jueves, 20 de marzo de 2008

CULTURA, Los libros sin suerte, Juan González Febles



‘Cartas a Leandro’ fue publicado por CubaNet en su colección ‘El Pegaso de papel’, en 2001. La novela, está firmada por Ramón Díaz Marzo. Su editor Antonio Conte nos presenta el material como “autobiográfico, testimonial, fragmentado”. Quizás una preparación necesaria para irrumpir con cierta comodidad a un mundo alucinante, opresivo y por encima de todo: muy real.

Díaz Marzo cuenta con oficio y con un almacén vivencial impresionante. Para citar un ejemplo, perteneció al círculo interno del mítico Reinaldo Arenas en La Habana. Con semejantes antecedentes, podría esperarse que su obra alcanzara un éxito fácil en un mercado ávido de audacias y marcos referenciales novedosos para un tema como el cubano, pero no fue así. Todo quedó en una edición limitada, quizás demasiado que se distribuyó, mayoritariamente en Cuba.

El libro nació condenado de inicio. Fuera de los circuitos comerciales y frente a la hostilidad per se, de la izquierda literaria, no había más que hacer. Se convirtió en la obra local salida de una minoría étnica en los Estados Unidos. Para mayor desgracia, escrita por alguien que no era residente ni ciudadano estadounidense. Un cubano de la Isla, disidente y no de los más populares en los medios del exilio cubano militante.

En la actualidad, el libro está olvidado o desconocido. Su autor escribió otra novela que logró sacar de la Isla, pero aun no ha logrado colocarla con un editor de puntería.

Esto contrasta con la fortuna mediática conseguida por Pedro Juan Gutiérrez y su excelente ‘Trilogía sucia de La Habana’. La ‘Trilogía’ paseó las distancias del éxito a partir de su visión ‘bukovskiana’ e irreverente. Su lectura describe relaciones y condiciones en una ‘Cuba oculta’. De la obra de Rodríguez no puede deducirse hasta que punto el régimen, su mala leche y sus prioridades políticas son la mano que mueve la cuna y las cosas. No deja claro la autoría de la suciedad que describe, pero tales descripciones si rinden pingues dividendos a la visión de un paisaje pintorequista y folclórico de una dictadura, ‘en el fondo no tan mala’. Sólo que no aprendió a sonreír y, no puede ser tan terrible, mientras la sufran sólo los cubanos ‘que ya están acostumbrados’.

‘Cartas a Leandro’ con toda su desolación, permanece empolvada en estantes y libreros de disidentes y bibliotecas independientes, o en oscuras gavetas y escondrijos de los pocos que consiguieron hacerse de un ejemplar. Es un libro que no hace reír. Uno escrito con toda la calidad y con toda la mala suerte de este mundo.

Existen otros autores de poca fortuna, uno de ellos es Rogelio Fabio Hurtado. Su poesía fue elogiada en su momento por el poeta nicaragüense, Ernesto Cardenal. En Cuba tuvo sus quince minutos de gloria, pero lo tragó el anonimato. Convertido a la fe católica, colaboró con la prensa católica y escribió y ganó el Premio Vitral de Poesía en 2004. Eso le valió una muy modesta edición de un cuaderno de poesía, hecha con los magros recursos con que podía contar el laborioso equipo de Vitral encabezado por Dagoberto Valdés.

No son pocos los libros y los autores sin suerte en la Cuba totalitaria del presente. Pero esto no parece quitar el sueño a muchos promotores literarios, que dentro y fuera de la Isla, defienden agendas políticas o comerciales, encaminadas a promover currículos extra literarios.

Habrá que esperar por la democratización de la Isla para rescatar la obra valiosa de estos y otros autores malditos. Crucemos los dedos para que así sea.
Lawton, 14/03/2008
jgonzafeb@yahoo.com
http://prolibertadprensa.blogspot.com/

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