jueves, 22 de enero de 2009

DESTELLO ENTRE TINIEBLAS, Félix Reyes Gutiérrez


Ranchuelo, Villa Clara, enero 22 de 2009, (SDP) Con el traspaso del poder a Raúl Castro dada la convalecencia del Comandante en Jefe, la población esperaba cambios por lo menos en el orden económico y social. Pero los realizados hasta el momento han sido apodados “de tipo cosméticos” por no resolver prácticamente nada.

Hasta la relación que existe entre el estado y la iglesia es catalogada por la ciudadanía de hipócrita. Constituyó una sorpresa leer en las páginas del periódico “Granma”, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), un escrito donde se ponderaba un culto religioso.

El hecho inaudito fue realizado en un templo capitalino donde se homenajearon los 50 años del triunfo de la revolución cubana. Fue presidido por Esteban Lazo Hernández y Ricardo Alarcón de Quesada, ambos miembros del Comité Central del PCC y el primero, un acérrimo ateo desde que dirigió la provincia de Matanzas.

Al parecer, los portadores del carné rojo prefieren olvidar la persecución contra los feligreses en los primeros años de instituido el gobierno revolucionario, el internamiento de los creyentes en los campos de concentración y trabajos forzados UMAP (Unidades Militares de Apoyo a la Producción), así como la prohibición a ingresar en los centros de educación superior del país.

Desde el mes de diciembre del 2008, a media centuria de perpetuada la dictadura del proletariado en la isla (como denominó al régimen socialista Vladimir Ilich Lenin), pastores de disímiles congregaciones en el poblado Ranchuelo solicitaron a las autoridades un local estatal para festejar la navidad.

Tal permiso se otorgó, pero el 10 de enero del presente año 2009. El lugar escogido resultó el cine teatro “Prado”, una instalación cultural situada en la calle Ramiro Lavandero Cruz, frente al céntrico paseo de igual nombre.

Una semana antes de la festividad, los cristianos repararon decenas de sillas que se encontraban rotas. También las luces del salón, los camerinos y hasta las conexiones eléctricas. Buscaban un mejor desarrollo del espectáculo y una mayor asistencia de personal. Sin embargo, el gobierno solo dio autorización para 360 personas a puertas cerradas.

Pese a los pocos días de ensayo, los devotos decoraron de forma brillante el interior del teatro. Dos arbolitos de navidad se colocaron en ambos laterales de la plataforma. Lindas guirnaldas se expusieron a todo lo largo del escenario. Al fondo, en una pantalla de color blanco, se leía en letras grandes: “Jesús Es la Navidad”.

La actividad convenida para dos horas de duración, se inicio a las 9 p.m. Además de los cristianos, asistieron Rodolfo Elguera Hernández, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, Ana María Herrera Tristá, directora del Sectorial de Cultura y miembros de la Seguridad del Estado y del PCC, todos vestidos de civil.

Los niños de las iglesias Bautista, Adventista del Séptimo Día y Pentecostal “Asamblea de Dios” intervinieron en un primer bloque. A continuación lo hicieron los jóvenes y finalmente los adultos. Lo hicieron en representación de los poblados Ranchuelo, San Juan de Las Yeras, Santa Rosa y Santa María.

Alabaron al Señor con cánticos de adoración, cuyas letras, acompañadas de imágenes del niño nacido en un pesebre y amante de los pobres, eran expuestas a través de diapositivas en la pantalla del cine. Así mismo recitaron poemas y danzaron diversas coreografías.

Participaron igualmente coros evangélicos y el grupo musical de la congregación Pentecostés. Los reunidos apenas podían exclamar: “Amén o Aleluya”, dada la presencia inhibidora de los no creyentes que ejercen o defienden a ultranza al gobierno impío con más años en el poder de este mundo.

Pastores de las diferentes denominaciones religiosas asistentes fueron imposibilitados de predicar la Santa Biblia. Solo fue permitido reflexionar respecto a la palabra de Dios unos escasos 15 minutos, lo que presuntamente trajo la sensación de un acto de Dios ante la presencia diabólica.

De igual modo, los cristianos se vieron privados de gritar a toda voz: ¿Quien vive? y responder: “Cristo”. ¿A su nombre? “Gloria”. ¿A su pueblo? “Victoria”. El festejo por el nacimiento del niño Jesús y los incontables relámpagos salidos de las cámaras fotográficas, representó un simple rayo de luz dentro de las tinieblas.
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