Arroyo Naranjo, La Habana, 31 de julio de 2008, (SDP) Blas Roca escribió “Los Fundamentos del Socialismo en Cuba” en 1943. Después del triunfo de la revolución de Fidel Castro, se hicieron dos ediciones del libro. Una, en diciembre de 1959. La otra, en mayo de 1961. Para cada una de ellas, el veterano líder comunista se vio precisado a escribir una nueva presentación. Las transformaciones revolucionarias convirtieron en pasado “algunas de las cosas que en el libro estaban escritas en futuro”. Otras las convirtió, simplemente, en imposibilidades.
Cuando en 1965, los periódicos Hoy y Revolución fueron sustituidos por el Granma, ya el libro de Blas Roca había sido convertido en pulpa. Unos años después, como parte del plan pijama y bajo la estricta supervisión del propio Máximo Líder, le fue asignada a Roca la redacción de la Constitución de la República. Cuatro años después de terminarla, horrorizado por los mítines de repudio de 1980, no dudó en calificarlos: “puro fascismo”.
En sus últimos años, se convenció que la libertad y el derecho a expresarse sin temor son las más grandes garantías que tiene el ser humano.
Blas Roca murió en 1987, arrepentido de haber entregado el partido de los comunistas cubanos a “un aventurero irresponsable”. Un año después, su hijo Vladimiro Roca se unió a la disidencia.
El libro de Blas Roca es una prueba irrefutable de que “esto” no es el socialismo por el que lucharon los viejos comunistas cubanos. En descargo de las responsabilidades y culpas que algunos le quisieran achacar, valgan algunas, sólo algunas, de las contradicciones del libro “Los fundamentos del Socialismo en Cuba”.
“…los reaccionarios en su desesperado y ciego afán de combatirnos, han tergiversado todo y se han esforzado por hacer ver que el socialismo acaba con todas las formas de la propiedad privada y establece la propiedad colectiva sobre todas las cosas, grandes y pequeñas, importantes y no importantes. Eso es una falsedad.”
“El socialismo no significa la abolición de todas las formas de la propiedad privada”.
“El socialismo respeta la propiedad de los artesanos, de los pequeños propietarios y pequeños comerciantes a los que se lleva al socialismo a través de cooperativas u otras formas que permitan la incorporación de su propiedad individual, pequeña, atrasada y poco productiva, a la propiedad colectiva avanzada, sin explotación del trabajo ajeno.”
“El establecimiento de la propiedad colectiva sobre los medios fundamentales de producción no quiere decir que haya de ejercerse necesariamente violencia sobre todos los propietarios”.
“Con los adelantos que ya tiene Cuba, con la fecundidad prodigiosa de su suelo, con los progresos que le ha traído la revolución, con la inteligencia, la vivacidad y el espíritu emprendedor y fraternal de los cubanos, la aplicación de los principios socialistas producirá milagros, transformando esta tierra en unos pocos años en el paraíso del mundo”.
La historia se encargará de conceder a cada uno de los protagonistas de la historia más reciente de Cuba, la correspondencia exacta de su aporte. Tal vez las buenas intenciones constituyan un buen atenuante.
luicino2004@yahoo.com
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