Cienfuegos, enero 15 de 2008, (Jagua Press) Recientemente y hallándome en una sala de interrogatorio de la policía de Seguridad del Estado, un represor me preguntó: ¿Cuál de los dos candidatos a la presidencia de Norteamérica es el de tu preferencia? Como conozco las intenciones de mi interlocutor, basado en mis propias convicciones, le respondí sin pensarlo dos veces: “Ni Obama ni McCain, el problema cubano debe resolverse entre cubanos”.
Por décadas, los comunistas que desgobiernan nuestra nación se las han ingeniado para venderle a medio mundo la idea de que los males políticos, económicos y sociales nuestros, tienen su origen en el diferendo Cuba- EUA. Que bastaría con que el gigante del norte cambiara su actual política para que en la isla todo quedase resuelto.
La gerontocracia que controla el poder ha sembrado en la conciencia de los ciudadanos el miedo y el odio, para ocultar tras los valladares que ha levantado, sus ineficiencias y fracasos.
Basado en la desinformación a que someten a sus vasallos, les aseguran que de no existir el diferendo con los Estados Unidos, Cuba sería ese mar de felicidad que se ha inventado Chávez.
Quienes nos hemos dedicado a estudiar con seriedad el fenómeno del Totalitarismo, sabemos que regímenes como éste, sólo sobreviven en el inmovilismo. Ante las exigencias de cambio de los ciudadanos, suelen argumentar que son agredidos por un enemigo externo. Entonces, se hace necesario esperar para no poner en peligro la soberanía nacional.
Del otro lado de la rivera política, existen quienes cifran sus esperanzas de derrocar al castrismo -por décadas postergado- con una intervención extranjera liderada por el Tío Sam. Sin darse cuenta, han sido arrastrados a la falsa creencia de que el futuro de Cuba depende fundamentalmente -para bien o para mal- de los norteamericanos.
Enanos de pensamiento como son, consideran al nativo incapaz de regir su propio destino, de romper las cadenas que le atan y buscan por fuera un campeón que les libere del dragón rojo. ¡Insensatos! Desconocen la historia de este pueblo.
El cambio que se verifica en la conciencia de mis paisanos me hace sentir optimista. Tanto dentro como fuera del territorio insular los demócratas acercamos posiciones. Hemos comenzado un proceso natural de madurez política por medio del cual se dejan de lado enfoques ideológicos discrepantes y se fijan visiones comunes que apuntan a favorecer el cambio.
Ni Obama ni McCain, como ayer no fueron ni Bush ni Clinton. Ahora, la solución está en tus manos, cubano.
JP-SDP
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