jueves, 11 de diciembre de 2008

LA PIEDRA FUNDACIONAL, Alejandro Tur Valladares


Cienfuegos, diciembre 11 de 2008, (JP) En el pasado se pensaba que para desarrollar un país lo único que se necesitaba era que este poseyera suficientes recursos naturales. Las ciencias económicas han demostrado que si bien este es un factor que favorece el desarrollo de las naciones, no es el único que lo determina, siquiera el principal.

Cuando hurgamos en la historia vemos a naciones extremadamente privilegiadas por la naturaleza, en donde la hambruna ha erigido su trono. Otras sin embargo, adoleciendo de los recursos más elementales se hallan en el pináculo del desarrollo.

Ejemplos se sobran, más por razones de espacio no los vamos a señalar. Baste destacar que Cuba, con mas del 70% de las tierras aptas para el cultivo, desde hace cinco décadas padece de desabastecimiento en un renglón tan importante como la agricultura.

Pudiera pensarse – con razón- que esto se debe al excesivo control del estado en todos los haberes de la sociedad. Pero contrario a lo que comúnmente se piensa no basta con cambiar las estructuras, las políticas o las estrategias. El problema es más serio. Urge cambiar la cultura de dependencia infantil que ha contraído el ciudadano con el Estado o en caso contrario, los resortes que hacen eficiente y productiva una nación jamás quedarán ensamblados.

No basta contar con suficientes créditos, recursos naturales o voluntad de trabajar. Primero hay que formar al hombre en la cultura de la responsabilidad. ¿Qué significa esto? Significa que toda empresa exitosa, lo es, a partir de las decisiones acertadas que toman los hombres que la dirigen. Por tanto es el hombre la piedra fundacional de todo proyecto exitoso.

Una sociedad en la que el hombre no reciba una educación que le capacite para tomar libremente decisiones complejas, que no estimule en él la creatividad, el esfuerzo personal, que no premie el talento o que no vea como algo positivo la competencia basada en reglas que propicien que el esfuerzo y talento personal vayan orientado al bien común, podrá proclamar que lo tiene todo a su favor, pero ineludiblemente fracasará.

Tras décadas de absolutismo político, de centralismo económico, de militarismo social, el mayor reto que el futuro nos depara es poder transformar al hombre y, aunque oteando el horizonte lo único que se divisan son nubes negras, existe aún esperanza.

Los mismos cubanos que en la isla se muestran perezosos o reacios a trabajar, cuando marchan al extranjero son permeados por la cultura del mercado y transmutan el ocio en febril actividad.

¡Una Cuba desarrollada es posible!, si se eliminan los diques que hoy mantienen estancadas las aguas de la iniciativa individual.
JP-SDP
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