jueves, 10 de abril de 2008

Nada nuevo, René Gómez Manzano





Desde hace días, la prensa (aunque parezca increíble, la extranjera no la de Cuba) ha informado de la defección de, hasta ahora, siete de los integrantes del equipo cubano de balompié, que participaban en un torneo para optar por las dos plazas reservadas a nuestra región en los Juegos Olímpicos de Beijing. El once de nuestra patria había hecho la hombrada de empatar a un gol con el de los Estados Unidos, uno de los indudables favoritos. Las evasiones comenzaron poco después, y entre los ‘quedados’ figuran varios de los héroes de la jornada.

Hechos como ese, aunque no resulten insólitos en nuestro país, convocan a que quienes nos preocupamos por las cosas de la patria, meditemos sobre el hecho, sus implicaciones y características.

Lo primero que llama la atención es la magnitud de la defección: ¡más del 40% de los jugadores! Hasta donde recuerdo, se trata de un indudable record; y me parece que no sólo cubano, sino mundial. ¡Será posible que eso no le diga algo al régimen castrista y al mundo! ¿Será posible ocultar la magnitud de la irritación popular ante el estado calamitoso de nuestra nación?

Lo segundo son las circunstancias en que se produjo el abandono: en plena competencia, luego de la hazaña antes mencionada, pero cuando aún faltaban por celebrar todos los demás juegos. Es posible que los aficionados extranjeros, al conocer la noticia, se asombren de lo sucedido, y que tal vez alguno se entregue a tristes cavilaciones sobre la pobre calidad humana del cubano, que es capaz de abandonar a sus compañeros en un trance como ese… Desde luego que esos hipotéticos críticos ignoran completamente las circunstancias en que tienen que vivir nuestros compatriotas. ¡Suerte que tienen!

Lo tercero es la reacción (tal vez sería más apropiado hablar de la falta de ella) de la prensa oficialista cubana. En el noticiero de la televisión, el comentarista deportivo aludió crípticamente a una nueva proeza de nuestros jóvenes futbolistas (los que permanecieron en el equipo, quiero decir): a pesar de jugar con sólo diez hombres, nuestros atletas lograron contener al fuerte equipo hondureño durante sesenta y nueve minutos, para sufrir en definitiva una derrota clara, pero digna. Es probable que quien no conociera los antecedentes de la noticia (por desgracia, la mayoría de nuestros compatriotas), haya pensado que el árbitro había exhibido alguna tarjeta roja. Evidentemente, aún no se había recibido la consigna de la alta jerarquía política.

Así como un perro entrenado, aunque lance un ocasional gruñido, espera la voz de mando del amo para lanzarse sobre el presunto trasgresor y morderlo, sacudirlo o soltarlo; así como un soldado disciplinado cubre con la mira de su fusil al enemigo desprevenido, pero no acciona el disparador mientras su jefe no da la orden de fuego; así también los periodistas cubanos del oficialismo esperan las orientaciones del tenebroso DOR para lanzarse sobre cualquiera que de algún modo se aparte de la ‘línea de la revolución’.

Sobre el caso que nos ocupa, sólo he escuchado a horas tempranas un breve comentario de Radio Reloj, en él también se califica de ‘traición’ la actitud de los que han optado por iniciar una nueva vida en el extranjero. No obstante, hay que decir que, al menos hasta el momento, se ha tratado de un ataque vergonzante: lejos de repetir monótonamente la información cada media hora, como suele hacer esa emisora tan venida a menos, sólo he podido escucharla una vez en el transcurso de varias horas. Por su parte, el mini-periódico Granma, en su edición digital habló de ‘golpe bajo al fútbol cubano’.

Es decir: que tampoco en esta ocasión podemos constatar un enfoque nuevo de la cuestión: Cualquiera hubiera podido pensar que la pasividad del abandono y sus consecuencias para el deporte nacional habrían podido hacernos esperar un enfoque novedoso, diferente de la crisis. Máxime que ella, tuvo lugar poco después que el régimen cubano, ante el temor de otras defecciones, optase por no enviar boxeadores a competir en la tierra de nuestro gran vecino del Norte en otro torneo clasificatorio. A pesar de correr el evidente riesgo de no poder cubrir en la Olimpiada todas las divisiones de ese deporte-insignia del ‘amateurismo’ cubano.

Pero no ha sido así. En lugar de reconocer las condiciones anormales en que nuestros atletas tienen que entrenarse y competir; lejos de admitir que la prohibición de permitirles actuar como profesionales (a menos que, ya al final de su carrera, el propio régimen les asigne esa tarea) constituye una arbitrariedad y un atropello a sus derechos como seres humanos; en vez de permitir que los que han optado por el profesionalismo puedan ser convocados a formar parte del equipo nacional, como lo hacen nuestros hermanos dominicanos o brasileños (incluso venezolanos), el régimen al parecer, ha optado una vez más por atrincherarse en sus posiciones.

Es probable que a su regreso, los futbolistas reciban honores de héroes. Se pretenda hacer ver que la única explicación posible a que hayan no seguido a sus ex compañeros de equipo, sea un apoyo irrestricto al régimen imperante. En su sesgada visión del mundo, los castristas quieren olvidar que esos atletas son hombres que tienen familia, amigos, novias y que no en todos los casos las actitudes que se asumen son necesariamente políticas.

En una palabra: hasta ahora, nihil novum sub sole. ¡Nada nuevo bajo el sol!
El Vedado, 09/04/2008

Nota del Editor :
René Gómez Manzano, abogado, líder de la Corriente Agramontista de juristas; Ejecutivo a cargo de la Asamblea Para Promover la Sociedad Civil. Firmante del documento ‘La patria es de todos’. Manzano ha sido encarcelado en varias ocasiones por el papel que juega en la lucha por el restablecimiento de la democracia en Cuba.

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