Las “extracciones” son un engendro monstruoso que ataca a la clase pobre y desamparada en Cuba. Estos son los mismos desalojos que existían en el país antes del triunfo de la revolución en 1959, pero con una gran diferencia: ahora todo lo cubre un gran ropaje de legalidad estatal, que pone la desesperanza en primer plano.
Son incontables los casos de personas que rompen sellos oficiales en viviendas cuyos moradores han partido a residir de forma permanente en el exterior, con el objetivo de habitarlas junto a sus necesitadas familias.
La crisis habitacional que marchita la esperanza de tener el derecho a rentar una vivienda, crece de forma vertiginosa al mismo tiempo que el comunismo se acerca a los 50 años de haber sido impuesto en el país.
La cifra de casas necesarias en Cuba, según diversas fuentes, es superior al millón. Por eso, no es extraño que la gente ocupe, sin la autorización correspondiente, cualquier local vacío. Tampoco es extraño que el gobierno utilice el eufemismo “extracción” a la hora de sacar por la fuerza a esos “ocupantes ilegales”.
Dentro de los calificativos burocráticos empleados por el Estado para clasificar a los necesitados de todo tipo que abundan en Cuba, está el de “los casos sociales”.
Entre esos casos sociales están las familias que tienen a uno o varios de sus integrantes con severas limitaciones físicas o mentales y que al mismo tiempo subsisten en condiciones habitacionales totalmente infrahumanas.
Los casos sociales son muchos y muchas más son las personas que tienen la necesidad imperiosa de una vivienda con condiciones elementales para la vida. Ante la demora, que puede ser de décadas o simplemente nunca, para que el otorgamiento del usufructo de una vivienda, la gente opta por introducirse en la primera casa vacía que se entere que existe.
Ese fue el caso, por ejemplo, de Emma Cedeño López, de 56 años, que vive con su joven hijo, enfermo mental crónico y su hermana de 63 años, inválida debido a un derrame cerebral.
Ellos ocuparon una vivienda deshabitada en la barriada de Managua, del municipio habanero Arroyo Naranjo. La casa quedó vacía debido a que la familia que residía en ella, debió entregarla al Estado para poder marcharse del país.
Tres meses después, autoridades de la Dirección Municipal de Viviendas, con fuerte apoyo policial, sacaron por la fuerza a las tres personas de la casa en cuestión.
Subieron las pobres y escasas pertenencias de los moradores en un camión y a la inválida en una ambulancia, y los llevaron nuevamente para su anterior lugar de residencia.
A la inválida la dejaron sentada en un sillón, sola, en medio de la acera, frente al horrible sitio donde pasa su infeliz existencia.
Emma describe así su situación: “Yo he vivido durante 36 años en una choza ubicada sobre dos fosas. Soy damnificada de varios ciclones y nunca he podido ni reparar una pared, pues los materiales de construcción para mí, no aparecen. No los puedo comprar en bolsa negra porque están muy caros. Desde hace mucho tiempo, estoy esperando una respuesta del gobierno como solución al problema tan grave de vivienda que tenemos, pero esa respuesta nunca llega”.
El periodista Juan González Febles escribió en diciembre último, sobre un caso similar. “Salvar a Margarita” llamó a su crónica. Refleja el caso de una madre desesperada que vive en condiciones infrahumanas con su hija de 10 años que debido a una enfermedad degenerativa se ha convertido en un vegetal. Ella se introdujo ilegalmente en una casa del municipio 10 de Octubre.
A Margarita, a pesar de su cuadro desolador, seguramente la extraerán de la vivienda que ocupó. Las autoridades se han vuelto insensibles ante el dolor del prójimo. Quizás es porque hay muchas Margaritas y pocos dispuestos a mirar esas flores.
La prioridad para lograr tener una vivienda, y quedó muy bien reiterado por las más altas autoridades del Instituto Nacional de la Vivienda este 11 de enero, es “para los que tengan una buena actitud revolucionaria”. Se traduce como apoyo incondicional al gobierno.
Lo demás no pertenece a estos tiempos en que las necesidades humanas no cuentan.
El embargo norteamericano crea muchas dificultades, es lo que siempre se dice, pero todos los dirigentes en Cuba tienen magníficas residencias.
2008-01-16
fornarisjo@yahoo.com
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