antes de alguna forma no te lo ha quitado.

(Se adjuntarán el próximo jueves, fotos de Jessica Benítez y de las aulas de octavo grado de la secundaria básica República de Angola, en Managua, Arroyo Naranjo)

fornarisjo@yahoo.com

Viejas historias de escritores sin suerte, Luis Cino


A principios de los años 90, cuando leí “Antes que anochezca”, la autobiografía de Reinaldo Arenas, descubrí que era verdad que Nelson Rodríguez tenía un libro publicado.

Alguna vez, allá por 1970, me habló del libro y no lo creí. Todos teníamos sueños irrealizables por aquellos días, tales como ser escritores o músicos de rock. Eran malos tiempos en Cuba para soñar (desdichadamente, aún lo siguen siendo).

Resultó ser cierto lo del libro. En 1964, siete años antes de que lo mataran, publicó en Ediciones R un libro de relatos titulado “El Regalo”.

Conocí a Nelson allá por 1970. Aunque seis años mayor, parecía tan adolescente como yo. Era delgado, pequeño de estatura, melenudo y tenía granos en la cara.

Nació en Las Villas. Con sólo 16 años, alfabetizó campesinos como maestro voluntario. Hablaba inglés y algo de francés, era un insaciable lector y escribía cuentos y poemas. Amaba la por entonces proscrita música de los Beatles y los Rolling Stones.

Su padre era un tipo de confianza del Ministerio del Interior, pero no pudo impedir que en 1965, internaran a Nelson en un campamento agrícola de “rehabilitación para antisociales” en Camaguey. Cuando lo conocí, decía estar preparando un libro sobre sus vivencias en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción.

Ambos visitábamos la casa del pintor Waldo y su musa, Bárbara Fernández, una de las muchachas más bellas del underground habanero. Allí confluían aspirantes a pintores y escritores. Recuerdo a Carlos Victoria y a algún futuro alto personaje de la Nomenclatura, en aquella época, sólo un melenudo hijito de su papá, que estudiaba en la Escuela de Letras.

Los atentos vigilantes de los Comités de Defensa de la Revolución sospechaban que éramos “un grupo de hippies, extranjerizantes y desviados ideológicos, que leían libros raros y oían música yanqui”.

A muchos nos unían el entusiasmo por escribir y la desesperanza por el medio tan hostil en que lo intentábamos. Todos teníamos amargas experiencias que narrar. Lo que escribíamos reflejaba nuestro mundo de prohibiciones, redadas policiales y campamentos de trabajo. Era nuestra forma de rebelión contra “la triste monotonía de las dictaduras”.

Angustias y esperanzas calamitosas volcadas en cuadernos escolares que se ocultaban entre una improvisada tertulia semi-clandestina y la próxima. Desconfiábamos de los vecinos, los amigos y hasta de la familia. Cualquiera podía delatarnos a la policía política.

Alguno de aquellos manuscritos sirvió de carta de despedida de algún suicida que no soportó más. Otros fueron a dar a los archivos de la Seguridad del Estado.

1971 fue un año terrible. La zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar “que sacaría a Cuba del subdesarrollo”, fracasó. En lugar de las bonanzas prometidas, hubo más miseria y represión.

Fue el año del caso estalinista contra el poeta Heberto Padilla, la purga contra los intelectuales y artistas homosexuales, la ley seca y de “la universidad para los revolucionarios”.

En el discurso de clausura del Primer Congreso de Educación y Cultura, el Máximo Líder retiró el derecho a “las dos o tres ovejas descarriadas a seguir sembrando el veneno, la insidia y la intriga en la revolución”.

Fue el disparo de arrancada del Decenio Gris. El futuro de la literatura cubana parecía irremediablemente condenado al realismo socialista.

El grupo de amigos no se reunió más. Waldo, el pintor, fue muerto a puñaladas en una parada de ómnibus de El Vedado por un borracho.

Carlos Victoria regresó a Camaguey. En 1978, la policía política confiscó sus cuentos. Se fue de Cuba en 1980, durante el éxodo de Mariel. Se convirtió en uno de los mejores narradores cubanos. Murió hace varias semanas en Miami.

Bárbara inició una relación amorosa con un diplomático europeo. Le costó 5 años en la prisión de mujeres Nuevo Amanecer.

Nelson tuvo peor suerte. Desesperado por escapar del paraíso revolucionario, armado con una granada trató de desviar una avioneta de fumigación de Sancti Spíritus a Miami. Un escolta murió en la refriega. Herido, Nelson saltó de la nave durante el aterrizaje. Varias decenas de guardias, armados hasta los dientes, le apuntaban en la pista del aeropuerto de Rancho Boyeros.

A Nelson Rodríguez lo fusilaron una noche del verano de 1971 en la fortaleza de La Cabaña. Las detonaciones de los fusiles se confundieron con el cañonazo que cada noche anuncia las 9 p.m. en la capital cubana.

Tenía 27 años y soñaba con ser un escritor famoso. Un pelotón de fusilamiento le permitió, al fin, ser libre.

Arroyo Naranjo, 2007-11-10

luicino2004@yahoo.com

Boina, sombrero y mal tiempo, Odelin Alfonso Torna



Octubre se presenta en el 2007 como el mes de más precipitaciones. Las represas en el oriente del país están al tope de su capacidad.

Al margen de las bajas tropicales, un desborde de misticismo satura la imagen del Che en el 40 aniversario de su muerte en Bolivia.

Ana Maria es una colegiala de 9 años que cursa el cuarto grado en la escuela Armando Parra, del municipio capitalino de Arroyo Naranjo. La alumna percibe una atmósfera que exacerba la figura de Ernesto Che Guevara en el marco de una jornada que hasta entonces creyó compartida con el señor de la vanguardia, Camilo Cienfuegos.

Cuba es la verdadera cátedra del protagonismo. ¿Dónde si no se graduó de multifacético Ernesto Guevara de la Serna? Argentina, Bolivia o el Congo, nunca le darían academia, ni mercado seguro al mítico Guerrillero Heroico.

El argentino llegó a la Sierra Maestra como un producto en bruto. Tuvo la suerte de ser admitido en un comité de plagiarios. El grupo de comandantes que hoy ostentan el poder, es capaz de convertir seres estrafalarios en hombres de bien.

Una revolución como la cubana se deleita fabricando moldes ideológicos que reproducen, en demasía, al hombre nuevo (niños que llegan a la adolescencia y se les olvida aquello de, “seremos como el Che”).

¿Por que y para que rememorar el episodio de Camilo Cienfuegos? No es, ni fue, de la simpatía del presidente interino Raúl Castro.

El héroe de Yaguajay no cuenta con dudosas osamentas ni monumentos expuestos al mercado de divisas. No es un guerrillero de boutique que se prostituye en moneda dura, sobre las serigrafías reproducidas en afiches, artesanías o prendas de vestir.

Para Camilo, este año, baja estima como la de octubre de 1959, pésimas inclemencias del tiempo y un Che que se impone. Sobre su jornada, observo que se limitará al 28 de octubre. La adornarán con príncipes y gladiolos que se verterán en litorales, ríos o represas, da igual.

Camilo Cienfuegos, hombre de pueblo, “el señor de la vanguardia”, a quien rodea un enjambre de versiones especulativas sobre su misteriosa desaparición.

No sé si será más lícito culpar a los embriones del comunismo en la naciente revolución cubana, o al mal tiempo. Cualquiera que sea, le jugó una mala pasada al hombre del sombrero alón. No quiero reciclar dudas o certezas, que rebotan de un lado a otro del estrecho, en torno a su perdida.

A la hora de sentenciar las historias sobre la pérdida de Camilo, comenzaría por la más exitosa y metódica, a la que Ana y sus compañeros de aula seguramente formatean, una y otra vez, como la única creíble.

Me refiero a la de un impredecible evento atmosférico que devoró a la avioneta Cessna donde viajaban Camilo y el teniente Fariñas, supuestamente hacia la Habana. Tormenta inesperada cuando los partes meteorológicos de la zona anunciaban buen tiempo. ¿Por qué Fariñas, piloto experimentado, no comunicó a la torre de control su ubicación exacta?

Camilo quedó atrapado en un triangulo que pudiera presentarse como amoroso, conspirativo o con tanto misterio y magnetismo como el de las Bermudas.

Yo no tengo la respuesta sobre su desaparición. Tampoco puedo responderle a Ana Maria por que anda tan rezagado en su jornada compartida con el Che, del 8 al 28 de octubre.

Ana Maria no quiso quedarse con la duda por dentro y preguntó a la maestra, ¿profesora, por qué no se menciona a Camilo Cienfuegos?

“Este año la jornada está dedicada al Che” responde la maestra emergente.

Para acaparar jornadas patrióticas, más vale que los próceres cubanos tengan su inscripción de nacimiento en Argentina o Venezuela. Es raro que un revolucionario con sombrero de alón y oriundo de Lawton, pueda ser poeta, fotógrafo, ajedrecista o asmático crónico.

Después de todo, me da por pensar que la boina se quedó en Bolivia y el sombrero de alón, descansa sobre los pantanos de la Cienaga de Zapata. Esto de las lluvias en oriente tiene medio paranoico a los de occidente. Dice un amigo de los años que, “Matías Pérez voló y voló por que no existían las fuerzas antiaéreas”.

Arroyo Naranjo, 2007-10-17

odelinalfonso@yahoo.com

jueves, 22 de noviembre de 2007

Los pastores de Lawton. Juan González Febles



Encontrar pastores en plena ciudad es algo que no sucede todos los días. Pero si además son gente exitosa, se cierra un circuito de eficiencia y consagración que merece relieve.

Cuando se les ve descender con su rebaño por la Loma del Burro, uno siente que observa un paisaje de Sicilia. Radamés, José Ernesto y el perro cubano pastor Yeti, se bastan para pastorear más de 60 cabezas de ganado caprino.

Los animales se ven saludables y hasta gordos, a despecho de no disponer de piensos y otros elementos sofisticados de carácter genético. El único cuidado que disponen es el control veterinario establecido por la ley, que cumplen rigurosamente.

Según me cuenta Radamés, comenzaron con dos hembras y un macho. La constancia y el cuidado de estos pastores hicieron el resto.

Ellos venden al estado y a particulares. El estado les compra al precio establecido, que es a su vez el precio a que venden a particulares. Los particulares se ocupan de la reventa en los mercados agropecuarios. En los mercados agropecuarios se vende carne de cerdo y de carnero. En ocasiones se vende pollo y pavo que en Cuba llamamos ‘guanajo’.

Estos pastores son más eficientes que las granjas estatales de ganadería menor. En líneas generales los particulares son más eficientes en su gestión que el estado.
A pesar de esto, los pastores urbanos no son bien vistos por algunas autoridades. Les argumentan que la ciudad no es espacio adecuado para la ganadería. Pero en realidad, no es necesaria mucha superficie para criar ganado caprino. Las extensiones de terrenos ociosos tanto en la capital como en el interior, han devenido agujeros negros que rellena diligente el marabú.

Los planes para la llamada ‘agricultura urbana’ son espacios cosméticos para la propaganda y para el triunfalismo de los noticieros televisivos. Aunque este tipo de agricultura o de pastoreo, resolvería problemas concretos de abastecimiento, la gestión estatal lo entorpece y lo dificulta todo.

Los huertos hidropónicos que han sido tan promocionados, fueran una solución en manos de empresarios privados comprometidos con la eficiencia. En manos del estado, se convierten en noticia vacía y sin eco real. Fuera de las pantallas de los televisores y del espacio del noticiero de televisión, el estado no es capaz de ofertar soluciones prácticas.

La barriada habanera de Lawton, es sin duda razonable un espacio muy especial de la geografía habanera. Los últimos gitanos partieron desde aquí hacia Centro América, al principio de la revolución de la familia Castro.

Con su memoria de gitanos, pastores, criadores de gallos finos, disidencias y manifestaciones callejeras en esta última etapa de dictadura militar, Lawton mantiene su encanto y su especial identidad.

En la ciudad que dejó de ser la capital de todos los cubanos, por asimilar la vergüenza de zonas congeladas y espacios reservados para turistas, nos queda Lawton. El barrio que acoge pastores y guarda el recuerdo de Camilo Cienfuegos y del Dr. Oscar Elías Biscet. De todos sus hijos que lucharon ayer y luchan hoy por un mañana mejor de libertad y derechos para todos.


Lawton, 16/11/2007


Odas por La Bendecida, Amarilys Cortina Rey



Las cafeterías particulares surgieron en la Cuba revolucionaria debido al poco calor que el gobierno brindaba a sus homólogas estatales. Desprovistas de ofertas para calmar el apetito o de jugos y sodas para saciar la sed, esos establecimientos languidecieron durante muchos años, exhibiendo sólo los rostros aburridos de sus empleados junto a un pequeño letrero donde podía leerse: “No hay agua”.

En aquel tiempo, se comentaba, a modo de chiste, la posibilidad de estar todos contagiados de la rabia (hidrofobia) en las calles de este país por la carencia generalizada de algo que beber.

En la década de los 90, debido a la crítica situación creada por el derrumbe del campo socialista, el Estado comenzó a autorizar las licencias para trabajadores por cuenta propia.

Entonces, como en un acto de magia, comenzaron a surgir miles de pequeños y medianos establecimientos que ofertaban las desaparecidas golosinas y los necesarios vasos de agua fría.

Ese fue el momento en que surgió La Bendecida, una cafetería ubicada en la intersección de las calles Independencia y Lucha, en el poblado de Managua. Pero como se suele decir por acá, “la alegría en casa del pobre dura poco”. Un gran ejército de inspectores estatales fue enviado a las calles para fiscalizar, multar y restringir la floreciente iniciativa privada.

Las normas estrictas exigidas a los trabajadores por cuenta propia y las altas multas en miles de pesos impuestas por los inspectores ante cualquier incumplimiento detectado propiciaron que muchos cerraran sus negocios y entregaran las licencias, quedando en algunos casos las marquesinas de colores que anunciaban la venta, colgadas de los techos.

Esa también fue la suerte que corrió La Bendecida. Después de todo un año de trabajo y bienestar, una mañana no abrió sus puertas ni desplegó sus toldos ante las miradas interrogantes de quienes pretendían tomar una tacita de café.

Todo lo que se había construido para acondicionar el lugar, días después fue retirado con golpes y ruidos. El fregadero, los tubos para la conexión del agua, el mostrador, salían poco a poco, como en un triste retorno caprichoso. Sólo quedó el cartel de identificación jugando con el viento.

Miriam, la propietaria del frustrado negocio, dijo entonces, que la razón esgrimida por los inspectores era que ella no vivía en el sitio donde hacía su venta, algo indispensable entre las exigencias gubernamentales.

Hoy, en las ruinas de un antiguo comercio del siglo XVIII, La bendecida ha resurgido. Esta vez, quizás por actos del destino, frente al sitio donde fue desactivada. Su propietaria regresa con muchas más ofertas para un público que asiste asiduamente.

Pollo asado a la parrilla, dulces, helados y otras golosinas para degustar en mesas con sillas dentro de pequeños muros de piedra y canteros con flores.

Mucho ha tenido que trabajar esta emprendedora mujer junto a su media docena de empleados, quienes aseguran sentirse mejor tratados y remunerados que cuando trabajaban para el sector estatal.

Gracias a la iniciativa de este pequeño grupo, un sitio que se encontraba derruido se convierte en algo atractivo, útil y necesario para la sociedad. Lo que todos se preguntan es ¿hasta cuando les permitirán existir los inspectores del gobierno?

Sobre ese asunto, Miriam nos comenta: “¿Hasta cuando? Pues no sabemos. Tú conoces como son esta gente, pero mientras tanto, todos salimos beneficiados, bendiciendo a La Bendecida.

Managua, La Habana, 21/11/2007