jueves, 26 de junio de 2008

Contradicciones comunes a una posición común, Luís Cino




Arroyo Naranjo, La Habana, junio 26 de 2008 (SDP) No por esperado, dejó de sorprender: la Unión Europea dejó sin efecto por un año las contradictorias sanciones, más simbólicas que reales, que impuso al régimen cubano luego de la ola represiva de la primavera del 2003.

Lo verdaderamente sorprendente no fue el levantamiento de la Posición Común Europea, sino lo fácil que le resultó a la dictadura cubana anotar otra victoria para su diplomacia gamberra. No hizo el más mínimo gesto conciliatorio. No hubo liberación de presos políticos. El canciller Pérez Roque no desarrugó el ceño. Ni siquiera hubo promesas. Al menos, no se hicieron públicas. Por debajo del tapete, nunca se sabe qué puede ofrecer este tipo de gente.

El ambiente era favorable al voto de confianza, la alcahuetería y las complicidades. Las sombras de Munich y Yalta aún rondan por Bruselas y Luxemburgo. El mundo parece cada vez más propenso a tragarse el cuento de que Cuba (no importan los frenazos ni retrocesos represivos) cambia bajo el mando de Raúl Castro. La prensa extranjera acreditada en La Habana se esmera en certificarlo.

Hay que admitir la dura realidad. Los pragmáticos gobiernos europeos, salvo algunas honrosas excepciones, siguen más atentos a la suerte de los negocios de poca monta de sus empresarios en Cuba que a la libertad de los cubanos. Están dispuestos a vender los Sudetes, Danzig, la Puerta de Alcalá y un poco más, si fuera menester.

Los cómplices del régimen cubano en la Moncloa volvieron a ser los interlocutores que Europa privilegió. Moratinos, el canciller español resultante del cruce de Chamberlain con la Celestina, se empleó a fondo en el empeño de conseguir más tiempo de gracia para los sucesores de Fidel Castro.

En realidad, eso es lo que consiguieron el gobierno cubano y sus alcahuetas europeos: sólo un poco más de tiempo. Ganar tiempo, no se sabe en espera de qué, parece ser su estrategia principal.

El gobierno cubano podrá aparentar que su vanidad de matón quedó complacida con no haber hecho concesiones para que Europa cediera. Pero su victoria diplomática no es tal. Es apenas un respiro de un año para tramar la nueva patraña.

Si dentro de doce meses, no se producen mejoras significativas en Cuba en el terreno del respeto a los derechos humanos y las libertades políticas, los cancilleres europeos advirtieron que retomarán la Posición Común. Para entonces, no imagino que podrán alegar Zapatero y Moratinos, con su fe y paciencia infinita, para conceder más tiempo a sus amiguetes de La Habana.

Enfrascarse en un diálogo con Europa puede resultar más peligroso para el régimen cubano que unas sanciones, que no eran tales, no funcionaron (sólo mortificaban) y estaban congeladas desde el año 2005.

Según la lógica de algunos cancilleres del Viejo Continente, aferrarse a la Posición Común era trabar sin resultados apreciables la política cubana de la Unión Europea. Temían que a largo plazo se convirtiera en una camisa de fuerza similar a la que significa el embargo económico para la política cubana de Washington.

El compromiso constructivo no funcionó con Cuba en el pasado. Juan Pablo II, James Carter, Felipe González, Jean Chretien y Jesse Jackson se esforzaron en vano. En el mejor de los casos, sólo lograron la liberación con destierro de algunos presos políticos. Ahora pudiera ser distinto, piensan los más optimistas allá por Europa.

En todo caso, la mentalidad de plaza sitiada empieza a dejar de dar resultados al régimen cubano. Medio siglo es demasiado tiempo en el papel de la víctima que resiste. Un eventual triunfo de Barak Obama en las elecciones norteamericanas lo dejaría sin coartadas para el atrincheramiento.

Dentro de un año, puede que las autoridades cubanas, si no se abroquelan dispuestos al suicidio, se vean precisadas al diálogo político, no sólo con la Unión Europea, sino también con el gobierno norteamericano.

Probablemente, para lo único que no estén preparados los gobernantes cubanos, luego de 50 años de crispación belicosa, es para ese diálogo. Hacer política en condiciones de normalidad nunca fue su fuerte. Ése puede ser su talón de Aquiles.
luicino2004@yahoo.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Luis, no tengo nada que agregar, que no sea una palabra del léxico habanero que hicistes tuya hace mucho tiempo: s.i.n.g.a.o.s.