Una de las armas principales utilizadas por la dictadura Castrista, para mantenerse en el poder a lo largo de 48 años, ha sido el control y la manipulación de la información sobre la mayoría de la ciudadanos, que no pertenece a la nomenclatura.
Por ello el gobierno cubano ha empleado disímiles y variados métodos, muchas veces apoyados por regimenes totalitarios como el de la República Popular China (RPCH), para mantener al pueblo desinformado o suministrarles solamente los acontecimientos, que sean de su conveniencia.
Dentro de los diversos mecanismos de custodia de la información, el control sobre el espacio radio electrónico nacional ha sido fortalecido, con la creación de los llamados tele centros, los que se han puesto en funcionamiento indistintamente en las catorce provincias del país, así como en el municipio especial de la Isla de la Juventud.
Con la apertura de las emisoras locales, cuya meta es instalarlas en las 169 municipalidades del país, el gobierno más que darle a conocer a los pobladores la realidad de cada territorio, su único objetivo ha sido impedir que los habitantes saturados de la mala programación netamente totalitaria, escapen de los amordazados medios de comunicación en la isla.
Así les imposibilita escuchar o ver emisoras foráneas a través de radios de onda corta o sus televisores modernos, con la ocupación a la fuerza de todo el espacio radioeléctrico nacional, en abierta conspiración con militares chinos especialistas en la lucha radio electrónica, el que es codificado como “Plan Baraguá”.
O sea que la construcción y montaje de las televisoras municipales, no tienen interés alguno en propagandizar que el ciudadano cubano esta falto de médicos, pues el gobierno los envía para Venezuela, Bolivia u otro país del mundo, que decenas de consultorios han sido cerrados por igual causa, o que las farmacias en la isla están carentes de medicamentos.
Tampoco en sus emisiones han hecho mención al desabastecimiento de los mercados, la crítica situación de la vivienda y el transporte, la falta de recreación del pueblo, y que a los isleños en su propia nación se les prohíbe visitar u hospedarse en los fastuosos hoteles destinados únicamente para turistas foráneos.
No obstante la ciudadanía ha buscado mecanismos no legales, como la construcción de antenas en Frecuencia Modulada (FM) o (UHF) y las han situado encima de sus tejados para oír u observar otra cosa, que no sea las “culpabilidades en la problemática cubana” y los azares el presidente norteamericano George Bush, la charla en contra de Posada Carriles o las adulonerías al zar petrolero Hugo Chávez., difundidas a diario por la, prensa, radio y televisión nacional.
Pero dentro de la gama de innovaciones que el pueblo ha generado para tratar de quebrantar la censura informativa, las antenas satelitales de origen artesanal y no las receptoras de señales en FM o UHF, es el aditamento más demandado por los pobladores y a su vez el más acechado por los cuerpos represivos aliados al régimen.
Esas antenas cuyos fabricantes se han visto obligados a importar los focos desde el exterior, pero que construyen el plato de aluminio, cobre o la fusión de resina pólsica y un catalizador para su endurecimiento, han burlado la muralla informativa en innumerables ocasiones, permitiendo a los ilícitos propietarios con el auxilio de robados cables coaxiales, reenviar la señal captada a centenares de telerreceptores.
Las mismas fueron asediadas durante el primer semestre del presente año por los miembros de la Policía Nacional Revolucionaria, el Departamento de Radio Contrainteligencia Militar y la Seguridad del Estado, todos pertenecientes al Ministerio del Interior, así como afiliados de la Dirección de Lucha Radio Electrónica del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, por ser consideradas estas antenas tan peligrosas como las drogas.
Los pobladores más afectados con la caza de esas receptoras se localizaron en los municipios de Bauta, Güines, Güira de Melena, y San José de Las Lajas, en la provincia de La Habana, Centro Habana, Habana Vieja y Playa, en Ciudad de la Habana, así como Jagüey Grande, Cárdenas y Varadero, en la región de Matanzas.
A esos habitantes no sólo los represores les incautaron el accesorio, sino que además les decomisaron equipos de música, computadoras, videos de tipo VHS, DVD, VCD, y hasta sus propios televisores. A su vez desembolsaron cuantiosas sumas de dinero por las multas que les fueron impuestas, que en muchos casos sobrepasó la cifra de los 3000 pesos nacionales.
Pese a las férreas medidas que el gobierno ha impuesto al pueblo cubano para obstaculizarle el saber de lo que acontece más allá de sus fronteras, donde además de la puesta en funcionamiento de los telecentros, la persecución a las antenas satelitales, y la negativa del acceso a la red informática Internet.
Ha situado antenas de más de cincuenta metros de altura, amplificadoras de las ondas nacionales en diferentes frecuencias a todo lo largo y ancho del archipiélago cubano, e igualmente vigila el espacio electromagnético con la ya mencionada “Operación Baraguá”, estrategia instaurada secretamente en los Comités Militares Municipales.
Los isleños agotados de las promesas gubernamentales convertidas en una utopía desde el propio año 1959, continúan en la búsqueda de vías que le permitan nutrirse de una libre información, porque ellos son conocedores que la llave para el traspaso a la democracia y la plena libertad está en la ruptura del bloqueo informativo.
Santa Clara, 13/01/2008
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