El despilfarro define muchas veces las acciones políticas de cierto sector del exilio cubano en Miami. Despilfarro de dinero, tiempo y energía. Si no se despilfarra inteligencia, es por lo escasa.
Un tío abuelo de Elián González critica a dos asesores de la campaña de Barack Obama, que participaron en la disputa que concluyó con el regreso del niño al hogar de su padre en la isla.
Si hay un tema divisivo entre un fragmento de la comunidad exiliada y el resto de esta nación es el tema de Elián. Sólo en Miami hubo un apoyo considerable al intento de alejar al niño de su familia más cercana. En todas partes se consideraba un disparate mantener al hijo separado del padre, y también un acto inhumano, más allá de las posiciones políticas. En su momento, varios líderes del exilio comprendieron la lección y actuaron en consecuencia. Ahora hay quienes quieren volver a golpearse con la misma piedra.
Por supuesto que el tío de Elián no está solo en el empeño, y posiblemente ni siquiera sea el promotor de la idea. Al menos dos estaciones de radio han estado haciendo campaña al respecto. Todo con un afán, desesperado por lo absurdo, de perjudicar la candidatura del demócrata Barack Obama.
Que simpatizantes de uno y otro partido lleven sus diferencias hasta el recuerdo de lo ocurrido hace ocho años es normal. Si se pierde tiempo o dinero en el empeño, es problema de cada cual.
La situación cambia cuando entra en escena el dinero de los contribuyentes.
Convertir un anuncio político anodino en noticia es muestra de mal juicio periodístico. Pero si de lo que se trata es de un spot propagandístico de la campaña presidencial del candidato oficialista, y quien divulga la información es precisamente una emisora del gobierno, se entra en un campo más parecido a una elección en una república bananera que al tipo de proceso electoral que se supone se desarrolla en Estados Unidos.
Al igual que esas estaciones radiales y periódicos latinoamericanos, que dependen de los anuncios del gobierno para existir, y se limitan a informar lo que conviene al gobierno, Radio Martí se ha lanzado a la campaña de John McCain para presidente.
En la página en internet de esta emisora apareció hace varios días la siguiente información: ``El aspirante a la Casa Blanca John McCain difundió este martes un nuevo anuncio de radio en español, titulado Prisioneros de Cuba, que se trasmitirá en el sur de Florida''.
''Mientras algunos apoyan dialogar con Castro, McCain considera que hay que apoyar a los valientes hombres y mujeres que luchan por la libertad de Cuba'', afirma Radio Martí en su página. Luego se especifica donde puede ser oído el anuncio, en que se escucha al ex preso Roberto Martín Pérez leyendo con torpeza un texto.
Se trata de propaganda política, pagada por los contribuyentes norteamericanos, en favor del aspirante presidencial republicano. Sólo que ésta no es una función permitida para una emisora del gobierno norteamericano.
Hasta el momento Radio y TV Martí se habían caracterizado por botar el dinero de los contribuyentes, debido a su baja audiencia y la incapacidad recurrente para lograr que los programas de televisión se vean en la isla. Pero nunca es tarde para dedicar sus recursos a la campaña política republicana.
Otro despilfarro, célebre en este exilio, es la entrega de fondos a diversas organizaciones de esta ciudad y Washington, con el objetivo de hacer avanzar la libertad en Cuba, fortalecer la sociedad civil y favorecer el respeto a los derechos humanos. Más allá del mal uso y la falta de control sobre los millones de dólares que desde hace años se vienen destinando a este fin, hay un par de aspectos que llaman la atención, en lo que hasta el momento no ha sido más que un gran derroche de fondos.
En primer lugar hay que señalar el desconocimiento y la prepotencia que subyace en el esfuerzo, aparentemente democrático y generoso, que ha llevado a la impresión de miles de textos sobre la importancia de los derechos humanos. Lo que en un primer momento pudo haber sido una labor educativa, se ha convertido en el pretexto perfecto para justificar costos de imprenta, compras y elevados gastos de distribución. El fundamento que ha determinado tal colosal botadera de dinero es, en el mejor de los casos de un paternalismo grosero, por no decir que constituye una muestra de racismo: quienes viven en la isla no han exigido mayores libertades porque las desconocen.
El segundo aspecto llega precisamente por el rumbo contrario. Si se contabilizan los millones dedicados al incremento del periodismo independiente en la isla, y se contrapone esta cifra con el valor de la información enviada desde Cuba, no se puede menos que concluir que la palabra se paga a un alto precio. Vale la pena preguntarse qué importancia han tenido tantos y tantos artículos de poca calidad, así como reportajes mal hechos, que desde hace años se divulgan gracias a la existencia de supuestas ''agencias de prensa independiente'' aquí en Miami.
Lo curioso es que en esta ciudad determinados programas radiales se alimentan de estos ''corresponsales'' de una forma gratuita. En lugar de pagar por lo que reproducen, simplemente se apropian de un material que quien lo envía acepta gustoso ver divulgado aquí. En última instancia, la cuenta, si la paga alguien, corre por cuenta de Washington. No por gusto hay un estrecho vínculo entre la divulgación de estas ''informaciones'' y el apoyo a los políticos republicanos. Se trata de mantener el negocio funcionando. No es correcto que el dinero de los contribuyentes subvencione programas radiales, pero cualquier recurso es bueno para impedir los cambios. Mientras tanto, la emisora cobra por la publicidad siempre presente, que obliga a interrumpir las denuncias para recordarnos el último remedio para mantener una próstata saludable.
Los reclamos absurdos patrocinados por cierta radio del exilio, así como los anuncios políticos pagados por los contribuyentes, son parte del mismo esfuerzo por mantener sin cambio una situación de despilfarro que beneficia a unos pocos y perjudica a muchos.
Publicado el lunes 23 de junio del 2008
aarmengol@herald.com
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