jueves, 10 de abril de 2008

La esperanza de ser libre, Amarilis C. Rey




Venía corriendo, agitando un sobre de carta en su mano derecha, los ojos llenos de lágrimas y la emoción retratada en el rostro.

Era la misma Yolanda, que hace más de un año, tocó a mi puerta para contarme como varios guardacostas cubanos trataron de hundir la embarcación donde ella y otros once amigos utilizaban para abandonar la tierra que los vio nacer.

“Creía que nos ahogaban, me dijo entonces, pensaba en Dios, en mi hijo, en mi madre y cerraba los ojos, mientras aquellas lanchas daban vueltas y vueltas lo más rápido que podían alrededor de nuestra pobrecita embarcación”.

Era la segunda vez que Yolanda trataba de emigrar por su cuenta. En la primera un encuentro con guardacostas de Estados Unidos la devolvió a la isla junto a la posibilidad de acogerse al Programa de Refugiados Políticos mediante un formulario que debía entregar en la Sección de Interese de estados Unidos en La Habana.

“Me daba mucho miedo llenar esos papeles y que pudieran caer en manos de la Seguridad del Estado, y entonces tomaran más represalias en mi contra, o lo que es peor, en contra de mi hijo que sólo tiene diez años”, me comentaba.

Yolanda García Sánchez no está de acuerdo con el sistema político imperante en el país donde por primera vez sus pulmones se llenaron de aire, dio sus primeros pasos, y viviera fingiendo la mayor parte de sus 35 años de existencia.

Quiere ser libre, y pretende, dice, sentirse un poco ser humano aun a costa de abandonar su patria. Por eso las autoridades, con sutileza o sin ella, la vigilan, controlan y asedian.

La angustia en que vive venció al miedo y después de mucha indecisión, por fin llenó el cuestionario que fue contestado favorablemente para futuras entrevistas.

No llores, le pedí al mismo tiempo que trataba de fortalecerla diciéndole que estaba sólo en el comienzo de lo que pudiera ser su refugio político ya que la pueden denegar por el camino de ese proceso.

“Sí, me respondió, pero no te das cuenta que en este pequeño sobre tengo la esperanza de ser libre. Y lo más importante, que mi hijo lo sea también”.

Yolanda es sólo un caso. Podrían ser millones los jóvenes, y los que no lo son tanto, que se debaten en el dilema de huir de un sistema que agota física y espiritualmente.

La avalancha migratoria de los cubanos ya dura más de cuatro decenios, y no da indicios de diezmar su flujo. El régimen argumenta respeto a esto que se debe a motivos económicos y a la ley de Ajuste Cubano, vigente en Estados Unidos desde 1966, que permite a los cubanos poder obtener la residencia en esa vecina nación al año de haber llegado a ese país.

Pero leyendo a José Martí, nuestro mayor pensador, encontré otra explicación. En el último párrafo de la página 159 del tomo 23 de sus obras completas, el Apóstol nos dejó escrito:” La tiranía ahuyenta a los habitantes de los pueblos, y la libertad los atrae”.
Managua, La Habana, 09/04/2008
fornarisjo@yahoo.com
http://prolibertadprensa.blogspot.com/

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