jueves, 24 de enero de 2008

CULTURA, El publico se levantó a aclamarla


cuando acabó la representación, de la manera que se hace en un estadio de pelota, cuando se da un Jonron; o en uno de balompié, al colarse un gol; o en el de fútbol americano cuando se realiza un touchdown. Con la pasión desbordada ante la presencia de algo hermoso. Maria Luisa Jiménez nos lo acababa de recordar.

Madura, bella y sensual, Maria Luisa estrenó el sábado 14 de abril, en la Sala Llauradó del Vedado, Estoy Divinamente Así. Una obra de los italianos Darío Fo y Franca Rame, versionada, o mejor dicho, tropicalizada por el ingenioso Raúl Lima Maqueira, quien asume nuevamente una obra del Nóbel, esta vez basada en la comedia Una mujer sola.

Lima asumió antes Pareja abierta (Casi de par en par) y Tengamos el sexo en paz, vistas en esta misma sala, y actuadas magistralmente por Susana Pérez y Roberto Perdomo. Ambas puestas en escena, constituyeron éxito de público y critica en la pasada temporada teatral.

En esta versión libre de Una Mujer Sola, Lima vuelve a defender la característica irrenunciable del teatro de Dario Fo: el compromiso cívico, de despertar y difundir entre los espectadores la conciencia de los problemas, de los hombres y las mujeres, de la política y la sociedad.

Mimada por la televisión, el cine y el teatro, Maria Luisa asume el monologo de los problemas de la sociedad representados en una mujer, con la sapiencia del dolor universal del genero, con elegancia y gracia natural. Asume el papel de un ama de casa atribulada por los problemas íntimos y los objetos de consumo, de la cual ella es uno a su vez. Se enfrenta en su discurso al machismo, el morbo, la sexualidad coartada, y la represión sobre las antenas de televisión satelital en Cuba; el consumismo y las Mesas Redondas de Cubavisión.

Lo deja bien claro en uno de sus diálogos, “soy una mujer tecnológicamente satisfecha”. Pero, eso no quiere decir que sea comprendida, que sea amada, o que pueda conectarse con el mundo exterior, representado en otro ser igual a ella.

Según la critica especializada la cuestión esencial del discurso de la puesta en escena, consiste en la relación que se establece entre Raúl Lima y Maria Luisa; y a su vez, de estos con los objetos de la estenografía, la banda sonora, el diseño de luces; realidad común que incluye un sistema más amplio en la sociedad, para lograr en la narración un tono jocoso, simpático, muy al estilo de Fo – Rame. El maridaje entre todos esos factores, logra que el personaje se burle de su realidad, utilice el choteo, se ría de sus problemas con lágrimas en los ojos, mientras mueve constantemente de lugar una silla.

La risa, en Estoy divinamente así, brota como un distanciamiento reflexivo que lleva al espectador a conocerse y a reírse de sus problemas, al reconocerlos.

Gina Caro, reflexiona en las palabras al programa: “Maria Luisa transita por su cadena de emociones con gran organicidad, vivifica su personaje, delante de sus ojos y oídos de la vecina imaginaria, que no son otros que los ojos y oídos de los espectadores”.
Plaza, La Habana, 13/01/2008
aleagapesant@yahoo.es
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