De aún existir, la Orquesta Cubana de Música Moderna hubiera cumplido el año pasado los 40 años. Pero la orquesta se extinguió joven aún. Se deshizo como una pastilla de menta. El clima comunista es propicio para dinosaurios, no para elefantes musicales.
La Orquesta Cubana de Música Moderna nació en 1967, por una insólita orientación de los comisarios: crear una big band con los mejores músicos del país para tocar “de todo”, especialmente jazz.
Los músicos fueron escogidos a mano por Romeu y Somavilla para integrar una formación impresionante.
Romeu abandonó la orquesta del cabaret Tropicana. El pianista Chucho Valdés y el guitarrista Carlos Emilio Morales vinieron del Teatro Musical de La Habana. Pucho Escalante, Oscar Valdés y el baterista Guillermo Barreto dejaron la orquesta del ICR, Cachaíto y Luis Escalante, la Sinfónica Nacional.
A Paquito D Rivera, que acudió a tocar el saxo alto, lo rescataron de la incolora banda donde cumplía el servicio militar obligatorio.
“¿Quién demonios podía entender un cambio tan brusco después de tanta represión contra toda esa música?”, narra el propio Paquito: “pero la realidad era que ahora había orquesta de jazz y a tocar se ha dicho, antes que los jerarcas cambiaran de opinión y hubiera que cambiar la guitarra eléctrica por la balalaika y los saxofones por helicones o algo peor.”
Los músicos estuvieron encantados de tocar con swing. Lo mismo One Mint Julep, de Ray Charles, que la Misa Negra, de Chucho Valdés.
El público, ya privado del Mozambique, encontró más rico el sabor yanquirule de la Pastilla de Menta que el caramelo para Margot, repartido por los CDR y con gusto a benadrilina.
La felicidad duró poco. Si el jazz era un engendro enajenante y decadente para Mao, Stalin y Khrushev, ¿por qué iba a ser diferente con Fidel Castro y sus seguidores?
La orquesta debutó en un campamento agrícola en Guane, grabó un disco, hizo varios conciertos en el teatro Amadeo Roldán, y ensayó febrilmente para la Expo 67 en Montreal.
La orquesta llegó diezmada al pabellón cubano en Montreal. A buena parte de los músicos, a los mejores, no le permitieron viajar a Canadá.
A Chucho, Paquito, Carlos Emilio, Cachaito y Plá, les encargaron integrar el Quinteto Cubano de Jazz que actuaría en Varsovia en el Festival Jazz Jamboree. Pasaron años antes que viajaran a Polonia.
A los trompetistas Lara y Varona y al trombonista Modesto Echarte tampoco los dejaron ir a Montreal. Nunca les explicaron por qué.
Luego, empezaron a llegar orientaciones de tocar “de todo”, no sólo jazz. Los Festivales de Varadero de 1967 y 1970 fueron sus últimas oportunidades de lucimiento.
En 1971 se inició una mala y larga temporada para la cultura cubana. A la Orquesta Cubana de Música Moderna le impusieron un repertorio cada vez más ligero, hasta convertirla en una orquesta de variedades que acompañaba a cantantes.
El ejército se llevó para su banda musical a Sandoval, Plá y al contrabajista Carlos del Puerto. Romeu y Somavilla se apartaron de la orquesta. La Dirección de Música del Consejo Nacional de Cultura despidió a Paquito D Rivera.
Dos años más tarde, Chucho Valdés creó Irakere y “sacó del bache” no sólo a Paquito D Rivera, sino a los mejores músicos de la orquesta que se aburrían, bajo la batuta de Germán Piferrer, acompañando a cantantes mediocres.
Un poco promocionado concierto celebró 23 de junio del 2007, en el teatro Amadeo Roldán, el aniversario 40 de la Orquesta Cubana de Música Moderna.
De los fundadores de la orquesta sólo estuvieron Chucho, Carlos Emilio y Plá. Romeu, Somavilla, Barreto y Varona murieron.
Sus solistas más espectaculares, el saxofonista Paquito D Rivera y el trompetista Sandoval, están en el exilio. Uno hace 27 años, el otro 17. Se fueron con su música a otra parte. Hoy, son estrellas del jazz internacional y tocan lo que les place. Sin orientaciones ni comisarios. Sólo con swing. Como lamentablemente le impidieron seguir tocando a la Orquesta de Música Moderna.
Arroyo Naranjo, 2008-03-16
luicino@yahoo.com
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