Managua, La Habana, Julio 24 de 2008. (SDP) El tema de la homosexualidad da la impresión de que llegó a Cuba para quedarse. Mariela Castro le ha dado una vigencia sin parangón. Pero las opiniones son bastantes dispares.
Hace muy pocos días, en ocasión propicia, les pregunté sobre el asunto a dos policías que desarrollan su trabajo en La Habana Vieja, zona sensible para los homosexuales por ser uno de los polos turísticos más importantes del país, y respondieron lo siguiente:
“Con tantos problemas que tenemos en Cuba, porque hay que darle tanta importancia a los homosexuales”, dijo uno. Y el otro acotó. “Estar disfrazado de mujer, como hacen los travestís es cambiar la identidad y eso viola la ley, y nosotros no podemos hacer nada”.
Se pudiera alegar en contra que los policías no se preocupan nada por la ley cuando golpean a una persona que está bajo su custodia. Pero es cierto que cambiar de identidad, aunque sea de forma transitoria, sin autorización legal viola la ley.
También conversé con algunos homosexuales. Están de pláceme, y ven a Mariela Castro como su Ada Madrina.
Mantienen la conmoción por el acto nacional que se realizó el 17 de mayo día, internacional contra la homofobia, en el Pabellón Cuba. Dicen que en esa ocasión le plantearon a Castro la necesidad de tener un lugar, aunque estuviera fuera de la ciudad, donde ellos reunirse y realizar las actividades propias a sus intereses, y que ella respondió afirmando que el lugar tenía que ser dentro de la ciudad, porque alejado no cumpliría el objetivo de ayudar a la aceptación de la diversidad sexual.
El 14 de junio tuvieron otra actividad pública. Esta fue en un lugar conocido como “Mi Cayito”, en la playa Guanabo. En esa ocasión no hubo banderas multicolores ni desfiles de moda. Si hubo consejos sobre las formas más sensatas de evitar contraer el VIH-SIDA, y les regalaron condones y frasquitos con grasita para sus relaciones sexuales.
Ese día se estaba conmemorando en Cuba el aniversario 80 del nacimiento del Che Guevara, pero en “Mi Cayito” al parecer no se mencionó la efeméride, porque ninguno me dijo nada al respecto.
Muy recientemente, en el portal de la tienda La Época, observé como uno de dos homosexuales que caminaban juntos por el lugar, sacaba la lengua y se relamía de imaginario gusto, mientras miraba a un joven que estaba parado en el lugar.
El muchacho, objeto de esa provocación sexual, miraba hacia todas partes, y no sabía que hacer. Estaba desconcertado. Varias personas pudieron ver la escena.
Eso sirve como muestra de que en Cuba el énfasis no debe estar en defender intereses de minorías, sino en lograr que la gente interiorice que derecho de cada cual termine donde comienza el del prójimo.
Proteger a los homosexuales como a las ballenas no parece lo acertado. Nada indica que estén en extinción.
He visto, en más de una ocasión, como personas sin ninguna ética han ofendido sin el más mínimo motivo a homosexuales, y han tratado de humillarles, pero también he visto a hordas autorizadas por el Estado aterrorizando a una familia dentro de su vivienda por el único motivo de desear irse del país.
Hay cientos de presos políticos en las cárceles de Cuba, la mayoría de ellos porque han puesto en práctica su derecho a tener ideas democráticas. No ha existido ningún respeto gubernamental por ellos.
Las transgresiones a los derechos básicos, no han estado enmarcadas hacia un sector de la sociedad cubana, ha sido hacia todos los ángulos. Y la sede responsable de todos esos desmanes está situada, en la Plaza de la Revolución, detrás del monumento al Apóstol José Martí.
fornarisjo@yahoo.com
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