Ya el negro Isidrito "El Bombero" no se quiere ni acordar, de cuando era un furibundo pionero de la filocomunista Unión de Pioneros de Cuba (UPC) y mucho menos de los lejanos días en que se desgañitaba gritando, el hoy ridículo lema: "Pioneros por el Comunismo, seremos como el Ché".
Mejor para Isidrito es la perentoria necesidad de olvidar su desvarío de presentarse ante el Comité Militar de la ciudad de Santa Clara en el año 1987 y con sólo 17 años pedir a viva voz a los oficiales reclutadores, que lo enviasen a combatir a la lejana Angola. Estos lo complacieron de inmediato.
Regresó sin una herida en el cuerpo y lo más importante vivo. Pero su conciencia sangraba a borbotones. Fueron profundas las desgarraduras y lesiones espirituales. Esas invisibles a la vista, pero devastadoras para las almas de hombres y mujeres.
Con la re incorporación a la sociedad cubana en diciembre de 1989, de pronto se desmoronó el aparente fuerte, robusto y consolidado campo socialista europeo. Los teóricos del Marxismo-Leninismo no podían afirmar, que lo de Polonia era una exclusividad aberrante. Tras esto le sobrevino la amarga experiencia de visitar la cárcel. Ante el hecho, los jueces, los policías, los fiscales, los compañeros de trabajo y hasta los "amigos" de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), olvidaron de dos cosas:
La primera de ellas, que tenía un hijo recién nacido al que debía alimentar en medio de una crisis económica bautizada eufemísticamente por el propio Comandante, cual Periodo Especial en Tiempo de Paz. La segunda, que se trataba un internacionalista con un estado traumático denominado Síndrome Post-Bélico.
Luego de condenado a 15 años de privación de libertad, prefiere la intimidad de los cercanos en los que todavía confía. Cuando cayó en "El Tanque" como se le dice en la jerga marginal a la prisión, sólo 3 personas no se olvidaron de Isidrito, incluida su madre, claro.
Salió hace 5 años de la penitenciaria "Alambradas de Manacas". Ahora pertenece a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y se traga el buche amargo de pagar la cotización anual a sus hipócritas colegas de la Asociación de Combatientes. Esos que un día se desentendieron de él como un fardo comprometedor, ‘para no levantar sospechas’.
Ni corto y mucho menos perezoso aprendió en ese cementerio de hombres vivos, en que han convertido las cárceles de la isla, que la formula es robarle al estado de alguna forma.
Lo primero que hizo a riesgo de volver tras las rejas, fue incurrir en un delito de Cohecho. Corrompió a un galeno, para que lo llevara ante una Comisión Médica, para lograr un subsidio de por vida y ser un jubilado ante las autoridades represivas. A salvo y siempre al acecho para no regresar "al tanque".
Más adelante, buscó un negocio rentable y dijo para si: "Sí los cubanos pasan tanta hambre, pues pongámonos de lleno para llenar sus barrigas y de paso, llenar mis bolsillos de billetes. No importa que sean moneda nacional o divisas extranjeras convertibles".
Hoy tiene varias fábricas clandestinas de embutidos. De ellas, cerca de 40 santaclareños dependen para sus negocios. Tiene comprados a muchos carniceros en la ciudad de Marta Abreu, para que comercialicen los jamones "Made in Isidrito". Con la ayuda de Dios todas las inversiones van viento en popa y a toda vela.
Ya no participa directamente en las transacciones. Es todo un empresario que controla desde su casa, sentado en una silla de ruedas, para aparentar una supuesta enfermedad. Mantiene a dos queridas jóvenes incluida una de raza blanca, lo cual le da mucho mayor status ante las huestes de los sectores mar
ginales de la capital de Villa Clara.
Su modus vivendi es sencillo. Consiste en agregar agua a la masa de sus embutidos, para a posteriori congelarlos. Así, cuando el comestible verdaderamente pesa, lo que queda es venderlos a un poco menos que los comercios estatales. Por eso le apodan Isidrito, El Bombero, porque sin agua no hay negocio.
Villa Clara, 15/12/2007
Http://prolibertadprensa.blogspot.com/
Mejor para Isidrito es la perentoria necesidad de olvidar su desvarío de presentarse ante el Comité Militar de la ciudad de Santa Clara en el año 1987 y con sólo 17 años pedir a viva voz a los oficiales reclutadores, que lo enviasen a combatir a la lejana Angola. Estos lo complacieron de inmediato.
Regresó sin una herida en el cuerpo y lo más importante vivo. Pero su conciencia sangraba a borbotones. Fueron profundas las desgarraduras y lesiones espirituales. Esas invisibles a la vista, pero devastadoras para las almas de hombres y mujeres.
Con la re incorporación a la sociedad cubana en diciembre de 1989, de pronto se desmoronó el aparente fuerte, robusto y consolidado campo socialista europeo. Los teóricos del Marxismo-Leninismo no podían afirmar, que lo de Polonia era una exclusividad aberrante. Tras esto le sobrevino la amarga experiencia de visitar la cárcel. Ante el hecho, los jueces, los policías, los fiscales, los compañeros de trabajo y hasta los "amigos" de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), olvidaron de dos cosas:
La primera de ellas, que tenía un hijo recién nacido al que debía alimentar en medio de una crisis económica bautizada eufemísticamente por el propio Comandante, cual Periodo Especial en Tiempo de Paz. La segunda, que se trataba un internacionalista con un estado traumático denominado Síndrome Post-Bélico.
Luego de condenado a 15 años de privación de libertad, prefiere la intimidad de los cercanos en los que todavía confía. Cuando cayó en "El Tanque" como se le dice en la jerga marginal a la prisión, sólo 3 personas no se olvidaron de Isidrito, incluida su madre, claro.
Salió hace 5 años de la penitenciaria "Alambradas de Manacas". Ahora pertenece a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y se traga el buche amargo de pagar la cotización anual a sus hipócritas colegas de la Asociación de Combatientes. Esos que un día se desentendieron de él como un fardo comprometedor, ‘para no levantar sospechas’.
Ni corto y mucho menos perezoso aprendió en ese cementerio de hombres vivos, en que han convertido las cárceles de la isla, que la formula es robarle al estado de alguna forma.
Lo primero que hizo a riesgo de volver tras las rejas, fue incurrir en un delito de Cohecho. Corrompió a un galeno, para que lo llevara ante una Comisión Médica, para lograr un subsidio de por vida y ser un jubilado ante las autoridades represivas. A salvo y siempre al acecho para no regresar "al tanque".
Más adelante, buscó un negocio rentable y dijo para si: "Sí los cubanos pasan tanta hambre, pues pongámonos de lleno para llenar sus barrigas y de paso, llenar mis bolsillos de billetes. No importa que sean moneda nacional o divisas extranjeras convertibles".
Hoy tiene varias fábricas clandestinas de embutidos. De ellas, cerca de 40 santaclareños dependen para sus negocios. Tiene comprados a muchos carniceros en la ciudad de Marta Abreu, para que comercialicen los jamones "Made in Isidrito". Con la ayuda de Dios todas las inversiones van viento en popa y a toda vela.
Ya no participa directamente en las transacciones. Es todo un empresario que controla desde su casa, sentado en una silla de ruedas, para aparentar una supuesta enfermedad. Mantiene a dos queridas jóvenes incluida una de raza blanca, lo cual le da mucho mayor status ante las huestes de los sectores mar
ginales de la capital de Villa Clara.Su modus vivendi es sencillo. Consiste en agregar agua a la masa de sus embutidos, para a posteriori congelarlos. Así, cuando el comestible verdaderamente pesa, lo que queda es venderlos a un poco menos que los comercios estatales. Por eso le apodan Isidrito, El Bombero, porque sin agua no hay negocio.
Villa Clara, 15/12/2007
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