jueves, 24 de abril de 2008

Olimpiada pekinesa 2008, Oscar Mario González





Seis años atrás cuando fue seleccionada la capital china como sede de las olimpiadas del presente año pudo haberse declinado el otorgamiento. Decididamente las tiranías, vístanse como se vistan, desentonan con el aura de amor y paz que envuelve a la actividad deportiva aunque a veces se presenten como sus promotoras y de hecho lo sean.

Las actuales violaciones de los derechos humanos por parte del régimen comunista chino contra la población indefensa del Tibet conmueven a todos los hombres que aman la libertad y la democracia a lo largo y ancho del Planeta. Lo peor de todo es la falta de información imparcial y fidedigna, pues desde el día 12 del presente mes los periodistas extranjeros están impedidos de entrar, no sólo al Tibet, sino también a las localidades vecinas.

Acá, no tenemos acceso ni siquiera a lo poco que se va conociendo y rumorando. Los medios de información radiales, televisivos y la prensa plana de la Isla guardan silencio. Una reflexión del Comandante rompió la censura impuesta al respecto pero tanto ésta como las escuetas noticias de la prensa oficialista, van en defensa de las autoridades de Pekín y atribuyen el asunto a la maleficencia del imperialismo yanqui.

Lo único que se conoce viene de boca del gobierno chino y, claro está, bien poco se le puede creer a este régimen que han nacido y crecido manando sangre inocente e indefensa frente a un mundo que prefiere hacerse el desentendido o fijar la mirada a las acciones del “imperialismo” siempre tachado de criminal y genocida.

Frente a la cifra oficialista de una docena de muertos, fuentes independientes aseguran que alcanza un centenar de víctimas fatales y cientos de heridos. Generalmente en estos casos hay bajas de ambas partes, pero los muertos al parecer, pertenecen únicamente a los manifestantes. Poco se sabe a ciencia cierta de los pormenores y estamos convencidos de que el mundo nunca los conocerá totalmente. Los crímenes del totalitarismo, y ello bien lo sabemos, sólo aparecen luego de la debacle cuando la verdad sale a flote y casi todos aspiran a ser héroes o inocentes o ambas cosas a la vez.

Cuando China fue elegida como sede en 2001 prometió crear un ambiente de respeto hacia las libertades públicas, pero para las tiranías las promesas son simples papeles. A escasos cinco meses de la inauguración no reparan en emplear la violencia y la crueldad contra pacíficos opositores, entre ellos sacerdotes y religiosos consagrados. Los tibetanos no claman por segregarse del resto del país sino por ejercer una autonomía que fue rota por las huestes comunistas tras apoderarse del país en 1949 y por cuya razón su líder y guía espiritual, el Dalai Lama, peregrina por el mundo desde 1959 tras ser violentamente sofocado un levantamiento popular por parte del régimen comunista chino.

En 1989 fue galardonado con el premio Nobel de la Paz por su firmeza y entrega a la lucha pacífica por la felicidad de su tierra. La lucha de los tibetanos por su libertad es milenaria y verdaderamente apasionante.

Reporteros sin Fronteras (RSF) junto a otras instituciones de derechos humanos de acreditado prestigio, han hecho llamados al mundo para que proteste contra el genocidio chino luego de inútiles peticiones de cordura a las autoridades asiáticas. En particular, RSF ha exhortado a los responsables políticos del mundo para que,…”manifiesten su desaprobación de la política china, anunciando la intención de no asistir a la ceremonia inaugural”. A continuación aclara que “pedir el boicot total de los juegos no es buena solución”. Por último aclara que un centenar de periodistas, internautas y ciber disidentes están encarcelados.

Sin lugar a dudas no existe en el mundo un pueblo mejor dotado de ejemplos vivénciales para entender y sentir en lo más hondo la realidad china que el pueblo cubano. La intolerancia y brutalidad totalitarias en su necesidad de proyectar una falsa unanimidad son capaces de todo. Y siempre son iguales aunque se vistan de ropaje capitalista.

Ojalá y el mundo de una muestra de sensibilidad y envié el necesario mensaje de adhesión a nuestros hermanos chinos que hoy levantan no sólo la llama olímpica sino también el fuego glorioso de la Plaza de Tiananmen. Estoy convencido de que, así como aconteció en Europa del Este, también caerá, más temprano que tarde, la ignominia totalitaria en el gigante asiático a pesar de que hoy, como entonces, no se adviertan con nitidez los signos de tal inevitabilidad.
Playa, 20/04/2008
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1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Amen! ¡Amen! ¡Amen!