Los cuadros de Orestes Carrera Alarcón (La Habana, 1963) atraparon al primer curador que descubrió sus lienzos, en los cuales recrea desde un alto nivel de figuración a personajes sincréticos alojados en sus propias vivencias religiosas y culturales. Tal vez por eso le dicen Strafa, aunque su pintura no es extravagante ni agresiva.
En este artista, la personificación de los rasgos de hombres y animales colinda con la fabulación del entorno y con su peculiar visión filosófica sobre la naturaleza y el lugar de los humanos dentro de esta. Hay belleza y gracia en sus imágenes, aunque sus rostros deformes y sensuales esquivan lo grotesco en busca de una mayor libertad expresiva.
La fuerza expresiva de sus representaciones pictóricas emerge de esos personajes sincréticos que insinúan una propuesta de mestizaje, pues la figuración y el color son un pretexto para mostrar la mezcla de razas y culturas en cada cuadro. En los de tema religioso la figuración es más escultórica y acromática, con dominio de los grises oscuros, a veces opacos, que parecen trasladar al lienzo la energía de los rostros y la atmósfera de los cuartos religiosos de paleros, gangas, negros descalzos, animales sacrificados, calderos, machetes y clavos oxidados.
Los semblantes humanos distorsionados por el poder alegórico del autor son más nítidos y menos líricos que los diseñados por Manuel Mendive, maestro y amigo de Orestes, quien aplicó sus consejos a la pintura y a los performances, línea que emparenta a estos creadores hechizados por la plasticidad del cuerpo humano.
Pero Orestes se nutrió de otras influencias: Lam, Picasso, Kacho y Choco. Algunos le dieron instrucciones o le recomendaron a profesores de la Escuela de San Alejandro, con quienes aprendió dibujo, pintura, grabado y escultura sin buscar un título académico, lo cual afecta la comercialización de sus lienzos, pues existen normas burocráticas que obstruyen el acceso de los no graduados al Fondo Cubano de Bienes Culturales, entidad que controla el mercado del arte.
Su itinerario creativo ha oscilado con las circunstancias personales y sociales. Al abandonar los estudios de ingeniería convirtió la artesanía en un medio espiritual de sobrevida. Luego incursionó en la escultura, peldaño previo a la pintura. En la casa de sus padres y en su taller de trabajo aún quedan sonajeros, cortinas y estatuas de madera junto a herramientas, pinceles y caballetes.
Ni en sus primeros cuadros existe la ingenuidad y la frescura naif. Los conocimientos del dibujo, las proporciones y la perspectiva le abrieron una senda pictórica de mayor complejidad.
El talento de este artista habanero se desborda como una cascada en la temática religiosa afrocubana. Inunda también lo erótico, la ecología y las marinas. A veces mezcla los temas desde el sincretismo y la fascinación por el mar, la relación entre la vida y la muerte, los enigmas de ciertos rituales y los aspectos sicológicos de la expresión humana.
Algunas de sus pinturas desafían a los neófitos del ámbito religioso africano. En Siete rayos (Changó-Santa Bárbara), Yeguá, Oyá, Ochosi, Ochún y Eleguá las imágenes infieren la creencia de la "mala lengua" y el ciclo de confirmación de una ganga: la caída de la persona, el intento por captar el espíritu y la apropiación de restos por los paleros en el cementerio para vaticinar "el bien" o "el mal".
De mayor colorido y surrealismo son sus marinas. En la serie El negro y el mar, parodia la novela de Hemingway con personajes enfrentados a la agresividad del pez, el embate de las olas y el barco torcido.
El mar como víctima y depósito radiactivo, el cetáceo y otras especies en declive son simbolizados en siluetas sugerentes y no agresivas, mediante líneas curvas que dan sensación de movimiento y suavizan la obra, cuyo mensaje es matizado por la acertada combinación de luz, color y fantasía.
Las inquietudes ecológicas repican además en ilustraciones de un paisaje boscoso, en la desertificación del suelo, el humo, la sequía o en el pelicano que anida en el cabello de un hombre sin cerebro. Atrapados, Equilibrio, Reclamación y otros títulos revelan esta visión desde un colorido enérgico y alusivo.
El amor y el erotismo exceden al artista, que a veces juega con el cuadro dentro del cuadro mediante el foco de luz por planos y la recreación de figuras, objetos y símbolos. En obras como Las premiadas, Amor con lirismo, Sueño desde la profundidad y El condón, logra imágenes poéticas vigorosas y expresivas que retan nuestra sensibilidad. En Sueño de un obrero, más vernáculo y surrealista, la composición ofrece lecturas diversas y aparentemente sencillas.
La obra pictórica de Orestes Carrera Alarcón es mucho más artística que comercial. Ha sido apreciada en exposiciones personales y colectivas auspiciadas por galerías de arte y otras instituciones de la capital cubana. El artista pertenece a Habana-Copolis, filial del Proyecto Archis, nacido en Italia para promover a creadores a través de exhibiciones y videos. Sus búsquedas lo llevan a Renacer sincrético, proyecto personal más abarcador que incluye muestras y performances en galerías, museos y hoteles del país.
En España, Italia, Estados Unidos y otras naciones existen obras de Strafa, pero en Cuba no ha recibido aún la difusión que merecen sus lienzos, cuya originalidad desafía tabúes sociales y académicos. El artista espera por críticos y galeristas que lo encausen en un mercado más interpretativo, aunque sabe que "la fama es la espuma en la corriente de la vida".
El Cotorro, 07/01/2008
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1 comentario:
Buenas dias sr Savòn, seguo con molto interesse i suoi articoli che pubblica su Cubanet, e lo stesso, la problematica legata al Suo meraviglioso Paese. Essendo un appassionato di arte, vorrei chiederLE se Le fosse possibile, ricevere notizie dei Sr Edel Torres y Manolo Gomez, per il fatto semplice, che mi ha incuriosito il suo articolo "pintura y locura" dell agosto scorso. Scusandomi per il disturbo, le invio Distinti Saluti y buen trabajo.
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