jueves, 10 de enero de 2008

Completar el articulo a un colega, Guillermo Fariñas Hernández





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Pocas son las veces que los periodistas independientes cubanos se ven en la ética necesidad de aplaudir lo escrito o dicho por un homólogo que labora en los permitidos medios de prensa oficialistas. Esto sea dicho, a pesar de que se muestran afines al gobierno que los censura y les deja maniatados.
Bajo la firma de José Aurelio Paz y fechado el 10 de junio del 2007, con foto y correo electrónico incluidos, el artículo de opinión del diario Juventud Rebelde se titula: "La fatua faena". Se trata de una crítica a la pérdida de valores en la sociedad nacional actual. Esta no resultó detectada por los cancerberos de la (in)comunicación y la (des)información social.
Este trabajo periodístico se inicia con un chiste que exponemos textualmente: "Dios bajó a la tierra y tomó al azar a un ruso, a un norteamericano y a un cubano, y les dijo que pidieran un deseo. El primero quería ser dueño de la nueva cadena Mc Donalds que crecía en la capital rusa y le fue concedido.
El segundo, poseer todo el capital de Bill Gates y de inmediato se transformó en un afamado accionista. Cuando le tocó el turno al cubano, este explicó: "Mira Dios, mi vecino trabaja para una firma extranjera y tiene tremendo carrazo con tarjeta magnética para gasolina, televisión con pantalla líquida con DVD player, viaja dos veces al año al extranjero y se va de vacaciones todos los veranos con el familión a Varadero…"
Y el Todopoderoso, terriblemente intrigado, le preguntó: "¿Y tú quieres lo mismo?". A lo que el cubano le ripostó con la rapidez de un rayo: "¡No, yo lo que quiero es que se lo quites todo!". Con este chiste tan maléfico, el periodista del régimen expuso a sus lectores que la envidia es un sentimiento profundamente arraigado en el pueblo cubano.
Con preocupación por su futura integridad física o laboral y no sin admiración, los comunicadores alternativos al gobierno leímos su arrojada denominación, de coterráneos que actúan como "Chivatitos Jaraneros". Esto en directa alusión a los informantes que proliferan entre nosotros. Los nombrados a vox populi "Chivatos".
Para desviar la atención de su demoledora diatriba contra la práctica diaria de escrutar la vida ajena, el articulista acude a una sóla y sorprendente declaración. En ella, trata de justificar al sistema, por inmiscuirse en la privacidad de las gentes. Entonces, afirmó: "En el barrio, lejos de la vigilancia justa de los mecanismos sociales que pretenden servir de contención a ciertos actos delictivos…".
Como dice el sabio refrán: "No podemos pedir peras al olmo", pues este "Quitaletras" devenga un salario, que paga la nomenclatura encaramada en el poder. Lo entendemos, el no pueda ejercer mayor cantidad de criterios confrontacionales sobre el asunto tratado o sin dudas constituiría su suicidio profesional.
Los informadores no-oficiales nos quitamos la vida hace tiempo. Por eso agregaremos lo que a José Aurelio, nunca le publicarán los eficientes y vigilantes censores, para mantener la pulcritud ideológica de los órganos de difusión masiva al servicio de la "Revolución Cubana". Según reza la propaganda oficial: "Cada periodista es un soldado de la revolución" o deja de ser periodista.
Al artículo del comunicador Paz le falta enfocar, que históricamente, en Cuba no siempre los ciudadanos se comportaron de este modo. Todo comenzó cuando un 28 de septiembre de 1960, día que el Dr. Fidel Castro creó los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Lo hizo con el propósito de espiar cuadra por cuadra a todos los residentes en la isla.
Esto arraigó y se estimuló por parte del gobierno que la tarea de cada cubano sería vigilar, sospechar y delatar al prójimo más cercano, incluidos sus familiares con mayores vínculos de consanguinidad. En los momentos de crisis social, fueron exacerbadas estas actitudes de delación, por medios de prensa como en el que hoy escribe el colega Paz.
También que en la actualidad existen mecanismos de indagación gubernamental o partidista, donde toda investigación se basa en denuncias anónimas. Esto obstruye el necesario civismo a desarrollar en cualquier conglomerado humano, que aspire a mantener una dinámica de honradez y moralidad, para alcanzar una auténtica sanidad social.
Pero lo que se percibe a flor de piel, dentro de los cubanos entretenidos en "Chivatearse" mutuamente, es que si antes los Castristas delataban por sus convicciones políticas, hoy las delaciones son por la frustración de no tener, lo que ha alcanzado al vecino o compañero de trabajo, de manera legal o no. Eso, sin lugar a dudas, es envidia enfermiza.
Muchos estarán de acuerdo con los periodistas independientes, que al trabajo de José Aurelio Paz le faltaban estas precisas acotaciones, para ser más equilibrado y menos subjetivo. Pero no lo criticamos, sino a los que se encargan de amordazar hasta las opiniones de los seguidores del Fidelismo. Por eso sólo, le completamos un artículo a un colega y nada más.
Villa Clara, 12/12/2007
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