jueves, 10 de enero de 2008

Oficio de mago, Yoel Espinosa Medrano, Cubanacán Press.




El desarrollo alcanzado por la humanidad en el mundo del automovilismo, constituye un motivo de gran asombro para la mayoría de los cubanos, que cuando observamos un carro moderno, a través de cualquier medio audiovisual, afiches o revistas, aunque la vista de estos sea perfecta, nos quedamos atónitos.
En Cuba no existen fábricas de automóviles. Hace cerca de medio siglo los carros que se comercializaban en la isla provenían mayoritariamente de los Estados Unidos de América. En la actualidad existe la presencia de estos autos, unos en buen estado y otros un poco deteriorados por el decursar como mínimo de 50 años de explotación, pero aún son de gran utilidad.
Desde que Fidel Castro tomó el poder y comenzó a violar la constitución del 40, a principios de la década de los años 1960, la comercialización en el verde caimán de los vehículos provenientes del vecino país norteño se vio extinguida, pues el entonces bloque de países socialistas, encabezado por la Unión Soviética, se encargó de suministrar medios de transporte a la isla.
No son pocos los turistas que al visitar la mayor de las Antillas se quedan hipnotizados cada vez que ven los longevos artefactos, en las deterioradas carreteras cubanas, representativos de las marcas Chevrolet, Ford, Chrysler, Pontiac, Oldsmobil entre muchas otras, que comenzaron a rodar en este país después que circularon los primeros autos llamados "Fotingos", en 1906.
La mayoría de estos equipos son de propiedad particular, aunque el sector estatal también los posee, en mucha menor cuantía. En la isla no existen talleres de reparación o chapistería, de carácter gubernamental, para los propietarios particulares, por lo que se ven obligados a "inventar", para mantener funcionando sus preciados carros.
Los trabajos de reparación que se le realizan a estos autos constituyen ilegalidades porque los materiales o piezas que utilizan los reparadores en sus labores son adquiridos en la bolsa negra, a costos elevados, estos trabajos de ajustes o reparaciones se realizan de forma clandestina.
El coste de mantener en activo a estos equipos también es alto, por no existir piezas de repuesto originales. Los electricistas, mecánicos y chapisteros, con la vital ayuda de los torneros y soldadores, se convierten en verdaderos magos para insertar piezas de diferentes carros y marcas a estas antiquísimas joyas automovilísticas.
A pesar de la mayoría de estos carros tener cercea de 60 años en uso y sus propietarios pasar las de "Caín" para mantenerlos en activo, son los automóviles que desde hace cerca de veinte años, protagonizan la transportación de más del 65% de la población cubana, dado el déficit en el transporte público estatal.
En forma de autos, camiones y camionetas se han encargado de trasladar a los transeúntes entre las distintas provincias y dentro de las principales ciudades del país. Asimismo a enfermos hacia los hospitales provinciales cuando han faltado las ambulancias en las policlínicas municipales.
A su vez son los encargados de transportar, anualmente, a los estudiantes internados fuera de sus poblados, hacia los diferentes centros educacionales, así como a los alumnos que estudian en las Escuelas Secundarias Básicas Urbanas (ESBU) y sus familiares cuando asisten treinta días a las llamadas Escuela al Campo.
Además de conducir a los habitantes hasta los distintos centros de recreación, ya sea a las diferentes playas o a los llamados Campismos durante los meses de verano o al llevar hacia las aisladas prisiones que existen por toda la isla a los acongojados familiares de quienes están en "el tanque", como se dice en la jerga popular.
Por eso el guajiro no tan bruto de nombre Antonio al que todos conocen como "Soruyo" en poblado de Jiqui del municipio Santo Domingo exclama a quien lo quiera oír: "Si el Comandante quiere resolver la pésima transportación en Cuba, debería nombrar a un chofer particular como Ministro de Transporte, porque son unos magos".
Villa Clara, 16/12/2007
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