jueves, 10 de enero de 2008

La pequeña ninfa del escozor, Richard Roselló



Si la santanilla tuviese el tamaño de una bibijagua (una de nuestras hormigas mayores) o el de una cucaracha, hubiese sus muertos en Cuba, según dicen, hiperbolizando, aquellos que la conocen.
Este aparente e inofensivo insecto mide solo dos milímetros. Pero, ¡cuidado! Un ligero contacto con solo una de ellas, puede irritarlo por un buen rato. Por tanto, asegúrese que no sean más de una.
Denominada santanilla o santánica o como quieran llamarle, el contacto humano con esta diminuta hormiga puede sacarle las lagrimas a cualquiera. El roce con ella, le trasmite un ácido fórmico que produce un estado urticante e irritable dando sensación dolorosa de picazón y quemadura por largos minutos. Ello ocasiona una excitación nerviosa de grados diversos a muy intensas y obliga a recurrir a sedantes, compresas frías y hasta pomadas analgésicas.
Históricamente entre los insectos más agobiantes de Cuba se encuentra el mosquito. Y en menor grado, la mosca, la hormiga brava y el jején de costa. Eso sí. Ninguno es tan molesto como la santanilla.
El veneno de la santanilla usado como medio de defensa y no visto a simple vista sirve para combatir a otros. Esta oposición la aprovecha para propagarse, sin límites ni enemigos, constituyendo verdaderas plagas para las poblaciones o asentamientos humanos.
El ciclo de propagación de la santanilla viene supuestamente a través de los humedales de costas al sur del país. De allí paso a la agricultura. Luego a los asentamientos rurales. Hasta llegar a la capital para convertirse en una amenaza para los habaneros.
El mayor habitat de la santanilla lo encuentras entre las sombras y pantanos en torno a una exuberante vegetación donde abunda la caña de castilla para la fabricación de cestos y canastas.
Sin embargo, nuestros abuelos no recuerdan haber conocido la existencia en su época de este despreciable insecto. Tampoco entre viejos carboneros de costas sintieron su presencia.
Se cree que el crecimiento de su población devino como parte de un desequilibrio biológico y ecológico de la especie al usarse como controlador de plaga en la toronja y naranja de la Isla de la Juventud. Por su comercio pasó a la agricultura y a las poblaciones. A su vez, penetro a través de la tala indiscriminada de árboles de ciénagas y costas para hacer leñas. Y cuando en los años 90, en pleno "periodo especial" escaseaba el combustible para cocinar, la madera venia de los pantanos y costas saturados de santanillas. No obstante otros estiman que dichas hormigas llegaron en bolos de árboles que se importaban a Cuba a través de centro América por el sur habanero del país.
Aunque no constituye una plaga para la agricultura, los verdaderos hospederos de esta hormiga lo encuentras en los cultivos del boniato, plátano, café y frutales. Pero su falta de control lo convierte en un elemento de diversificación que ha llegado más lejos. Me refiero a los estanques de berro y arroz, y en plantaciones de flores.
El proceso de envase de dichos productos agrícolas para ser distribuidos en los mercados de la capital, lleva consigo a la hormiga. Por ejemplo, el arroz, luego de trillarlo y apilarlo, después secarlo sobre los techos de viviendas en sitios rurales es un portador ideal que ayuda a aumentar sus colonias.
Agreguemos las maderas que provienen del monte son utilizadas en las carpinterías estatales y privadas, donde la minúscula hormiga ha llegado. Se estima que el viento e inundaciones de lluvias sirven de arrastre y vehículo a la hormiga, transportándola a decenas de kilómetro tierra adentro.
En fin. Las encontramos en baños, cocinas, fregaderos, corrales de animales, patios, viviendas.
Pero en Cuba la falta de insecticidas y controles sobre esta plaga hace más difícil su erradicación, algo que ya parece incontrolable.
Ni con alcohol, keroseno, petróleo. Ni con las enjabonaduras del lavado para depositarlas en los arbustos. Ni con el uso de controles químicos como el carbaryl, formula duple y la permetrína, muy escasos en la población, ayudan a exterminar la plaga a nivel local. Si bien las ahuyentas unos días, a pocos más estarán regresando.
Otros medios de lucha empleados por las comunidades son los físicos. A través del fuego y mangueras de agua. Algunos usan el método mecánico, untando grasa gruesa como trampas pegajosas, forman anillos en el tronco de los árboles y alrededores de la casas para obstaculizar que el insecto no marche hacia el interior.
Los hay también biológicos. Según los campesinos los nidos de hormigas mansas (transportados de norte a sur) constituyen depredadores de sus huevos e insectos. Pero cuando los eliminas, se duplica la población del otro. Al punto que se hace incontrolable exterminarlos.
Un biorregulador natural que frena el crecimiento de estas nocivas hormigas son las aves menores de las costas. Ellas se alimentan de sus huevos e insectos. Pero la extinción por su excesiva caza y el desbroce de los montes los han obligado a desaparecer o emigrar.
Entonces si Cuba es capaz de mantener estrictos y celosos controles de plagas en la agricultura y otras amenazas, incluyendo la fiebre aviar o de las Vacas Locas extendida en otros países ¿porqué no revertir iguales esfuerzos en ese pequeñito Goliat intentando de vencer al David?
Playa, 12/12/2007
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