Santa Clara, julio 17 de 2008, (SDP) La fuerza de los procesos volitivos en los cubanos es proverbial, a veces el ímpetu de la voluntad colinda con la demencia. Era el año 1994 en la isla de Cuba, para algunos, el más duro del Periodo Especial. Un delgado anciano bastante frágil y enfermo, trabajaba sin descanso en la agricultura del Programa Alimentario.
Esto ocurría en el campamento agrícola “El Cedro” en las afueras del municipio Alquízar, en provincia Habana. Allí convergían afiliados voluntarios a los Sindicatos de Trabajadores de la Salud y de Trabajadores de la Industria Turística. Todos laboraban en centros de trabajo, localizados en el municipio Plaza de la Revolución.
Rondaba la expectativa entre la población isleña, de que si la crisis económica arreciaba, el gobierno decretaría o no la “kampucheización” de la sociedad cubana y la relocalización de los habitantes de las ciudades. Que de manera obligatoria tendrían que irse a vivir y trabajar en el campo, sin importar sus profesiones u oficios.
La mayoría de los movilizados por sus secciones sindicales, casi no trabajaban la roja tierra como se suponía. Preferían sentarse a conversar entre ellos, sobre la situación de precariedad económico-social en el país. Eran médicos, bármanes, enfermeras, amas de llaves, de todo menos labradores de la tierra.
Sin embargo el canoso anciano continuaba su trabajo, tan solo se detenía a tomar agua fresca de una cantina. Esta actitud llamó la atención de todos en aquel lugar, por eso comenzaron las preguntas resumidas en: ¿Quién era aquel viejo? Nadie por respeto se atrevía a preguntarle a él.
Las interrogantes cayeron sobre sus compañeros de trabajo en La Habana, puesto que era médico del Instituto Nacional de Medicina Legal (INML). El doctor legista de apellido Moya, el psiquiatra Ernesto Pérez y un psicólogo apellidado Rangel, fueron blancos de las preguntas, por ser sus compañeros de trabajo.
Con ambigüedad contestaron a los curiosos, también se denotaba un poco de miedo en sus rostros. Ellos no deseaban tener problemas de ningún tipo, debido a que se consideraban castristas confiables. De lo contrario no ejercerían en Medicina Legal, un sitio de colaboración obligada con el Ministerio del Interior.
Unos pocos se decidieron a abordar al propio anciano, siempre a la espera de una respuesta brusca. El informó a los más audaces e indiscretos investigadores, que era un auténtico comunista mucho antes de 1959: “Y por serlo cumplí bastantes años de cárcel, sancionado durante 1968 en el proceso de la Microfracción”.
“Mi desgracia fue ser el director-fundador del Laboratorio Central de Criminalística (LCC). Llevaba informes a su casa al ministro del interior Ramiro Valdés. Allí pude observar abusos de poder y talantes de acomodamiento pequeño burgués, lo que comunique en persona a Fidel, Raúl y Ramiro”, acotó el viejo.
El anciano destacó, que el mismo Fidel Castro ante mis críticas me dijo: “Es verdad que Ramirito ha tenido muchos errores como persona, como revolucionario y como Ministro del Interior, pero yo creo que el peor error de su vida, ha sido invitarte a ti y a personas como tú a su casa”.
“Después de eso nunca más fui recibido en persona, por estos u otros altos dirigentes de la revolución. De pronto en diciembre de 1967 me detuvieron por un motivo partidista y político, que nunca debió llegar a los tribunales penales. Y al año siguiente resulte condenado a 20 años de prisión”, prosiguió el decano.
Y afirmó: “No los cumplí todos, pero si me llevaron tras las rejas y me degradaron como capitán del Ministerio del Interior. Mientras estuve en la cárcel nunca me sentí culpable, por eso me negué a rehabilitarme. Lo importante para mi fue, que bajo ningún concepto deje de ser y pensar como un verdadero comunista”.
Continuo su relato al decir: “En el año 1991 me fue entregado nuevamente el carné del Partido Comunista de Cuba, el que acepté por principios. Pero actualmente reclamo, que se me entregue el documento con el número original. Pues yo soy uno de los fundadores de la organización comunista y eso debe respetárseme”.
Y enfatizaba: “Me llamo Orlando Ramírez Nodarse y no me interesa si estas preguntas, son una provocación de la Seguridad del Estado. Porque eso ya no me importa mucho, pues dos cosas han quedado demostradas. Una es que el comunismo se come a sus propios hijos y la otra, que Fidel Castro, es él que jamás ha sido comunista”.
cocofari62@yahoo.es
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