jueves, 10 de abril de 2008

Instrucciones para la jaba (poesía)

A Loida, mi mamá que ha sabido vestirse de BLANCO
y a todos los demás.
Mi madre es un mantel.
Tiene los pliegues borrados por la angustia.
Un dobladillo que recuerda, lugar de concebir lo voraz.
Mi madre es un asunto de vida o estridencias,
un sitio que poco a poco
se cubrirá de manchas,
un borde que se rompe.
Él piensa: mi madre: hay una calle que no podrá zurcir.
Iban los carros tan alerta.
Lo mejor de todo es tu mantel,
ahora soy la espera,
detestas el portal, resiento, madre, desde aquí,
quebrar la aguja algodón tras algodón,
tender tu espanto, doblar mi sudor, mi lejanía.
Comprarle a quien un poco de sentencia.
Yo sé, madre, mantengo el dobladillo.

Me hace falta gofio y galletas, maní molido, caramelos,
Cigarros para cambiar por cosas,
Muchas cosas, no te imaginas.
Me cambio, habrá otro hijo, otra protesta.
Plátano frito, muélelos, hazlo polvo, mételos en el nylon.
No le dejes un huequito para el aire.
Me hace falta una vigilia que no puedan vigilar.
Un gesto de miel en pomo plástico.
No permiten vidrios ni metales,
como podrás traer lo tuyo sin romperse
es mala carga.
¡Que no corte de un tajo el entresijo!
Hay cosas que no podrás pasar.
¡Ya tengo las manías rotas!
¡Ratas que hay! Tráeme veneno.
Un tóxico universal.

Cuando llegues, da tu carnet,
saluda al chirrido,
más, no le pidas perdones de tamaño natural.
¡Habrá una capilla 11-D que te cegará al sol!
Ya no te digo,
tú sabrás cómo, es al final del pasillo,
la rotura.
Mami, ¿yo no soy bueno?
¿Sabes que ayer estuve en el atoro?
Ya lo siento venir,
está en la lámpara noche y día.
No sabré cuando llegues,
¡no aprendí el amanecer!
Consígueme un brazo apoyado, una cabeza vuelta hacia el abismo.
Cocíname un portal.
Aquí la gente dice:
“no tengo ni una madre en que mentir.”
El que responde:
“Ño que fula tu descargas.”
“¡Ño, que fula tú descargas!”

Mamá,
La carne frita ahógala en aceite.
Dicen que aguanta una eternidad.





Alfredo Felipe Valdés, Primer lugar, Poesía, Concurso El Heraldo, edición 2006







Loida Valdés, esposa del prisionero de conciencia
y miembro del grupo de los 75 Alfredo Felipe Fuentes,
lee el poema escrito por su hijo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo los invito a darse una vuelta por la conciencia colectiva.