jueves, 24 de julio de 2008

SOCIEDAD P r ó j i m o c i u d a d a no Rogelio Fabio Hurtado





Marianao, La Habana, julio 24 de 2008, (SDP) ¿Será posible entre nosotros sobrevivir actuando como prójimos? Desde la fe, no cabe sino la respuesta afirmativa. Esta mentalidad se caracteriza por la convicción del sujeto de su condición de hermano de todos los seres humanos, con quienes comparte un mismo Padre celestial. De esta certidumbre se desprende un código de conducta y unas aspiraciones sociopolíticas supraindividuales, que el cristiano intentará satisfacer. Si limitamos el horizonte a lo estrictamente individual, tampoco se dudará de la posibilidad de aproximarse a este ideal . El problema se complica extremadamente cuando nos colocamos en un lugar y en un momento concreto, ¿cómo adelantar esa actitud vital aquí y ahora?

Antes de aventurar respuestas, conviene que exploremos algo más las características de esta mentalidad, en conexión con las que hemos descrito anteriormente. Si los verbos claves para el Señor y el Siervo son mandar y obedecer el apropiado para el Prójimo será amar y respetar para compartir y apoyar cuanto conduzca al bien de todos, no simplemente al beneficio de su clase o grupo social, conducta esta que no es ni nueva ni difícil de asumir, pues es la típica del derecho pagano de lucha por la vida, que se impone por la fuerza. Cuando Jesús enseña a ofrecer la otra mejilla en vez de devolver la bofetada, no está instruyéndonos para aguantones sino demostrándonos como desarmar a la violencia resistiéndola sin acatarla. Por supuesto, el Prójimo hará cuanto esté a su alcance para impedir todo lo que pueda perjudicar a sus semejantes. Es una persona comprometida con el bien común hasta sus últimas consecuencias, si bien vale aclarar que ese resultado neto de nuestras acciones no es absoluta ni fácilmente predecible; en cualquier caso, tan pronto vislumbre la torcedura, su conciencia le impondrá desvincularse y actuar inmediatamente en sentido contrario.

A primera vista, el orden social donde impere la propiedad colectiva sobre los medios de producción sería más afín con una sociedad de prójimos, donde la voluntad común tuviese la última palabra. Esta proposición es cierta, sólo que el mal llamado Socialismo hasta el presente no ha sido otra cosa que capitalismo de estado, administrado por unas burocracias políticas que se ocupan, ante todo, de conservar su dominio sobre la sociedad, a la que controlan gracias a su monopolio exclusivo sobre los medios de producción


Esto resulta evidente en la práctica real del sistema a través de los años, cuando las mismas personas permanecen aferradas a los mismos puestos con una perpetuidad nada dialéctica y libre de auténtico control por sus “representados”. La apropiación de la propiedad privada se realizó con gran celeridad pero ahí mismo se congeló el proceso, convirtiéndose en permanente lo que sólo debió ser transitorio. Las desigualdades sociales se enmascaran, pero persisten y llegan a tradicionalizarse y fortalecerse mediante enlaces interfamiliares.

El prójimo ha de ser manso como paloma y astuto como serpiente. Aún así, puesto en medio de numerosos Bichos, no le será fácil salir ileso, pues esos vividores no tendrán muchos reparos para hacerse del mando jerárquico, directa o indirectamente y practicar una política de entreguismo a los Señores, a cambio de que estos les concedan algunas migajas materiales, que tales falsos religiosos aprecian sobremanera.

Por otra parte, no puede descartarse que algunos hombres Sanos consigan desarrollar sus buenas cualidades para convertirse en nuevos Prójimos. Tampoco que similar evolución pueda presentarse entre quienes forman filas en las huestes de los Señores, a medida que esta supuesta vanguardia va degradando su calidad, penetrada hasta el tuétano por los Bichos, oportunistas natos y trepadores por definición.

En todo caso, el Prójimo habrá de preservar sus virtudes, que constituyen la reserva vital de la que se nutrirá el Ciudadano del porvenir, cuando finalmente superemos este presente inmóvil, donde todo se ritualiza para conmemorarse y nada parece nacer y crearse. Quisiera augurar que no tardará en forjarse una nueva alianza entre Señores desengañados del ejercicio del totalitarismo y Prójimos consecuentes, para poner en su sitio a tantos mediocres simuladores.

Pero enseguida me percato que estoy entregándome al pensar desiderativo, pues la coalición que impera, integrada por viejos Señores cuyos prestigios históricos están ligados a la toma del poder por la fuerza, por lo que se sienten y se ven a sí mismos como timoneles insustituibles, aunque las complejas condiciones reales desborden sus actuales capacidades, jóvenes cuadros más calificados que la vieja guardia aunque mucho menos comprometidos emocionalmente, bien educados en el refrán de que los niños hablan cuando ...y cierto número de hombres sanos, cuyas condiciones de vida gozan de cierta cuota de privilegios relativos ( donde todos reciben un solo pan, quien recibe 2 es rey), que suponen desaparecerían si las cosas cambiasen. Es obvio que tras 50 años de permanencia, es más fácil dar por sentado que todo permanecerá igual que emprender una travesía a lo desconocido. Por último, cuando desaparezca el Enemigo Imperialista se perdería la justificación histórica para que Cuba mantenga en pie de guerra al desproporcionado Ejército, entonces, ¿A qué se podrían dedicar todos esos mancebos para seguir devengando los (proporcionalmente) grandes salarios y demás ventajas sociales de las que gozan los guerreros?
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