jueves, 14 de febrero de 2008

Angola: pesquería con anzuelo de oro, Luis Cino



No fue sino a mediados de febrero de 1988 que las fuerzas cubanas y de las FAPLA lograron contener a los sudafricanos en el río Tumpo, a 22 kilómetros al este de Cuito Cuanavale.

Los sudafricanos mantuvieron el control sobre las alturas de Chambinga. Desde ellas, sometieron durante semanas a la asediada Cuito Cuanavale a un mortífero fuego artillero. Los disparos de los G-5 eran guiados por miembros de las Fuerzas Especiales sudafricanas apostados en los bosques que rodeaban la ciudad.

Los cañones G-5 eran una de las pocas ventajas de los sudafricanos. La versión cubana exagera la magnitud de las fuerzas sudafricanas. Sin contar a los cubanos, los soldados de las FAPLA sobrepasaban 4 a 1 a los sudafricanos.

El Batallón Mecanizado 61 fue la única unidad convencional del ejército regular sudafricano que participó en la campaña. Contaba con unos pocos tanques Leopard y 55 carros blindados Ratel. El peso de la infantería recayó en el Batallón 32 Búfalo, integrado por antiguos insurgentes angolanos del FNLA de Holden Roberto, dirigidos por oficiales sudafricanos.

Los ataques de los Migs-23 cubanos contra las posiciones sudafricanas en Calueque y Rucaná, cerca de la frontera con Namibia, el 28 de julio de 1988, son considerados por los cubanos como el golpe definitivo contra el enemigo.

Para entonces, los bombardeos sudafricanos habían destruido el aeropuerto de Cuito Cuanavale. Los aviones cubanos se habían tenido que mudar 175 kilómetros al oeste. Aún así, los Migs cubanos lograron el dominio aéreo del sur de Angola.

El gobierno cubano reclama como un triunfo decisivo la enconada resistencia que ofrecieron sus soldados y los de las FAPLA, encerrados durante meses en el perímetro defensivo de Cuito Cuanavale. Todo parece indicar que fue, en realidad, una costosa victoria pírrica.

Los sudafricanos alegan que su objetivo no era tomar la ciudad, sino impedir que la UNITA fuera aplastada. En 13 años de guerra, los mejores generales cubanos no lograron aniquilar a los más de 30 000 insurgentes de Savimbi. Jonás Savimbi sobrevivió sobre las armas más de 12 años a la retirada cubana de Angola.

Sudáfrica no pudo impedir la independencia de Namibia. Finalmente, se vio obligada a aceptar la Resolución 435 del Consejo de Seguridad de la ONU. Fuerzas combinadas cubanas, de las FAPLA y la SWAPO avanzaron hacia la frontera entre Namibia y Angola, pero no la cruzaron. Se detuvieron a 20 kilómetros de la frontera para reforzar su posición en las negociaciones.

La victoria que reclama el gobierno cubano se torna dudosa cuando se revisan las bajas de ambos bandos.

Sólo hasta abril de 1988, las FAPLA tuvieron 4 785 muertos. Se desconoce la cantidad de bajas mortales cubanas. Las fuerzas cubano-angolanas perdieron 94 tanques, cientos de blindados y 9 Migs-23. Las pérdidas sudafricanas fueron 31 muertos, 3 tanques, 11 blindados y un Mirage.

Los acuerdos de paz de diciembre de 1988 tampoco son un buen indicador para determinar quienes fueron los vencedores.

Sudáfrica se mostró sumamente ansiosa por salir de Angola e impedir el envío de nuevos refuerzos militares cubanos.
Altos funcionarios sudafricanos advirtieron sobre “el riesgo muy real de una guerra convencional de mayor envergadura con los cubanos”.

El gobierno sudafricano enfrentaba un embargo internacional y el auge de los movimientos nacionalistas negros. El presidente Pieter Botha no ocultaba su interés por terminar la guerra no declarada en Angola. No costó mucho esfuerzo que abandonara su demanda de retirar sincronizadamente de Angola las tropas sudafricanas y cubanas.

Por su parte, Cuba condicionó en las negociaciones su salida de Angola a que garantizaran a sus tropas una retirada honorable. Un extraño reclamo para un ejército victorioso.
Arroyo Naranjo, 2008-02-01
luicino2004@yahoo.com
http://prolibertadprensa.blogspot.com/

No hay comentarios: