jueves, 20 de marzo de 2008

POLÍTICA, Con el cetro bajo la almohada, Odelín Alfonso Torna



“Los cargos como cargos no me importan, los honores como honores no me importan”. Palabras de Fidel Castro en su discurso del 16 de febrero de 1959, en la toma de posesión como primer ministro.

49 años después, el ahora articulista, compañero o soldado de las ideas, Fidel Castro, abandona el poder. El 17 de diciembre de 2007, el propio comandante Fidel expresó: “Mi deber elemental no es aferrarme a cargos, ni mucho menos obstruir el paso a personas más jóvenes…”

Y ya vimos que no fue así. Es una lastima que la Asamblea Nacional del Poder Popular no supo, o no pudo, barajar bien sus cartas el pasado 24 de febrero.

El verdadero contrapunteo sobre el mensaje del comandante en jefe, el pasado día 19 de febrero, gira entre los que dicen que renuncia como presidente vitalicio y los que no se acostumbran a la idea.

Para la periodista Arleen Rodríguez Derivet, vocera habitual de la Mesa Redonda dice, “Fidel no renuncia como anunciaron los titulares en muchos medios de comunicación”. Agrega que el máximo líder solo “renunció a la comodidad y a los lujos”.

El teólogo e intelectual brasileño Frei Betto, entrevistado por la periodista Irma Shelton, del Sistema Informativo de la Televisión Cubana expresó: “Fidel renuncia a sus funciones para cuidar mejor de su salud”.

Otra de las opiniones desfavorables a la de Arleen Rodríguez es la del Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Samuel Santos, quien plantea que “Fidel ha sido un hombre gigante y renuncia como un gigante”.

“Fidel no renuncia ni abandona nada”, expresó el presidente de Venezuela Hugo Chávez, el párvulo revolucionario más apegado al ex presidente cubano.

Desde mi óptica me pregunto, ¿Qué significado tiene no aspirar, o no aceptar, el cargo de Presidente del Consejo de Estado el pasado 24 de febrero?

Sea lo que sea, cocínese o cómase crudo, la vida en la isla seguirá igual o peor. La diana sonará para los revolucionarios y la tonfa para los que disienten. La vieja oligarquía ya tiene todas sus asignaturas aprobadas y sabe de antemano como barajar en el poder.

Mientras no aparezcan nuevos revolucionarios que logren embestir al viejo aparato de gobierno, da lo mismo que lo de Fidel sea renuncia o peritaje médico.

Ya el comandante anunció que seguirá escribiendo bajo el título “Reflexiones del Compañero Fidel”.

Entonces esperemos que el soldado de las ideas siga denunciando, con sus dotes de embelequero o chanchullero, como lo hace desde hace cinco décadas.

Los textos de Fidel vienen zigzagueando en su propia historia revolucionaria desde 1957. Publicó artículos de denuncia contra los gobiernos de turno en el periódico La Calle, el periódico Alerta y en la revista Bohemia.

Ya lo dijo la Presidenta de las Madres de la Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini: “Seguiremos leyendo lo que el escribe. Siempre es para el conocimiento como el alimento de cada uno de nosotros que nos sentimos revolucionarios”

Acostumbrarse a la idea llevará tiempo. Fidel convalece con el cetro bajo la almohada y al mismo tiempo lee incesantemente cables de noticias que le reportarán al menos tres o cuatro reflexiones por semana. Ver para creer.

Quizás yo reflexione algún día y me dedique a publicar cuatro o cinco partes ininterrumpidas de un tema. Tal vez escoja “El candidato del Pueblo”. Tendría que duplicar el tiempo de lectura, adentrarme a tiempo completo en el sistema electoral cubano o recopilar incesantemente datos de actualidad. Imposible, mejor renuncio.
Arroyo Naranjo 2008-03-17
odelinalfonso@yahoo.com
http://prolibertadprensa.blogspot.com/

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