jueves, 4 de diciembre de 2008

NADAR SIN AGUA, Oscar Sánchez Madam




Prisión Combinado del Sur, Matanzas, diciembre 4 de 2008, (SDP) Coincido de forma plena con Luís Sesto, periodista del diario oficialista cubano Juventud Rebelde, cuando afirma en su sección ‘Coloquiando’, del pasado 14 de noviembre, que, ‘a veces uno construye la realidad con la actitud del propagandista al pretender reforzar las ideas y principios con la mención un tanto insistente de nuestros deseos’. Esto es cierto.

Más hay quien persiste en una retórica hueca con el malvado propósito de disfrazar errores, derrotas y frustraciones y distorsionar así la realidad que los derrota fácilmente. Cuantas veces hemos escuchado decir a los apologistas del castrismo en el mundo, que el embargo comercial de los Estados Unidos contra el régimen marxista de La Habana es la causa principal de la crisis económica que enfrentamos los cubanos: muchas, muchas veces.

Aunque me opongo a dicho embargo, así como al bloqueo impuesto por el régimen totalitario a nuestros derechos y libertades fundamentales, creo que presentar la parálisis comercial entre Cuba y los Estados Unidos como la causa básica de nuestra ruina económica es justificar la ineficacia de un sistema local que se agotó en el mundo, aunque haya quienes intentan en vano resucitarlo.

Perfeccionar las superestructuras y los fundamentos de la economía de Cuba es tarea de todos los cubanos. Somos nosotros quienes debemos organizar la producción, el comercio, un efectivo sistema financiero, incentivar las fuerzas productivas, mejorar nuestras relaciones con el resto del mundo, actuar con amor, responsabilidad y disciplina. Es un deber de todos, en especial de los gobernantes garantizar que se distribuya con justicia y con inteligencia la riqueza colectiva y se respete la propiedad individual.

Un estado que no emplea correctamente las inversiones y que no estimula la iniciativa privada, no prosperará en siglo XXI. Si quienes dirigen las instituciones tienen las manos atadas por un omnímodo poder central y no están en condiciones de servir como patrones de conducta en la formación de valores como honradez, austeridad, sinceridad etc., entonces seguiremos en el incómodo ejercicio de nadar en una piscina sin agua.

Para que nuestra economía prospere, necesitamos libertades económicas. ¿Por qué culpar al embargo, si conocemos que el socialismo totalitario es la causa principal de nuestra desgracia?

Miles de cubanos han sido sancionados, sólo en el último lustro, por acciones económicas que son normales en el mundo democrático, pero que en Cuba son delitos o indisciplinas, según el régimen. Con razón, el ciudadano L. W. Vélez, el pasado 21 de noviembre, expresó al diario Granma, y cito: “Hoy nuestra sociedad se ve afectada porque una parte de los que laboramos tenemos una productividad o unos resultados económicos bajos”. Sin productividad, no hay economía.

Que no es el embargo nuestro principal problema económico, lo confirma el propio líder del Partido Comunista Fidel Castro. En una Reflexión publicada en Granma, el 20 de setiembre último, afirma: “El robo en fábricas, almacenes, servicios automotrices, hoteles, restaurantes y otras actividades donde se manejan recursos o dinero, tiene que ser combatido sin tregua”. El ex jefe de estado en entrevista concedida entre el año 2003 y el año 2005 al periodista hispano francés, Ignacio Ramonet, reconoció que: “El robo de materiales o recursos no es de hoy o del periodo especial”. Es decir, es un fenómeno viejo. En dicha entrevista, Castro reconoce que, “hay mucha gente aquí que ha incurrido en ella”. No en vano concluyó con la afirmación de que la corrupción es la amenaza principal contra su revolución.

Lo que no reconoce Castro, ni las autoridades actuales, es que el régimen impuesto en Cuba es causa de que miles de funcionarios roben para subsistir, se vigilen entre si y sean incapaces de aportar una gestión eficiente. Es precisamente a este sistema al que habría que enterrar y eliminar. Entonces todo sería diferente y sin dudas, mejor.
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