Managua, La Habana, julio 24 de 2008. (SDP) Tiene siete años, y desde hace tiempo sabe de botes, balsas, remos, mar y separación familiar. Uno de sus sueños más importantes era tener una torta de cumpleaños con las velitas encendidas y que sus amiguitos le cantaran “felicidades Jessica, felicidades en tu día”.
Ella nunca había podido tener una panetela en su aniversario, ni caramelos, ni dulces, ni refrescos, pues para poder adquirir esos productos en el establecimiento estatal indicado, había que presentar la tarjeta del menor, y ella no tiene esa identificación porque la Seguridad del Estado se la quitó cuando aún no había cumplido su primer año de vida.
Para su aniversario cinco, un grupo de amigos de su mamá nos pusimos de acuerdo, y junto a la ayuda del padre de la niña, que reside en Estados Unidos, hicimos realidad ese sueño de Jessica.
Se puede decir que fue un cumpleaños por la “izquierda”. Hubo que hacer casi todas las compras en el mercado subterráneo, y la torta se les encargó a personas que trabajan la dulcería de forma particular. No faltó la piñata con los caramelos, ni el deseo sincero de todos de que la homenajeada fuera feliz.
Jessica vive junto a su madre, Bárbara Lorenzo, en el pueblo de Managua, en el municipio Arroyo Naranjo de la Ciudad de la Habana, ambas carecen de la identificación permanente reglamentaria.
“Fue en el 2002, después de mi último intento por salir de Cuba. La Seguridad del Estado me quitó mi carné de identidad y la tarjeta de menor de Jessica”, aclara su mamá.
Ya hace años que la niña usa, por prescripción facultativa, botas ortopédicas, pero para adquirirlas también se necesita la tarjeta del menor. Por suerte, el mercado subterráneo también suple ese sector.
Pero la mayor preocupación que tiene la madre de Jessica, es que la niña ya lleva dos cursos escolares como “oyente”. La matrícula oficial nunca la ha podido realizar por falta de la mencionada tarjeta.
A pesar de que Lorenzo ha planteado en varias ocasiones a diferentes autoridades la necesidad de que le sea devuelto el documento de identidad permanente de su hija, nunca ha tenido una respuesta definitiva sobre el asunto y la niña continúa indocumentada. Jessica, no es un caso único, es un caso más. Muchos son los niños cubanos que han sufrido o sufren, los conflictos entre sus padres y el gobierno.
El otro sueño de Jessica, al parecer el más importante, es vivir junto a su papá. Deseamos de todo corazón que pueda hacerlo realidad. Pero debido a la permanente situación de irregularidad en la que estamos sumidos los cubanos, ese deseo es mucho más difícil de ayudar a materializar, que la celebración de un cumpleaños.
primaveradigital@gmail.com
Ella nunca había podido tener una panetela en su aniversario, ni caramelos, ni dulces, ni refrescos, pues para poder adquirir esos productos en el establecimiento estatal indicado, había que presentar la tarjeta del menor, y ella no tiene esa identificación porque la Seguridad del Estado se la quitó cuando aún no había cumplido su primer año de vida.
Para su aniversario cinco, un grupo de amigos de su mamá nos pusimos de acuerdo, y junto a la ayuda del padre de la niña, que reside en Estados Unidos, hicimos realidad ese sueño de Jessica.
Se puede decir que fue un cumpleaños por la “izquierda”. Hubo que hacer casi todas las compras en el mercado subterráneo, y la torta se les encargó a personas que trabajan la dulcería de forma particular. No faltó la piñata con los caramelos, ni el deseo sincero de todos de que la homenajeada fuera feliz.
Jessica vive junto a su madre, Bárbara Lorenzo, en el pueblo de Managua, en el municipio Arroyo Naranjo de la Ciudad de la Habana, ambas carecen de la identificación permanente reglamentaria.
“Fue en el 2002, después de mi último intento por salir de Cuba. La Seguridad del Estado me quitó mi carné de identidad y la tarjeta de menor de Jessica”, aclara su mamá.
Ya hace años que la niña usa, por prescripción facultativa, botas ortopédicas, pero para adquirirlas también se necesita la tarjeta del menor. Por suerte, el mercado subterráneo también suple ese sector.
Pero la mayor preocupación que tiene la madre de Jessica, es que la niña ya lleva dos cursos escolares como “oyente”. La matrícula oficial nunca la ha podido realizar por falta de la mencionada tarjeta.
A pesar de que Lorenzo ha planteado en varias ocasiones a diferentes autoridades la necesidad de que le sea devuelto el documento de identidad permanente de su hija, nunca ha tenido una respuesta definitiva sobre el asunto y la niña continúa indocumentada. Jessica, no es un caso único, es un caso más. Muchos son los niños cubanos que han sufrido o sufren, los conflictos entre sus padres y el gobierno.
El otro sueño de Jessica, al parecer el más importante, es vivir junto a su papá. Deseamos de todo corazón que pueda hacerlo realidad. Pero debido a la permanente situación de irregularidad en la que estamos sumidos los cubanos, ese deseo es mucho más difícil de ayudar a materializar, que la celebración de un cumpleaños.
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