jueves, 22 de enero de 2009

CUANDO DIOS ESTÁ POR MORIR, Guillermo Fariñas Hernández


Santa Clara, Villa Clara, enero 22 de 2009, (SDP) Muchos fanatizados seguidores del Fidelismo ortodoxo, imbuidos del clímax personalista de este modo de gobernar, llegaron a creer que el legendario y barbudo Comandante en Jefe de la Revolución Cubana era un Dios. Si así no lo creían, por lo menos sus más racionales partidarios lo tomaron como una especie de semidiós.

Castro se transformó en un legítimo icono para los militantes de la izquierda mundial tras desafiar a sus patrocinadores soviéticos por retirar sin su consentimiento los cohetes nucleares rusos que en 1962 dieron lugar a la Crisis del Caribe. Fidel Castro pidió públicamente a Nikita Jruschov que disparara primero los misiles.

Así sentó una imagen del estadista portador de una valentía proverbial e irracional que muere por sus ideas y es capaz de arrastrar con su sacrificio a todo un pueblo. Era una proyección de personalidad algo alocada, pero con un espíritu de inmolación inquebrantable antes de cejar en sus ideales y posiciones.

Después se hizo famosa su proclividad en fomentar focos guerrilleros en casi todos los países de África, Asia y América Latina en pleno desafío a las dos grandes potencias mundiales involucradas en la Guerra Fría. El apogeo vino con la creación de los “Afrikan Corps” cubanos y su envío a Angola y Etiopia.

Fidel tiene ahora 81 años cumplidos y desde el 31 de julio del 2007 se encuentra imposibilitado de poder ejercer el poder por una delicada intervención quirúrgica en su sistema gastrointestinal. En los pocos videos o fotos que ha divulgado el aparato de (des)información ideológica del Castrismo, aparece muy desmejorado.

Sorpresivamente, Hugo Rafael Chávez Frías dijo en su semanal programa “Aló Presidente”, el 11 de enero del 2009: “Al compañero Fidel Castro no se le verá más en público, pero eso no tiene ninguna importancia ahora, porque Fidel es de esos hombres que no necesitan de su presencia física para trascender”.

Esta expresión ha causado toda una conmoción entre los cubanos de a pie porque resultó interpretada como un aviso de la inminente muerte del histórico líder, que hace casi un mes no publica sus acostumbradas “Reflexiones” en la prensa al servicio del único partido político permitido, el Partido Comunista de Cuba.

Los más suspicaces y paranoicos de los analistas nacionales o extranjeros de la problemática cubana con rapidez han traducido estas crípticas palabras como un augurio y preparación de las opiniones públicas, nacional e internacional, ante el inminente fallecimiento del Dr. Fidel Castro Ruz.

Entre los más pobres y humildes de los residentes en el archipiélago cubano, el terror se ha apoderado de sus sentimientos. Hay incertidumbre por lo que sobrevendrá para esta nación, que se encuentra a un paso de la transición inmediata. Una transición dura y necesaria en las conciencias de todos los actores sociales implicados en esta tragedia que se escenifica a lo largo y ancho de una estrecha isla.

No hay la mínima certidumbre de cómo este cambio político, económico y social acontecerá: si de una forma planificada o mediante el peor de los caos.

Surgen las demasiado esenciales dudas en las siempre asustadas mentes de los desinformados cubanos acerca de si esta conversión se hará a través de la violencia, con su correspondiente derramamiento de sangre y pérdida de vidas humanas, o si, por el contrario, se efectuará mediante el mayor de los pacifismos.

Es una situación de marcado stress social, contenido a duras penas, cuya principal víctima es todo el pueblo de Cuba. Una nueva psicología de la espera y el disimulo a ultranza está hoy de moda, porque esto ocurre en este tipo de sociedades cerradas cuando Dios está por morir.
cocofari62@yahoo.es

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