jueves, 10 de enero de 2008

El precio de discrepar, Félix Reyes Gutiérrez, Cubanacán Press





Era una tarde nublada del renaciente invierno, me dirigía hacia la vivienda de un amigo situada en la calle Maceo próximo al parque Vidal en la ciudad de Santa Clara. Al cruzar una de sus vías observé a unos veinte metros aproximadamente, a un joven delgado, con el rostro demacrado, parecía que no había dormido por varios días. Tenía la ropa y zapatos sucios, además de portar en sus espaldas una mochila atestada de color oscuro.
Al estar frente a el me percate que era Daniel, mi hermano de ideas, de apenas 24 años de edad. Licenciado en Derecho, pero al que el régimen castrista le había prohibido ejercer su profesión, por sus ideales contrarios al socialismo. Divorciado además, porque su señora lo había abandonado por la presión familiar de la que eran objeto casi a diario. Después de saludarle y preguntarle que si estaba enfermo, me respondió:"Enfermos están mis padres, que siguen soñando con el comunismo, ya lo único que les faltaba era que me arrojaran para la calle, y aquí me ves".
Según cuenta Daniel, su papá es militante del Partido Comunista desde hace más de treinta años y por sus actividades en contra del gobierno discuten diariamente. Además, no podía llevar a casa personas, que compartiera sus ideales, porque sus progenitores lo echaban para la vía, y lo más triste era que no podía hacer nada, ya que el mismo no era el propietario de la vivienda.
La literatura que tenía en casa de Vaclac Havel , Martín Luther King y otros defensores de la democracia, la tenía que esconder en un closet, debajo de vestidos viejos que usaba su abuela antes de morir , para que no fueran vistos por sus mayores. Y cuando iba a vigilias o ayunos en apoyo a los presos políticos, les decía a estos que acudía a otro lugar para evitar polémicas.
Para relajar la frecuente disputa con sus padres y al conocer que en Cuba no se expendían radios de onda corta, Daniel comenzó a trasmitir noticias sobre violaciones de derechos humanos en la isla, pidiendo a Dios que ellos no se enteraran.
Hasta que un día entro su papá sorpresivamente en la habitación y escuchó su voz por Radio Martí a través de un trasmisor Tecsun que este había adquirido en la Oficina de Intereses de Los Estados Unidos en La Habana (SINA)..
La discusión entre ambos fue tan cruenta, que provocó el ingreso de su papá en un centro de la salud villaclareña, por elevación de la presión arterial. Allí permaneció ingresado por varios días bajo tratamiento médico.
De regreso al hogar después de dada el alta, de inmediato ordenó a la Compañía de Telecomunicaciones de Cuba SA (ETECSA), la cancelación del servicio. Oriento a la madre de Daniel que no le cocinara, ni le lavara más la ropa. Daniel comenzó a asear su ropa y alimentarse en cafeterías, cuando tenía dinero. La otra opción era quedarse con la barriga vacía.
Como buen hijo que deseaba cooperar para el restablecimiento de la salud de su padre, decidió incursionar en el periodismo escrito. Lo hizo bajo el fundamento de que el cubano de a pie en nuestro país no tiene acceso a la Internet.
Hace escasos días, su padre fue citado por los comunistas a las oficinas del partido municipal. Allí le mostraron noticias y artículos publicados a Daniel en la página Cubanet y otras que reflejaban la realidad cubana a través de la prensa independiente. Le indicaron de forma categórica que un disidente y un comunista no podían convivir bajo el mismo techo y que tenía que expulsarlo del hogar..
Hoy los padres de Daniel, no saben donde, ni como vive. La directiva comunista los obligó a través de inescrupulosas vías a lanzarlo al abismo del abandono. Al igual que muchos opositores al régimen que sufren represión gubernamental, a través de detenciones, interrogatorios, golpizas o actos de repudio, los represores adicionaron a Daniel, el acoso familiar.
El domicilio de Daniel, quien afirma ser anticomunista hasta la muerte, esta hoy bajo un puente o en una choza de fabricación artesanal. En esta isla, es fatal discrepar con el jefe de los comandantes.
Villa Clara, 12/12/2007
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