Para demostrar que las elecciones de este 20 de enero en Cuba entrañan una transición, con un traspaso generacional de las riendas del Estado, la prensa nacional ha dado a conocer algunos porcientos.
Así, tenemos que el 60,91% de los 614 candidatos a diputados, nacieron después de la llegada de Castro al poder. Sólo 36,78% de los nominados forman parte actualmente de la Asamblea Nacional. 118 son negros y 101 mulatos. Curiosamente, en este caso no pusieron el por ciento que representan. El 42,16% son mujeres y el 78,34% son graduados universitarios.
Esos numeritos, según el periódico Granma son “una irrebatible prueba de transición democrática” que (…) “sin embargo, ni el gobierno de los estados Unidos ni sus mercenarios, supuestamente interesados en la transición en Cuba, reconocerán”.
Sin la más mínima intención de querer menoscabar como pruebas de democracia, los datos ofrecidos por el órgano del Partido Comunista, es inevitable señalar algunos pequeños detalles.
La mayoría de los que tomaron parte en la revolución que triunfó en 1959, ya son ancianos. Además, muchos de ellos, a lo largo de estos casi 50 años, se han distanciado ideológicamente del régimen. No es un secreto que un buen número de ellos viven o han muerto fuera de Cuba.
No hay, biológicamente hablando, 614 integrantes de la vieja guardia aptos para realizar la función básica de los parlamentarios cubanos: levantar la mano y aprobar lo que dicen los jefes partidistas y gubernamentales.
Otro detalle, que seguramente Granma determinó que era nimio y por eso no aparece señalado como parte de “la irrebatible prueba de transición” que representa la próxima integración del parlamento, es la cantidad de esos 614 candidatos a la Asamblea Nacional que son militantes comunistas.
Pues es casi el 100%. Que, del total, 374 hayan nacido después del triunfo de la revolución, 118 sean negros y 101 mulatos, 481 graduados universitarios y 265 mujeres, no dice absolutamente nada a favor de la democracia, si prácticamente todos son comunistas.
Hace muchas edades que el hombre sabe, porque fue su compañero en las etapas de la historia humana, que el collar no es el que cambia al perro.
Al color político-ideológico de los 614 candidatos, agreguemos que la presidenta de la Comisión Nacional Electoral, la Ministra de Justicia, María Esther Reus –una mujer con atractivos físicos- dijo públicamente de los ya casi seguros diputados, que “son la soberanía y la patria”.
Esa afirmación está tan reñida con cualquier viso de democracia, que no merece la pena ni siquiera opinar al respecto.
Parlamento no es solo asamblea legislativa. Esa voz tiene otra acepción. También significa “relación larga, en verso o prosa, en las obras escénicas”. Y en la farsa, por esta plaza, hay bastante experiencia.
Arroyo Naranjo, 2008-01-16
fornarisjo@yahoo.com
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