jueves, 31 de julio de 2008

PRENSA EXTRANJERA: Miami y la 'ciberideología' del castrismo Emilio Ichikawa

Dicen que a muchos militantes de la isla les están jubilando, entregándoles computadoras y ordenándoles, a tiempo completo, una participación activa en ''la batalla de ideas''. Batalla que en realidad es ''chantaje'', pues sus correos y posts insisten en ofensas, amenazas, manipulación de eventos biográficos personales que no se conocen porque la Seguridad del Estado nos haya investigado, sino simplemente por haber compartido escuelas, equipos deportivos y hasta amores en una etapa de nuestra juventud. Ni siquiera es enemistad: es apostasía.

Las tres gracias de la ciberideología castrista son las revistas en la red Cubarte, Cubadebate y La Jiribilla. La primera es una suerte de voz oficial de la cultura, envuelta ahora mismo en renovaciones y emulaciones. La segunda, sepulturera de la tercera, es dirigida por el periodista Randy Alonso y goza del marketing del propio Fidel Castro. La pobre La Jiribilla, vieja y sin cara, es ya una suerte de museo colectivo de la estética revolucionaria.

En las tres ha circulado, durante la segunda quincena de julio, una conferencia que el Dr. Eliades Acosta Matos pronunció en el Hotel Nacional de Cuba el día 15 de los corrientes en homenaje al aniversario 50 de la llegada de Fidel Castro al poder y que se titula ``La cultura revolucionaria''.

Desde hace algún tiempo el Dr. Acosta se ha empeñado en sublimar intelectualmente los últimos esfuerzos del castrismo por sobrevivir en sus maneras esenciales. Incluso en una trilogía dedicada a las elecciones norteamericanas aparecida en Cubarte Acosta adelanta la probada posición de confrontación que repetirá La Habana en caso de que el senador Obama gane las presidenciales de noviembre.

Mientras, en su referida conferencia, Acosta logra precisar con astucia la aparición de ciertos frentes ideológicos sobre los que las autoridades de la isla han empezado a tomar nota. En algunos círculos de Miami esta frase suya ha llamado notablemente la atención: ''La propia contrarrevolución cubana ha confrontado serios problemas para construirse un pedigree intelectual medianamente decente, y recién está vertebrando su ala ilustrada con intelectuales formados por la revolución, a los que les cuesta trabajo mostrarse medianamente creíbles cuando se disfrazan de liberales, conservadores, filofascistas o cínicos.'' Lo que Acosta objeta no es la calidad de esa ''ala ilustrada'', sino su ''credibilidad''. No se trata de una objeción técnica, sino política o moral. Ahí vamos.

Ya que Acosta escribe en el propio código lingüístico de la ideología que defiende, vamos a interpretar en lo que nos interesa su punto de vista. Entiendo que cuando dice ''contrarrevolución'' se refiere a un fenómeno amplio, pero lo asumo aquí como eso que frecuentemente se llama ''exilio anticastrista de Miami''. Entonces, lo que dice Acosta es que a ese exilio le ha faltado una cobertura intelectual competente. Y en eso tiene razón. Conozco muchas personas dispuestas a suscribir esa afirmación de Acosta.

Dice además que hay gente empeñada en asumir los riesgos intelectuales de identificarse moral e ideológicamente con ese exilio miamense; gente que fue formada por la propia ''revolución''. Y que ya no se trata de los antiguos postmodernos, sino de nuevos ``liberales y conservadores''.
Y es verdad también; porque hay dos sectores intelectuales que, o se han clausurado en sus propios cánones o han tomado distancia de una comunidad molesta para alcanzar ciertos fines gremiales. Esos sectores son: los intelectuales formados en las escuelas de la república y los formados en los colegios de los propios Estados Unidos.

Curiosamente, muchos escritores salidos de las escuelas del señor Fidel Castro están abandonando la postura insolente de tratar de cambiar la llamada radicalidad del exilio, empeñándose ahora en entender y expresar dicha radicalidad en sus nuevos trabajos. Han relegado la fútil tarea de combatir el estereotipo de ''intolerancia'' y se disponen a asumirlo y sacarle partido. El prejuicio fijado sobre el exilio de Miami no es, en fin de cuentas, un error de percepción, sino apenas la imagen que la sociedad global le ha fijado. Si no se puede romper el dogma, pues entonces hay que sacarle provecho. Sin complejos.

Al Dr. Eliades Acosta le preocupa este renovado posicionamiento de aceptación del ser, de ''lo que hay''. Y tiene motivos.
Tomado de: El Nuevo Herald
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