jueves, 6 de marzo de 2008

“Nunca me enteré de su graduación”, Guillermo Fariñas Hernández.




Los muchos o pocos lectores con que cuenta el diario Granma, descontando a quienes lo usan en sustitución de los rollos de papel sanitario, (muy caros en divisas convertibles) están todavía sorprendidos por los sistemáticos editoriales del Dr. Fidel Castro, titulados “Reflexiones del Comandante en Jefe”.

Todo parece indicar que el gobernante de esta isla, pretende tener deficiente su avejentada memoria, cuestión que casi nadie se cree, pero aspira a que todos los cubanos de pronto se conviertan en desmemoriados a conveniencia, para no usar la frase que los nacidos en Cuba se transformen en desvergonzados.

Si nos remitimos a las declaraciones de Castro y las de su Ministro de Relaciones Exteriores Felipe Pérez Roque a la prensa extranjera y del patio, sólo tres de los 75 disidentes pacíficos encarcelados durante la ola represiva de la primavera de 2003, eran periodistas.

Entre los condenados a altas penas de cárcel de hasta 28 años de privación de libertad, se encontraban 28 compatriotas que ejercían y algunos dadas las circunstancias en este momento todavía ejercen el periodismo independiente dentro las ergástulas. Sus trabajos son publicados por la prensa digital foránea, por que al interior del archipiélago constituye un delito.

Los alabarderos del Castrismo al defender y justificar el ataque a estos informadores alternativos a los medios de comunicación controlados por el gobierno, argumentaron que la mayoría de los enjuiciados no eran auténticos periodistas, puesto que no se habían graduado en ninguna facultad de periodismo de alguna universidad nacional.

Cierto es que sólo reconocieron como comunicadores debidamente licenciados en estos menesteres a Raúl Rivero Castañeda, Ricardo González Alfonso y Julio Cesar Gálvez, los otros según la versión oficial no rezaban cuales verdaderos periodistas, por lo que las organizaciones defensoras de los que hacen prensa en el planeta, estaban totalmente equivocadas.

El pueblo cubano no recibió el argumento que los periodistas en el mundo, se dividen en colegiados y no-colegiados, siendo los colegiados aquellos que terminan un nivel universitario en escuelas de Comunicación Social o Periodismo, mientras que los no-colegiados ejercen el oficio del “Come-Letras” con una preparación autodidacta, post-graduada o empírico-práctica.

Las figuras insignes en Cuba y recordadas cual periodistas, nunca estudiaron esa especialidad como José Martí, Juan Gualberto Gómez, Jorge Mañach o Rubén Martínez Villena. Por cierto, todos se doctoraron en Derecho. El ejemplo más notorio es el estudiante de leyes Gabriel García Márquez, quien comenzó como reportero en su natal Colombia.

O sea que para ser un buen periodista la vida ha demostrado, que se necesita veracidad, talento, ética, deseos de investigar u opinar y sobre todo poseer una amplia cosmovisión del contexto que nos rodea, el periodista fracasa o triunfa según el criterio de un jurado implacable, el necesario y siempre critico público de lectores.

La prolongada y secreta dolencia del mayoral vestido de verde olivo, ha sistematizado su incursión en este segmento del mundo de las letras, el hijo de Ángel y Lina es ya todo un editorialista y no se conoce de nadie que le halla cuestionado su derecho a ejercer el periodismo, el debate y la discusión afloran por las argumentaciones, nunca por su potestad de escribir o no.

Todavía existe un grupo de ingenuos espectadores de la realidad cubana, que dentro de su ingenuidad esperan el emplazamiento honesto y sincero de Pérez Roque a su propio Comandante en Jefe, por que este está practicando el editorialismo, así como Omar Ruiz Hernández hizo reporterismo o Normando Hernández González realizó articulismo.

Quisiéramos escuchar al “Adulador Orgánico”, parrafeando a Ortega y Gasset, en que se ha convertido Felipe Pérez Roque: ¿Por qué su Comandante Fidel, si puede ser considerado todo un periodista?, sin tampoco haberse titulado como tal en ninguna universidad de la nación y los periodistas independientes cubanos no pueden merecer esa consideración.

Un periodista graduado y escritor, al que sus terrores no lo dejan abandonar el periodismo oficialista, que ejerce como profesor auxiliar de una facultad de esa profesión, confiesa con sarcasmo a los poquísimos amigos que le quedan: “Como docente conozco el nombre de todos los graduados de periodismo en Cuba y yo nunca me enteré de su graduación, la de Fidel Castro”.
Lawton, 04/03/2008
cocofari62@yahoo.com
http://prolibertadprensa.blogspot.com/

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