Caminar en agosto por cualquier calle es agotador. Con un pañuelo en la mano y cogiendo por la sombrita cuando la hay parece que cada cuadra es más larga que la anterior, y si no lo creen fíjense en este joven carnicero que tuvo que salir a coger un cinco para refrescar.
jueves, 31 de enero de 2008
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