jueves, 28 de febrero de 2008

Cambio de sede, José Fornaris




Mi madre que tiene 84 años y no siente ninguna atracción por cuestiones políticas estaba presente, cuando hace unos días, dos o tres de sus hijos especulábamos sobre la posibilidad de que Carlos Lage fuera nombrado como Presidente del Consejo de Estado.

Ella se interesó por el tema y uno de nosotros, para ilustrarla de manera gráfica, le dijo que era un señor un poco calvo que a cada rato salía en la televisión.

Entonces mi madre exclamó: “Ese viejito, chiquito y calvito, va a ser el Presidente.”

Se estaba refiriendo a José Ramón Machado Ventura, y dentro de su incredulidad casi acierta porque Machado Ventura, a quien nadie parece haber tenido en los pronósticos, fue electo primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros.

Y esa no fue la única sorpresa ya que desde este 24 de febrero se tiene la impresión de que el Consejo de Estado dejará su actual sede en lo que fue el Palacio de Justicia, en la llamada Plaza de la Revolución, para ubicarla en el asilo Santovenia, en la barriada del Cerro. Sus principales actores son ancianos.

Pero lo verdaderamente dramático de esa jornada de toma de posesión de la nueva legislatura, la séptima, de la Asamblea Nacional del Poder Popular, es que los parlamentarios, unánimemente, autorizaron al flamante Jefe de Estado, Raúl Castro a que consultara los asuntos de mayor importancia para la nación con su hermano Fidel.

Hacía poquísimas horas que todos los parlamentarios, puestos de pie, habían jurado respetar y hacer respetar la Constitución. Es totalmente evidente que consultar los asuntos más trascendentales del país con una persona que no ostenta ya ningún cargo estatal o gubernamental es una violación de la Carta Magna.

Sin embargo, lo llamativo va aún más allá, porque Raúl Castro, tras su investidura como nuevo Presidente del Consejo de Estado, volvió a asegurar que Fidel era Fidel, que era insustituible, y que el único que podría sustituirlo (como organización en su conjunto) era el Partido Comunista.

Pero eso no es cierto porque a Fidel Castro le continuarán consultando todo lo que se estime que es relevante para Cuba. Y ese es un espectáculo muy triste porque cientos de personas, que conforman el Parlamento y el Comité Central del Partido Comunista, se auto desvaloraron y reconocieron que Castro, viejo y enfermo, es superior mentalmente a todos ellos juntos. Asombroso.

Si todas estas personas de manera pública aceptan su mediocridad extrema, entonces por qué complicar tanto las cosas Por que no dedican un tiempo, hasta que Castro fallezca, a tratar de obtener sabiduría, intuición, prudencia, tino, sensatez, y otras cosas que son necesarias para los cargos públicos y políticos. Mientras tanto que Fidel piense en todo y que Raúl ponga en práctica esas ideas o decisiones.

De esa forma el país ahorraría una buena parte de los muchos recursos que todos esos funcionarios consumen basándose en la presunción de que sus funciones son importantes.

Si lo que estamos viviendo en Cuba, ciertamente, no es una situación de manicomio, que venga Dios y lo vea.

Managua, 28/02/2008
fornarisjo@yahoo.com
http://prolibertadprensa.blogspot.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuba es un manicomio hace mucho tiempo. Un manicomio donde mandan los locos. Un parque zoológico donde los administradores son los monos. Un circo donde los payasos dirigen el espectáculo. Sigan durmiendo que estamos en buenas manos.