jueves, 10 de julio de 2008

Palabras del Jefe de la Sección de Intereses..



Palabras del Jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos, Michael E. Parmly, para conmemorar la Declaración de Independencia, pronunciadas el 4 de julio de 2008
Hoy celebramos el cumpleaños 232 de los Estados Unidos de América - del aniversario de la firma de la Declaración de Independencia, uno de los documentos más importantes de la historia. Es bueno que cada año hagamos una pausa para reflexionar sobre la significación de ese documento. ¿Qué buscaban sus autores? ¿Cuál es el mensaje que contiene el documento?
Por supuesto, como su nombre indica, la Declaración dice que las trece colonias constituyen de ahora en adelante una nueva nación independiente de Inglaterra y utiliza por primera vez en la historia el término "Estados Unidos de América".
Sin embargo, cabe la pregunta, ¿Qué le da a la Declaración todo su valor? ¿Por qué sigue siendo tan relevante hoy en día? La razón es porque la Declaración consagra los principios sobre los cuales se fundamentaba - y aún se fundamenta- la nación, sobre el principio mismo de la libertad individual.
La Declaración afirmó que la libertad no era un valor que pudiera ser conferido por un gobierno a los hombres sino que es algo inalienable, que ningún gobierno pudiera arrebatar.
Si bien he escuchado numerosas veces el texto que sigue, el cual figura inclusive en una placa conmemorativa a la entrada de la Sección de Intereses, aún me emociono cada vez que lo leo de nuevo:
"Sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales; que a todos les confiere su creador ciertos derechos inalienables entre los cuales están la vida, la libertad y la consecución de la felicidad; que para garantizar esos derechos los hombres instituyen gobiernos que derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados; que siempre que una forma de gobierno tiende a destruir esos fines, el pueblo tiene derecho a reformarla o a aboliría, a instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en aquella forma en que a su juicio garantice mejor su seguridad y felicidad. "
Es por ello que el 4 de julio es tan importante. En este día recordamos nuestro compromiso con estos ideales, que siguen siendo la vara con la cual medimos cuan lejos hemos llegado y cuánto nos queda aún por delante.
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Este es un año electoral en los Estados Unidos. Durante los meses anteriores a los comicios del 4 de noviembre las posturas pueden cambiar y las lealtades pueden ser sometidas a prueba en el máximo esfuerzo por ganar.
En las sociedades totalitarias esta flexibilidad es a menudo vista como debilidad. En realidad, es la fortaleza real del sistema democrático. Cada partido, cada candidato, y cada iniciativa deben ser aprobados en la corte de la opinión pública.
Cuando las elecciones primarias comenzaron hace seis meses, nadie hubiese podido predecir que John McCain y Barack Obama serían los presuntos nominados. Pero luego se consultó al pueblo y he aquí lo esencial: NUNCA hay que suponer que se conoce la voluntad de las personas sin antes consultarles y luego SIEMPRE hay que respetar lo que deciden. Y no es un determinado grupo el que cuenta, sino cada individuo. A aquellos que dicen hoy que hay "una sola historia, una sola idea, una sola voluntad para todos los tiempos", les digo que los estadounidenses no estamos de acuerdo con eso. Tanto demócratas como republicanos creen por igual que hay que hacer todo esfuerzo para convencer al electorado de la validez de sus propuestas, pero ambos saben aceptar la decisión de las urnas. Nuestras primarias han sido un buen ejemplo de ello.
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Esta es nuestra tercera celebración en Cuba del Día de la Independencia. Aunque en los años venideros no estaremos físicamente aquí, no somos sino un eslabón. Nuestros colegas de la Sección permanecerán. Por eso esta noche no es una despedida.
En los dos años anteriores, identificamos un tema el cual cubanos y estadounidenses compartimos con interés — con pasión — y hemos tratado de mantener ese interés a través de eventos celebrados aquí y en otras residencias de funcionarios de la Sección de Intereses. En el 2006, fue la pelota. En el 2007, fue la música.
Este año quisiéramos concentrarnos en una cuestión fascinante tanto para cubanos como para estadounidenses: la Internet y las tecnologías de la información. Al respecto, Cuba, en tanto que país, queda muy por debajo de toda América Latina, con la tasa más baja de conectividad. Sin embargo, la gente en Cuba, acostumbrada a "resolver", no se ha quedado atrás. Y por su enorme sed de información acerca del resto del mundo, el pueblo cubano va a alcanzar y hasta superar a sus vecinos - una vez que se les permita hacerlo. Estoy muy convencido de ello. Las empresas de tecnología de los Estados Unidos están dispuestas en este momento - ¡ya! - a conectar a Cuba a la red de Internet y el gobierno estadounidense no se opondría. Lo único que hace falta es que el Gobierno de Cuba levante sus restricciones, pierda sus temores y comience a confiar en su propio pueblo.
La Internet ha revolucionado al mundo. Ha "democratizado" la información, poniéndola al alcance de todos, e insisto: de todos. Las mejores bibliotecas del mundo son accesibles a cualquiera que disponga de una computadora barata y una línea telefónica. No es coincidencia que los gobiernos no democráticos del mundo buscan cualquier pretexto para bloquear o para limitar el acceso a Internet, precisamente porque la Internet permite a la gente pensar por sí misma, comunicarse, intercambiar ideas, ser creativa e indagar sobre una infinidad de temas. Esos son principios que tanto estadounidenses como cubanos compartimos. Por ello, anticipamos con alegría el día en que los cubanos puedan hacer uso libre de estas tecnologías.
Me da ánimo la cantidad de cubanos que viene a nuestros centros de Internet. Me da alegría la cantidad de cubanos que se comunica conmigo por Internet. Admiro su talento y su valentía por atreverse a ello.
No puedo partir sin hablar sobre un tema que está al tope de la agenda de mi gobierno y que he tenido muy a pecho durante mis tres años en Cuba: la situación de los presos políticos.
La Declaración de Independencia que celebramos hoy no sólo se refiere a la independencia de una entidad abstracta que llamamos una nación. Conlleva la validez de cada persona y su derecho a ejercer y a expresar un criterio independiente. Y es eso precisamente lo que les valió la cárcel a los prisioneros políticos.
Lo que esperan ansiosamente diplomáticos, periodistas y otros observadores del panorama político cubano es un indicio de aceptación de estos seres de mentes independientes. Sólo entonces las palabras "cambio" y "reforma" tendrán un verdadero significado. El decir esto públicamente no constituye para nada injerencia en los asuntos internos de otro país. Es simplemente reafirmar lo que representa Estados Unidos, así como reafirmar los ideales que han atraído a generaciones de pueblos del mundo entero. Y es una reafirmación de nuestra fe en la Declaración de Independencia que celebramos hoy día 4 de julio.

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