jueves, 6 de marzo de 2008

SOCIEDAD Nuestros queridos viejos,




A las personas de la tercera edad en Cuba se les suele interpelar con el vocativo “viejo”sin que por ello el sustantivo denote una actitud peyorativa. Por el contrario, indica respeto y espontáneo cariño.

Por viejos entendemos a los representantes de la tercera edad, a los que sobrepasan los sesenta años. Aquellos que al triunfar la revolución tenían no menos de l0 años.

Generación frustrada por medio siglo de ilusiones y desengaños. Corazones exhaustos por tantos fracasos. Sobre todo por el continuo palpitar de medio siglo festejando triunfos que al cabo del tiempo sólo arrojan un saldo de pobreza material y miseria moral.

Nuestros viejos, luego de tanto tiempo yendo y viniendo; luego de tanto andar para aquí y para allá, hoy suelen vagar taciturnos, dejando lo que les queda de vida en la lucha por la subsistencia. Algunos fueron dirigentes, otros internacionalistas; muchos vanguardias del trabajo a nivel nacional y los que menos milicianos y fundadores de los Comités de Defensa. Al principio por voluntariedad luego por obligación porque un régimen totalitario no permite la neutralidad.

Mejor suerte parecen haber corrido los que se han cobijado bajo otros cielos más dadivosos pero no de un azul tan radiante ni tan apegado al recuerdo y a los orígenes. Porque no se trata de sentimentalismos ridículos sino de verdades inobjetables: lo de uno es lo de uno.

Nuestros viejos son campeones en la lucha por la subsistencia. Suele vérseles en los portales de las principales arterias comerciales. Sigilosos, vendiendo tubos de pasta dentrífica, frazadas para limpiar el piso, pastillas de caldo de pollo; todos los tipos de dulces y golosinas tradicionales: cremitas de leche, coquitos acaramelados, torticas de Morón.

Muchos prefieren especializarse en la venta de bolsitas de nylon a la entrada de los mercados agropecuarios. Es una forma útil de buscarse la vida en un país donde el cliente ha de llevar consigo el envase como requisito para poder comprar.

A veces brindan servicios útiles a la población. Allí en una esquina del cuarto donde viven, con una pequeña mesa rellenan fosforeras o encendedores de gas, de esos que en el resto del mundo se desechan luego de ser usadas. También reparan un par de zapatos, un ventilador o una olla de presión. Muchos han tenido que actualizar sus viejos oficios que les fueron transmitidos por los ancestros pero que un día dejaron para dedicarse a las tareas revolucionarias. En ocasiones son el principal sostén económico de la familia.

Otros viejos son más dichosos y viven mejor por las remesas que reciben del nieto asentado en Miami, Madrid o Estocolmo. Otros, solos y enfermos esperan la muerte en una pocilga o en un hogar de ancianos estatal donde la muerte se acelera por la rudeza en el trato, la ausencia de afecto, la deficiente alimentación y la pésima higiene.
Playa, 02/03/2008

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso de cielos más dadivosos, no hay quien se lo trague. Los viejos que viven en otras latitudes disfrutan de un bienestar económico que es producto de sus trabajos y de la libertad política que han disfrutado. Nadie les ha hecho ningún regalo. Algunos, sino muchos, de los viejos que pululan por los portales de la calle Monte son, en gran parte, autores y actores de lo que hoy tienen. No supieron reconocer, en su momento, que los enemigos de la Patria no eran los gusanos. Los enemigos, desde los tiempos en que esos viejos eran jóvenes y lozanos, lo son los comunistas, el odio, la envidia, la delación, la malidicencia, la deshonestidad, la credulidad, la cobardía, etc. etc.

Anónimo dijo...

Verdad de Perogrullo: "lo de uno es de uno." En Cuba todo es de la Bestia enferma y del Partido. Esos ancianos que tan fielmente sirvieron a la tiranía, hoy se pueden contentar pensando que son dueños del cielo cubano, del Capitolio y del Parque Central. En cuanto a comer... bueno, eso es otro tema.

Anónimo dijo...

Las plateadas canas de la ancianidad son la espléndida corona de una vida vivida con rectitud, dignidad, honor, valentía y principios morales. Los ancianos de quienes hablas pueden ser redimidos, pero tiene que ser por sus propios esfuerzos. Son sus propias acciones ahora, no lo que hicieron en el pasado, las que pueden levantarlos y hacerlos CIUDADANOS de nuevo. A su alcance están la resistencia pasiva y la desobediencia civil. ¿Que los van encarcelar? Muy bien...Pero también tienen que alimentalos. ¿Fusilarlos? Alguien tendrá que cavar los hoyos... ¿Qué me dices de la opinión pública dentro y fuera de Cuba? Esta exhortación es subversiva, no mendigante ni lastimera como la tuya.