Arroyo Naranjo, La Habana, enero 15 de 2009, (SDP). Cada vez que paso cerca del complejo de piscinas Baraguá, situado al este de la capital, me viene a la mente Carlos Ojeda, un antiguo vecino que soñaba ser campeón nacional de natación.
Baraguá, obra construida en tiempo record para los juegos Panamericanos de La Habana 1991, es hoy el principal escenario que reúne a la elite de nadadores cubanos en torneos nacionales e internacionales de primer nivel.
A mi juicio, este complejo techado es una de las instalaciones del deporte de las brazadas mejor atendida por el gobierno en todo el archipiélago cubano. Cuenta con dos estanques –natación y clavado- que cumplen las normas olímpicas en ambas disciplinas. Además, dispone de una administración y un equipo de seguridad que lo resguarda del deterioro y las acciones vandálicas de las cuales otras instalaciones son objetos.
Veinte kilómetros aproximadamente separan al complejo Baraguá de otro que sufre la artrosis degenerativa de un sistema que dice impulsar el deporte como un derecho de “todo el pueblo”. Hoy las piscinas del centro deportivo Ciro Frías, en el oeste de la capital, yacen aniquiladas por las escaras del tiempo. Debido a un abandono que supera las dos décadas, apareado al agua verdusca y putrefacta que consigue su nivel a mitad de ambos estanques, el Ciro Frías alberga otra clase de campeones.
Maderos, latas, desechos y animales en descomposición, flotan en su línea de arrancada, en espera del silbatazo que dé inicio a la gestión por recuperar la instalación. Son los nuevos campeones, inmersos en una lid contra el tiempo y contra la inoperancia de un sistema que no valora el origen de sus frutos y logros.
¿Cuántos campeones no dieron sus primeros pasos en placeres yermos e instalaciones de barrio que hoy sucumben por falta de gestión?
Las autoridades del municipio Arroyo Naranjo conocen de sobra el diagnóstico del Ciro Frías. Saben del peligro que implica una instalación de esta índole, desprotegida y propensa a las enfermedades que se puedan desatar dentro de sus estanques.
Una de las causas que propiciaron el déficit presupuestario en el 2008 (6,7 del Producto Interno Bruto), fue precisamente la forma en que algunos de los organismos administraron indiscriminadamente sus gastos. Según el economista Ariel Terrero Font, en su habitual espacio televisivo de los jueves en la revista Buenos Días, la campaña preventiva contra las enfermedades transmisibles y la ofensiva contra vectores en la capital lideraron este aspecto.
Con este ejemplo, al menos pudiéramos conseguir una de las respuestas al listado de interrogantes sobre el deterioro que sufre el Ciro Frías. Pero es evidente que no son pocos los organismos involucrados en este trampolín que impulsa las gestiones al olvido. Parece que el Instituto Nacional del Deporte y la Recreación (INDER) está más preocupado por el deporte de alto rendimiento, a pesar que dice fomentar e impulsar los nuevos talentos desde la base.
Carlos Ojeda o Carlitos, como se le conoce en la barriada de Parcelación Moderna, en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo, recuerda sus seis años consecutivos de entrenamiento en la liga juvenil del Ciro Frías en la década de los ochenta.
Al pasar por los muros derribados del complejo de piscinas Ciro Frías, en compañía de Carlos, este me señala con su dedo los desechos sobre el agua, el perro ahogado y el trampolín de madera que soportaba sus lances al estanque de 18 pies de profundidad. Se vuelve hacia mí y dice, “ahí están los nuevos campeones”.
odelinalfonso@yahoo.com
Baraguá, obra construida en tiempo record para los juegos Panamericanos de La Habana 1991, es hoy el principal escenario que reúne a la elite de nadadores cubanos en torneos nacionales e internacionales de primer nivel.
A mi juicio, este complejo techado es una de las instalaciones del deporte de las brazadas mejor atendida por el gobierno en todo el archipiélago cubano. Cuenta con dos estanques –natación y clavado- que cumplen las normas olímpicas en ambas disciplinas. Además, dispone de una administración y un equipo de seguridad que lo resguarda del deterioro y las acciones vandálicas de las cuales otras instalaciones son objetos.
Veinte kilómetros aproximadamente separan al complejo Baraguá de otro que sufre la artrosis degenerativa de un sistema que dice impulsar el deporte como un derecho de “todo el pueblo”. Hoy las piscinas del centro deportivo Ciro Frías, en el oeste de la capital, yacen aniquiladas por las escaras del tiempo. Debido a un abandono que supera las dos décadas, apareado al agua verdusca y putrefacta que consigue su nivel a mitad de ambos estanques, el Ciro Frías alberga otra clase de campeones.
Maderos, latas, desechos y animales en descomposición, flotan en su línea de arrancada, en espera del silbatazo que dé inicio a la gestión por recuperar la instalación. Son los nuevos campeones, inmersos en una lid contra el tiempo y contra la inoperancia de un sistema que no valora el origen de sus frutos y logros.
¿Cuántos campeones no dieron sus primeros pasos en placeres yermos e instalaciones de barrio que hoy sucumben por falta de gestión?
Las autoridades del municipio Arroyo Naranjo conocen de sobra el diagnóstico del Ciro Frías. Saben del peligro que implica una instalación de esta índole, desprotegida y propensa a las enfermedades que se puedan desatar dentro de sus estanques.
Una de las causas que propiciaron el déficit presupuestario en el 2008 (6,7 del Producto Interno Bruto), fue precisamente la forma en que algunos de los organismos administraron indiscriminadamente sus gastos. Según el economista Ariel Terrero Font, en su habitual espacio televisivo de los jueves en la revista Buenos Días, la campaña preventiva contra las enfermedades transmisibles y la ofensiva contra vectores en la capital lideraron este aspecto.
Con este ejemplo, al menos pudiéramos conseguir una de las respuestas al listado de interrogantes sobre el deterioro que sufre el Ciro Frías. Pero es evidente que no son pocos los organismos involucrados en este trampolín que impulsa las gestiones al olvido. Parece que el Instituto Nacional del Deporte y la Recreación (INDER) está más preocupado por el deporte de alto rendimiento, a pesar que dice fomentar e impulsar los nuevos talentos desde la base.
Carlos Ojeda o Carlitos, como se le conoce en la barriada de Parcelación Moderna, en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo, recuerda sus seis años consecutivos de entrenamiento en la liga juvenil del Ciro Frías en la década de los ochenta.
Al pasar por los muros derribados del complejo de piscinas Ciro Frías, en compañía de Carlos, este me señala con su dedo los desechos sobre el agua, el perro ahogado y el trampolín de madera que soportaba sus lances al estanque de 18 pies de profundidad. Se vuelve hacia mí y dice, “ahí están los nuevos campeones”.
odelinalfonso@yahoo.com
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