jueves, 10 de abril de 2008

Las cartas de los viernes, Luis Cino





Las cartas llegan los viernes. Aparecen en la nueva sección del periódico Granma, Cartas a la Dirección.

Desde hace varias semanas, Granma viene los viernes con 16 páginas, como era antes del Período Especial. Luego del derrumbe soviético, no quedó papel siberiano ni para limpiarse… las revolucionarias conciencias con el órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista.

Las cartas son el plato fuerte del Granma de los viernes. Con la avidez por opinar que se ha desatado en el país luego de largas décadas de Pensamiento Único, se pudiera esperar leer algún criterio, si no interesante, al menos parecido a las opiniones cotidianas de los cubanos.

De eso nada, monada. No sueñes con aviones. Ni con los cambios, lo que se dice cambios, promovidos desde arriba. Granma sigue siendo Granma. Genio y figura…

Las cartas que llegan a la dirección del órgano oficial del Partido Único, o al menos, las que publican los viernes, de tan irreales, antes que por cubanos de ahora mismo, parecen escritas por extraterrestres. O por Randy Alonso, apoyado en la Mesa Redonda y en línea directa con el compañero Fidel.

Las misivas son de apocados súbditos de férrea disciplina partidista. Personas prestas a obedecer sin chistar que confían (eternamente, Yolanda) en la probada sabiduría de sus infalibles dirigentes. De tan distintas a las que publican en Juventud Rebelde, no parecen fechadas en La Habana, sino en Pyongyang.

“Sería imperdonable que hipotecáramos nuestro futuro”, un artículo que Granma publicó el 14 de marzo, hizo que la correspondencia dirigida a la recién estrenada sección se multiplicara.

Era un severo y desesperanzador comentario sobre la economía nacional escrito por Lázaro Barredo, el director del más oficialista de los diarios oficialistas. El comentario era un llamado, como el de un capataz de cuadrilla de forzados cadeneros, a trabajar más y no exigir ni quejarse tanto. A apretar las nalgas y darle duro a los pedales de la bicicleta china.

El comentario de Barredo le tumbaba las alas del corazón hasta al más optimista de los que esperan por las reformas de Raúl Castro. Con tantas expectativas por los cambios dentro del sistema y con la manía que nos ha dado por opinar, era de esperar el diluvio de llamadas telefónicas, cartas y mensajes electrónicos de los lectores que dice Granma que recibió. Lo que no era previsible tanto masoquismo.

Las extensas y sospechosamente bien estructuradas cartas de los viernes son sencillamente patéticas. Lo mismo imploran por una ley contra la vagancia que por más educación económica para los cubanos.

Una jubilada dice estar agradecida de poder comprar con su pensión los productos racionados que le ofrecen por la libreta. Para ella, el comentario de Barredo fue “atinado y clarísimo”.

La afortunada jubilada, que no se parece a los ancianos de mi fangoso barrio ni a los de los solares de Centro Habana, lamenta no ver mentalidad de ahorro entre los que se quejan de que no tienen con qué comprar. Critica el facilismo y la banalidad y la superficialidad de los quejosos.

Desdeña lo que escucha decir en la calle a economistas y politólogos populares que pretenden saber de pelota más que los árbitros. Ella confía ciegamente en los árbitros y entiende “correctamente lo que hay que entender”. Como no se considera economista, confía “que los expertos lo estén pensando y analizando muy bien y cuando las cosas sucedan, afecten lo menos posible a los menos favorecidos”.

Sólo la carta de J. R. R. Sánchez discrepó del comentario de Lázaro Barredo. El compañero Sánchez afirma tener los pies puestos en la tierra. No espera milagros, pero se queja de la dualidad monetaria.

Aboga (aunque confiesa que le son más confiables los cuc) por fortalecer el peso nacional. Según Sánchez, si el cambio fuera a razón de 20 pesos cubanos por 1 cuc en lugar de los 25 actuales, “significaría un aumento general de salarios”.

Luego de atreverse a discrepar y para que no lo incluyan en la impertinente categoría de los que creen saber más que los árbitros, JRR afirma “nunca me ha mortificado que los detractores de la revolución nos acusen de ganar 20 cuc al mes, pues siempre he ripostado con lo que Fidel nos ha enseñado”.

Como perros de Pavlov o canarios en su jaula, la jubilada compañera Terán y el compañero JR agradecen la canasta subsidiada por el Estado aunque no les alcance para comer más allá de la segunda semana. Los primeros de cada mes, mientras hacen la cola en la bodega y calculan una matemática en la que siempre falta mucho y nunca sobra nada, no pueden evitar menear la cola y que la boca se le haga agua.

Pronto llegará otro alud de cartas agradeciendo el permiso de entrar en los hoteles de su país, los teléfonos celulares, los DVD y otros cacharros que no tendrán cuc con qué pagar,

Esto de las cartas me trae a la mente a la rubia Doris Day en aquella vieja y aburrida película en que se escribía cartas de amor a ella misma.

Que me perdonen las sospechas la dirección de Granma y sus superiores, pero las cartas de los viernes, son tan poco creíbles como ciertos locos que se dicen y luego se contestan. Sólo que los que escriben las cartas (o los que se las orientan escribir) son cualquier cosa menos locos.
Arroyo Naranjo, 2008-04-05
luicino2004@yahoo.com
http://www.prolibertadprensa.blogspot.com/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Luis, los compañeros enturbian el agua y ensucian todo lo que tocan. Para esas personas no hay salvación: a la larga, si Cuba quiere sobrevivir tendrá, de una forma o de otra, que expulsarlos del gobierno de la nación. Ahora algo más importante: Me gustaría ver más literatura tuya. Tus cuentos son buenos. Publica más cuentos en APLP. Ahí es donde único se pueden leer.

Anónimo dijo...

Sr Luis Cino.
Muy acertado su comentari aparecido en Cubanet:
"Confusiones en la red"...,muy acertado.