Centro Habana, La Habana, enero 15 de 2009, (SDP) Detenerme en aclarar problemas internos de la disidencia cubana significa para mí perder tiempo y energías. Sobre todo con tanto trabajo político que nos queda por delante a causa de un gobierno irresponsable que en 50 años no ha podido sacar a Cuba de las crisis económica, política y social en que la ha hundido irremisiblemente.
Siempre me ha parecido poco provechoso responder a los ataques e injurias de aquellos perdedores que a falta de ideas concretas, de principios, carisma personal y de ética, prefieren tomar el camino más fácil para lograr el reconocimiento que no han sido capaces de obtener con sacrificio y altruismo.
Venderse al mejor postor por algún beneficio material es mucho más hacedero para ese tipo de personas que asumir una actitud digna ante aquel que ha querido comprar su apoyo momentáneo con el único fin de apuntalar su ego. Sabemos que uno y otro se desprecian. Se conocen, saben muy bien cuan mezquinos y manipuladores suelen ser y hasta que punto se identifican con la apostasía.
Me duele mucho gastar mi intelecto en responderle a alguien que es presa de su frustración, porque siempre acuden a lo mismo; tratar de ofender y desmoralizar con ataques desesperados y declarándose presidente de un partido que no existe.
Sin embargo, no le han salido tan mal las cosas. Digo esto porque al menos tuvo la suerte de obtener el permiso de salida del país para viajar a los Estados Unidos y pasar algunos meses por allá junto a sus familiares, desde luego, sin haber podido lograr el encargo de dividir al PSD.
Para gran número de personas esto resulta un poco extraño, porque entre las características principales del régimen dictatorial cubano está prohibir la salida del país de sus más enconados enemigos. De ello se ufana insistentemente esta persona con duros pronunciamientos y poses intolerantes en contra del régimen y de los que promovemos la moderación en favor del diálogo y la reconciliación entre todos los cubanos.
Así es la vida. En mi caso que soy un opositor más, y que a juicio de esta persona y los que lo apoyan, no represento peligro alguno para el gobierno porque, según ellos, soy un agente de la policía política, no he tenido tal suerte. En varias ocasiones he sido invitado para viajar al exterior y las autoridades de inmigración me negaron siempre el permiso para salir del país. ¡Nada! Todo es cuestión de suerte. ¡Ah! y como no quiero que haya confusión alguna, debo aclarar que me estoy refiriendo únicamente a Pablo Silva Cabrera y no a otra persona.
Los que me conocen saben que me consagro al trabajo las 24 horas del día si es preciso, siempre y cuando los que trabajan conmigo sean un equipo serio, responsable, homogéneo y disciplinado como lo es la actual Dirección Nacional del PSD. Siempre he creído que la única forma de ripostar los ataques de los invidentes y ultra conservadores políticos es mostrando el trabajo realizado, con sus aciertos y desaciertos, pero con la certeza de que hemos superado con creces una etapa; en este caso me refiero a la crisis provocada por la intentona golpista del referido personaje.
Todo es perfectible y la verdad absoluta no existe. No obstante podría mostrarles la amplia labor que hemos venido desarrollando en los últimos casi dos años, pero no lo creo necesario. Estoy convencido que con sólo mencionar dos de los procesos más importantes, será suficiente, incluso, para quienes no se han dado o no han querido darse cuenta de que lado está la razón y por consiguiente, el Partido Solidaridad Democrática.
Uno de esos procesos fue la reactivación de la Convergencia Liberal Cubana (CLC), el 29 de agosto de 2007. En ese proceso unitario hemos venido interactuando con notable acierto junto a otras cinco organizaciones liberales dentro de la isla. El otro fue la celebración el pasado 8 de mayo de la III Convención Nacional de nuestro partido que, al unísono, efectuó sus séptimas elecciones generales. Sobre esto último es en lo que quiero detenerme para despejar posibles dudas al respecto.
primaveradigital@gmail.com
(1) Presidente del PSD, el cual es miembro pleno de la Internacional Liberal (IL) y de la Convergencia Liberal Cubana (CLC)
Siempre me ha parecido poco provechoso responder a los ataques e injurias de aquellos perdedores que a falta de ideas concretas, de principios, carisma personal y de ética, prefieren tomar el camino más fácil para lograr el reconocimiento que no han sido capaces de obtener con sacrificio y altruismo.
Venderse al mejor postor por algún beneficio material es mucho más hacedero para ese tipo de personas que asumir una actitud digna ante aquel que ha querido comprar su apoyo momentáneo con el único fin de apuntalar su ego. Sabemos que uno y otro se desprecian. Se conocen, saben muy bien cuan mezquinos y manipuladores suelen ser y hasta que punto se identifican con la apostasía.
Me duele mucho gastar mi intelecto en responderle a alguien que es presa de su frustración, porque siempre acuden a lo mismo; tratar de ofender y desmoralizar con ataques desesperados y declarándose presidente de un partido que no existe.
Sin embargo, no le han salido tan mal las cosas. Digo esto porque al menos tuvo la suerte de obtener el permiso de salida del país para viajar a los Estados Unidos y pasar algunos meses por allá junto a sus familiares, desde luego, sin haber podido lograr el encargo de dividir al PSD.
Para gran número de personas esto resulta un poco extraño, porque entre las características principales del régimen dictatorial cubano está prohibir la salida del país de sus más enconados enemigos. De ello se ufana insistentemente esta persona con duros pronunciamientos y poses intolerantes en contra del régimen y de los que promovemos la moderación en favor del diálogo y la reconciliación entre todos los cubanos.
Así es la vida. En mi caso que soy un opositor más, y que a juicio de esta persona y los que lo apoyan, no represento peligro alguno para el gobierno porque, según ellos, soy un agente de la policía política, no he tenido tal suerte. En varias ocasiones he sido invitado para viajar al exterior y las autoridades de inmigración me negaron siempre el permiso para salir del país. ¡Nada! Todo es cuestión de suerte. ¡Ah! y como no quiero que haya confusión alguna, debo aclarar que me estoy refiriendo únicamente a Pablo Silva Cabrera y no a otra persona.
Los que me conocen saben que me consagro al trabajo las 24 horas del día si es preciso, siempre y cuando los que trabajan conmigo sean un equipo serio, responsable, homogéneo y disciplinado como lo es la actual Dirección Nacional del PSD. Siempre he creído que la única forma de ripostar los ataques de los invidentes y ultra conservadores políticos es mostrando el trabajo realizado, con sus aciertos y desaciertos, pero con la certeza de que hemos superado con creces una etapa; en este caso me refiero a la crisis provocada por la intentona golpista del referido personaje.
Todo es perfectible y la verdad absoluta no existe. No obstante podría mostrarles la amplia labor que hemos venido desarrollando en los últimos casi dos años, pero no lo creo necesario. Estoy convencido que con sólo mencionar dos de los procesos más importantes, será suficiente, incluso, para quienes no se han dado o no han querido darse cuenta de que lado está la razón y por consiguiente, el Partido Solidaridad Democrática.
Uno de esos procesos fue la reactivación de la Convergencia Liberal Cubana (CLC), el 29 de agosto de 2007. En ese proceso unitario hemos venido interactuando con notable acierto junto a otras cinco organizaciones liberales dentro de la isla. El otro fue la celebración el pasado 8 de mayo de la III Convención Nacional de nuestro partido que, al unísono, efectuó sus séptimas elecciones generales. Sobre esto último es en lo que quiero detenerme para despejar posibles dudas al respecto.
primaveradigital@gmail.com
(1) Presidente del PSD, el cual es miembro pleno de la Internacional Liberal (IL) y de la Convergencia Liberal Cubana (CLC)
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