jueves, 10 de enero de 2008

Para poca salud ¡ninguna! Luís Cino


Una calurosa tarde del confuso verano del 2006, un periodista independiente se quedó dormido mientras se entrevistaba con un embajador europeo en una sede diplomática. Junto a otro colega, habían solicitado una entrevista para recabar ayuda. No pidieron nada extraordinario. Sólo que les facilitaran acceso a Internet para trasmitir sus informaciones al exterior.
El embajador se mostró comprensivo, pero poco podía hacer. Alegaba falta de recursos. Temía disgustar a las autoridades cubanas si ayudaba a los periodistas. Las instrucciones de su gobierno eran precisas. De ningún modo, se podía afectar el diálogo con el gobierno cubano.
Lo único que pudo hacer el diplomático fue atenderlos cortésmente e intercambiar puntos de vista sobre la situación cubana. Fue entonces que mi colega, que no se caracteriza precisamente por sus mañas diplomáticas, dio el primer cabezazo y se quedó dormido.
Poco ha cambiado desde entonces. Luego del pulseo europeo con la dictadura, todo ha sido para peor. Sólo dos embajadas europeas brindan acceso a Internet de forma regular a algunos periodistas independientes y miembros de la oposición y la sociedad civil.
Hace varios meses, el servicio colapsó de modo simultáneo en las sedes diplomáticas de Holanda y Noruega. ¿Fue sabotaje o casualidad? No se supo. Durante varias semanas, a los periodistas se les hizo muy difícil enviar sus trabajos al exterior. El servicio que brinda el Estado en lugares como la sala de navegación del Capitolio, es muy costoso y limitado. Además, no es confiable debido a la interferencia de la policía política.
La sala de navegación que desde hace años funciona en la Sección de Intereses Norteamericana en La Habana, pudiera ser la solución. No lo es. Al salón no permiten pasar discos ni memo-flashes. Adicionalmente, la conexión a la red mundial se hace a través de servidores de red nacionales, sujetos a la rigurosa censura del régimen cubano. Una forma sui generis de extraterritorialidad de la censura.
A un grupo de periodistas independientes, entre los más destacados y calificados, no les permiten acceso a la Sala de Internet. En algunos casos, se alegó problemas de indisciplina. En otros, no se dio explicación. Una situación muy embarazosa entre amigos que se ayudan y respetan.
Los periodistas que acuden a la sala de navegación de la SINA, sólo pueden buscar la información que autoriza el régimen. Pueden además recibir y responder e-mails. Teclear allí sus trabajos les tomaría todo el tiempo de máquina que se concede.
Funcionarios de la sede han dicho que analizan la posibilidad de dejar pasar con discos y memo-flash a la sala para facilitar el trabajo de los periodistas. Pero el análisis parece ser tan complejo como el de la clásica inmortalidad del cangrejo moro. Ya llevan algunos años en eso.
Mientras, un numeroso grupo de comunicadores alternativos, muchos de ellos del interior del país, se las arreglan como pueden para enviar sus informaciones al mundo a través de dos embajadas europeas en La Habana. Lo hacen una o dos veces al mes. Las embajadas no disponen de capacidad ni de fondos para hacer más.
Periodistas independientes y líderes opositores se han entrevistado con diplomáticos europeos para recabar la ampliación de las capacidades. La respuesta siempre es la misma: no disponen de los fondos necesarios.
En agosto del 2007, durante una video-conferencia con congresistas cubano-americanos, líderes de la disidencia interna y un representante de la prensa independiente, solicitaron que se canalizara parte de la millonaria ayuda que asigna el gobierno estadounidense a la lucha por el cambio democrático en Cuba, al reforzamiento del trabajo de los periodistas independientes.
Una buena forma de emplear esos fondos sería hacer llegar una parte de ellos a los gobiernos europeos y organizaciones no gubernamentales dispuestas a ayudar a la prensa independiente. Obviamente, no podrían recibirlos directamente de manos del gobierno norteamericano.
Algunos de los mayores receptores de esa ayuda, como la Universidad Internacional de la Florida, el Grupo de Apoyo a la Democracia, el Directorio Democrático y el Centro para una Cuba Libre, trabajando en conjunto con ONGs internacionales pudieran contribuir en ese sentido.
Con ese dinero, se podría aumentar el número de salas de Internet que brindan servicio a los periodistas independientes en Cuba. En algunos casos, se podría incluso contratar y sufragar servicio de Telefonía móvil, Televisión por cable e Internet. Hasta ahora, no hay resultados concretos.
Decepcionados con los pobres resultados de la ayuda económica ofrecida por el gobierno de los Estados Unidos, algunos líderes opositores han comentado la posibilidad de renunciar a ella de modo definitivo. Después de todo, el calificativo de "mercenarios" es un pesado sambenito que no vale la pena seguir cargando.
Los disidentes cubanos están hastiados y decepcionados ante la paciente espera por parte de la Unión Europea de los resultados de sus diálogos y "compromisos constructivos" con el régimen de La Habana. También de la millonaria ayuda norteamericana que se sigue quedando enredada en la tupida malla de las leyes del embargo. La espera dura demasiado. Los resultados son magros.
Arroyo Naranjo, 2008-01-01
luicino2004@yahoo.com
http://prolibertadprensa.blogspot.com/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Luis, coño, leo tus artículos y no te reconozco. Todo se puede resumir como un rosario de quejas. Está bueno ya, a quejarse a Maternidad. Tu momento glorioso fue en Mazorra, cuando te viraste con 7½ y dijiste: "Ni un paso más, no me da la gana."

Anónimo dijo...

Leí "Policias de gatillo alegre" y estoy asqueado. Luis Cino, los vampiros (Yusniel y Sergio) mueren una muerte lenta, porque son como el pescado, empiezan a podrirse por la cabeza. Esa crónica fue conmovedora.