Mientras el Gobierno Cubano dona hospitales con tecnología de punta a Bolivia y centros oftalmológicos a Ecuador, el Hospital Clínico Quirúrgico Diez de Octubre, antigua clínica habanera conocida como “La Quinta Dependiente”, yace como Partenón sobre la capital cubana.
La obra está ubicada en el municipio capitalino del Cerro y data de mediados del Siglo XIX. Fue construida durante la dominación española. Desde entonces, cientos de miles de cubanos han recibido los servicios sanitarios en la centenaria Quinta Dependiente.
Este centro hospitalario cuenta con un total de 18 pabellones asistenciales, ocho de ellos utilizados como salas para ingreso. En la actualidad, solo cinco prestan este tipo de servicio: geriatría, angiología, dermatología, medicina general (al 50% de su capacidad) y uno de los pabellones de reumatología, remodelado recientemente.
Tres pabellones están clausurados por peligro inminente de derrumbe. La sala de reumatología del pabellón Martínez Villena sufre de reuma en sus columnas y cubiertas. Pedazos de hormigón caen constantemente sobre el piso, considerándose la edificación proclive a un derrumbe total.
Otro de los clausurados es el antiguo “Hospital de Día” (para enfermos mentales, drogadictos y alcohólicos). Este corre la misma suerte del Martínez Villena.
Gran parte del pabellón Carlos. J. Finlay se encuentra inhabilitado. Solo unos cuantos cubículos prestan servicios de angiología. Este pabellón fue uno de los primeros en construirse, junto con la desaparecida biblioteca.
El pabellón Avelino Gonzáles (medicina general), donde “el que entra no sale”, según dice un viejo dicharacho, cuenta con cuatro pisos divididos en dos secciones. Una sección del edificio está clausurada, igualmente en peligro de derrumbe. En la otra sección se encuentra la sala de terapia intermedia.
En el pabellón José Antonio Echeverría, se agrupan las consultas destinadas a las diferentes especialidades. La cúpula sobre el salón principal alberga una colonia de murciélagos. A diario, asientos y paredes amanecen sucios por los excrementos de estos mamíferos voladores.
Casi la totalidad de los pabellones corren peligro de derrumbe. Sucede que hay que continuar con la asistencia, sin importar el riesgo.
Una inversión capital en la Quinta Dependiente requiere de millones de pesos. Quizás sea más rentable colocar en cada pabellón una sala de primeros auxilios para casos de derrumbe.
Los pacientes de la tercera edad son los más favorecidos por la sacra arquitectura. El pabellón Pérez Pérez de geriatría cuenta con dos pisos de puntal alto, recientemente remodelados. Los ancianitos están más conformes. Apenas se rumora otro de los dicharachos que decía: “Pérez arriba, Pérez abajo y de ahí, pal carajo.”
Otro de los remodelados es el pabellón Julio Antonio Mella, actualmente Instituto Nacional de Reumatología.
El deterioro progresivo es visible en otras clínicas que ya superan su siglo de existencia, como la antigua Covadonga, los hospitales Calixto García, Fructuoso Rodríguez, Miguel Henríquez y la clínica de enfermos mentales “Quinta Canaria”.
Continuarán los ministros cubanos, tijera en mano, cortando la cinta inaugural de nuevos hospitales o clínicas oftalmológicas donde quiera que el Comandante ordene. 49 años de revolución no es suficiente para un mantenimiento serio en la centenaria Quinta Dependiente.
Arroyo Naranjo 2008-01-30
odelinalfonso@yahoo.com
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