jueves, 31 de julio de 2008

EDITORIALES Lenguajes y mensajes No. 31


La mecánica nacional cubana está compuesta de regulaciones y prohibiciones molestas para la ciudadanía. Esto es verdad de Perogrullo, aceptada con mayor o menor sinceridad o cinismo, por el jefe de estado, el Sr. general presidente Raúl Castro. Este tipo de espacio cerrado crea atmósferas viciadas. Un vacío de opiniones que se convierte en una ‘nada’ enajenante y totalizadora, como diría la escritora española Carmen Laforet en esa excelente novela que tituló exactamente, ‘Nada’.

Para quienes crecimos y nos formamos en esa ‘nada’ cerrada, obligados a respirar la atmósfera viciada del totalitarismo, las cosas nunca fueron fáciles. Los lenguajes y los mensajes de cualquier tipo, pero especialmente los mensajes y el lenguaje político, requieren una calidad comunicativa especial.

Hace unos años, el Proyecto Varela asombró a Cuba y al mundo con más de veinte mil firmas certificadas en demanda de referéndum. Producto de la ingeniería y el control social del castrismo y la consiguiente ‘nada’ enajenante y totalizadora a que hicimos referencia previa, fue un acontecimiento insólito que sorprendió y sumió en el pánico a Fidel Castro y a sus miñones represivos.

Por supuesto, lo anterior colocó hechos inéditos sobre el tapete político de la Isla. Más del 80% de las firmas obtenidas provenían de opositores y de personas que de una u otra forma, integraban o colaboraban con el movimiento opositor. Si a esto sumamos que un grupo nada desdeñable de personas y organizaciones sindicadas como opositoras o disidentes, se abstuvieron de respaldar con sus firmas al Proyecto Varela, se estuvo ante un nuevo e inquietante factor a tomar en consideración por la dictadura militar: Una masa opositora compuesta por varias decenas de miles de personas. Esto fue el preludio real del zarpazo represivo de la Primavera Negra de 2003.

Habría que ver por qué, el liderato opositor interno no consiguió articular esta masa crítica, ya no tan anónima. La pregunta que habría que formular sería por qué, la oposición no colocó en las calles unos cuantos miles de estos firmantes del Proyecto Varela. Por supuesto, si eventualmente la oposición dispone de la capacidad para mover a la firma de una iniciativa a más de veinte mil ciudadanos: ¿Por qué no se ha formulado, colocarlos de forma pacífica en las calles en demanda de sus derechos? Decimos en un movimiento articulado a partir de los pocos resortes de legalidad que existen para ello. Con permiso solicitado para expresarse políticamente contra el Partido Comunista.

Los demócratas aunque disientan en la forma, siempre encuentran un lenguaje común para comprenderse y reconocerse entre si. Se trata del santo y seña de la palabra democracia. Ese lenguaje común permite, por citar algún ejemplo, que Oswaldo Payá y Marta Beatriz Roque se encuentren. Que Todos Unidos, La Asamblea Para Promover la Sociedad Civil y el Movimiento Cristiano Liberación hayan encontrado en no pocas ocasiones, la necesaria plataforma común. Ciertamente, los buenos cubanos siempre comparten un ‘sistema de lenguaje’ común. La palabra Libertad, suena parecido en sus mentes y en sus corazones. La verdadera dificultad para los demócratas sinceros es hallar ese ‘sistema de lenguaje’ para dialogar con el gobierno.
SDP

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