jueves, 26 de junio de 2008

La embajada de Miami, Juan González Febles





Lawton, La Habana, junio 26 de 2008, (SDP) La Sección de Intereses de Norteamérica (SINA) en La Habana, es la sede diplomática más hostigada del mundo. Afortunadamente no hubo ni habrá víctimas fatales. En Cuba, el gobierno no mata americanos, sólo los hace sufrir de forma ‘ordenada y segura’. En el pasado, el Sr. embajador James Cason, fue objeto de una tenaz campaña mediática organizada por el gobierno cubano.

Su estilo de hacer diplomacia reprodujo los aspectos más kitsch de la diplomacia castrista. Recibieron caldo de su propia cosecha, lo que quiere decir, procedimientos sin clase o estilo diplomático. Esto fue más de lo que Fidel Castro se sintió capaz de resistir.

En el mejor estilo de una pandilla de matones, el gobierno de Fidel Castro cebó su roña en 75 disidentes, aquella Primavera Negra de 2003. De esta forma, se castigó a Cason sin tocarlo. Como se dice en el campo: ‘el verraco supo en que palo rascarse’.

De forma paralela a este enfrentamiento, han existido y existen otros con categoría permanente. Estos relacionan a SINA con el hecho de que el pueblo y el gobierno de los Estados Unidos son y han sido el aliado más leal del pueblo cubano en su lucha contra la opresión castrista, errores aparte.

La SINA en La Habana es el ejemplo más relevante sobre que es en realidad la noción de equilibrio inestable. Por una parte, debe llevar adelante las políticas trazadas por Washington, lidiar con las autoridades cubanas y lo más difícil: Servir de mediadores entre el exilio poderoso de Miami y la oposición interna cubana. Gestión ante la cual siempre ha antepuesto los intereses de ese sector exiliado, a las necesidades reales de la oposición interna cubana.

El Sr. Michael M. Parmly, inauguró una diplomacia seria, responsable y muy respetuosa tanto del gobierno castrista, como de los factores de la oposición y la sociedad civil con que interactuó. Su gestión al frente de SINA, puede calificarse de exitosa y ciertamente deja una huella de aprecio y reconocimiento en los factores de la oposición y la sociedad civil cubana, con los que mantuvo trato, en su desempeño diplomático. El excelentísimo Sr. Parmly, llegó a Cuba Excelentísimo y Sr., pero se va, trasmutado en el cariño y el respeto que cosechó, como Miguelito el americano, el nuestro. Alguien que más que hablar bien el español, lo sintió y lo llegó a pensar con el corazón en buen cubano.

Los escollos con los que su administración chocó y los problemas y tensiones no resueltos por su mandato, están dados por una desacertada conjugación de los intereses contrapuestos entre esa poderosa comunidad política exiliada en Miami, que pretende trazar las pautas políticas en la Isla desde la distancia, y los factores de la oposición interna y la sociedad civil cubana. Otro punto en que la administración del Sr. Parmly quedó por debajo de las expectativas, ha sido la neutralización de la labor de zapa de la policía de Seguridad del Estado, en el seno del enclave diplomático estadounidense en La Habana.

Como los extremos del círculo se tocan, ya existe una comunidad de intereses entre el gobierno cubano y determinado sector de la política exiliada en Miami. Esto facilita mucho la labor de la policía de Seguridad del Estado y su Departamento 1, que se ocupa de la sede diplomática estadounidense y dificulta la del Sr. Parmly.

Los empleados cubanos de esta sede, como sucede en todos los enclaves diplomáticos en La Habana, trabajan para la policía de Seguridad del Estado. Esto quiere decir que además de informar sobre todo lo que ven, de forma directa o indirecta, sirven la agenda de la policía de Seguridad, en lo que esta tenga a bien orientar.

Esto pone las cosas muy difíciles para los americanos. Cada empleado de SINA ha de ser y de hecho ha sido, contratado por una entidad empleadora del gobierno cubano. No existe la posibilidad para los norteamericanos de contratar directamente a su personal. De ello se encargará la entidad empleadora del gobierno cubano, regenteada por la policía de Seguridad del Estado.

La entidad empleadora castrista, contratará en el caso de SINA a personal seleccionado entre ex miembros de las Fuerzas Armadas (FAR) o el Ministerio del Interior (MININT). También suelen hacerlo con personas que sostienen fuertes vínculos indirectos preferentemente afectivos con estas instituciones. Familiares de ‘mártires’ y eso que el oficialismo llama ‘personal de confianza’.

Para las funciones de seguridad (Security) los norteamericanos en su ingenuidad, dan preferencia, a ¡ex policías!

De acuerdo con el reglamento disciplinario a que están sometidos, los empleados designados por la entidad empleadora, tienen obligaciones ineludibles. Deben mantener y defender los principios políticos del castrismo.

A todos los empleados se les ordena relatar todo lo que hayan visto en sus áreas de trabajo. Esto incluye los detalles más triviales. La información es tributada de forma regular en el Departamento Misiones de Cubalse. Este radica en la calle 1ra y 0 en Miramar, aunque puede haber variantes de lugar.

La información tributada por los empleados, es recepcionada por los oficiales asignados para estas funciones por la Dirección de Contrainteligencia, en la dependencia que se ocupa de Estados Unidos. Estos elaboran un boletín que envían periódicamente a su jefatura. Debe recordarse el último incidente orquestado contra SINA por las autoridades de la Isla. Este involucró a la dirigente opositora, Sra. Marta Beatriz Roque. Una de las empleadas de SINA, ‘extravió’ un documento que, de alguna forma estuvo bajo su cuidado y que se relacionaba con la Sra. Roque Cabello. Lo más probable es que el documento de marras o su copia, esté convenientemente archivado y listo para su uso por parte de la policía de Seguridad del Estado o Mesa Redonda, que para el caso es igual.

Además de las tareas de información, los empleados de SINA realizan diversos servicios para los organismos represivos castristas. Estos se ocupan de imponer con sutileza la agenda propuesta por la policía de Seguridad del Estado. Así, envenenan la reputación de aquellos que no disfrutan de una posición sólida ante los diplomáticos. Entorpecen de mil y una maneras el trabajo de usuarios a quienes consideran molestos y puede decirse, que han sido hasta el momento, eficaces y exitosos en su labor de zapa.

Estos afortunados trabajadores son recompensados en ocasiones por los dos señores a quienes sirven. No son pocos los que han obtenido su visado para viajar a los Estados Unidos, el mismo que ha sido negado a opositores y periodistas independientes ‘por no estar suficientemente perseguidos’ o por cualquier otra razón válida en inglés. En la otra variante, lo son con un empleo mejor si por accidente los norteamericanos los dejan cesantes, ‘por servir a la revolución’. Son gente muy afortunada estos trabajadores de Cubalse.

Contra ellos no valen tuberías plásticas contra sistemas de escucha. No puede neutralizárseles como se hizo en Moscú allá por los 80 del siglo pasado. No tiene semejanzas con aquel famoso caso ‘Tarakan’ (cucarachas) descubierto por azar. Para concluir, los norteamericanos no saben o no pueden organizar mejor su trabajo. No pueden prescindir de su personal de servicio y de las reglas impuestas por la policía de Seguridad del Estado. Ahí conviven con sus ‘cucarachas’, esas con que comparten la labor diaria y el huevo duro y la Coca Cola del almuerzo.

Últimamente, la sala de Internet de SINA aprobó la introducción al recinto de memorias flash y CD. Parece una broma o una burla. Estas deben ser revisadas por los empleados de Cubalse, antes de ser usadas por sus propietarios. Si se trata de irrespetar a los usuarios potenciales de este necesario servicio, (opositores y disidentes) sería mejor que se cobrara.

Quizás así, podría garantizarse condiciones similares de respeto a las existentes en el resto de las embajadas europeas que prestan este servicio. O esas que oferta el régimen, a precios leoninos y fuera del alcance de los insolventes periodistas y activistas pro democracia en la Isla.
jgonzafeb@yahoo.com

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad, González Febles, no sé si reirme o llorar.

SAUCEDO MIAMI dijo...

Encantado de encontrar un artículo de mi gemelo mental. Ud es la única persona a quien he leído que diga las mismas cosas que yo, con las mismas palabras -éste artículo es la excepción. Es la primera vez que Ud escribe y no me leo yo. Siempre sigo los artículos suyos. Esto que describo es una casualidad comparable con acertar los 8 números de la Lotto.Sólo puedo decir de éste artículo: ¿De qué otro modo podría ser en Cuba?

Anónimo dijo...

Ataques sin razón
Réplica al periodista independiente señor Juan González Febles
Por: Jorge Luis García Pérez Antúnez.

A que el gobierno castrista y su tenebrosa policía política nos ataque diciéndonos mercenarios, apátridas y otros descalificativos, los opositores cubanos estamos ya acostumbrados y hasta de cierta forma esos ataques nos enorgullecen. Alguien dijo, no me importa que hablen mal de mí, el asunto es saber quién lo hace y por qué. Sabemos que para eso le pagan a los testaferros del régimen, pero lo que me sorprende y me deja perplejo es lo siguiente:

Primero: Recibir esos mismos ataques de colegas que dicen estar identificados con nuestras mismas ideas, y luchar por la libertad y democracia de nuestro pueblo.

Segundo: Que estos señores utilicen para las diatribas los mismos términos y el lenguaje que usa la maquinaria represiva totalitaria.

Tercero: Que dejen de enfocar como punto de mira a nuestros opresores, y ataquen a las víctimas de la represión.

No me opongo al libre ejercicio de la libertad de opinión y expresión como derecho básico, ya que por intentar ejercerlo en marzo de 1990 tuve que permanecer por casi dos décadas en inmundos y solitarios calabozos que estuvieron a punto de costarme la vida. A lo que me opongo es al uso de los pocos vehículos de comunicación con que cuenta la sociedad civil cubana y la oposición política, los medios de prensa independiente, para la descalificación, la calumnia y los ataques personales.

Cuando hablo de calumnias me refiero al articulo titulado “La labor del Directorio” del periodista independiente Juan González Febles. En el segundo párrafo del citado artículo el comunicador expone, “El Directorio Democrático quiere teledirigir la lucha en la Isla, personas que presumen de talento político fuera de serie que no poseen, pretenden orientar qué hacer y cómo hacer las cosas dentro de Cuba con una disposición egoísta y desconsiderada, disponen del sacrificio de aquellos que, seducidos por promesas de apoyo indiscutible, han de tomar para ellos las calles de Cuba”.

Señor González Feble permítame aclararle que esos que intentamos tomar las calles sólo vamos seducidos por nuestras propias convicciones porque creemos en la resistencia cívica y la desobediencia civil como métodos de lucha incluso lo hacemos sin cuestionar en lo más mínimo a aquellos que piensan diferente, porque respetamos el criterio y proceder ajeno, algo que usted en su diatriba no hace. En cuanto a la supuesta promoción del Directorio de actividades callejeras que según sus palabras conllevan al incremento del accionar represivo y que incrementan el terror dentro de la población, permítame aclararle que antes de que existiera la organización exiliada que usted ataca existían estos actos en las calles. Antes de eso, varios de los que usted descalifica, habíamos participado de una forma o de otra en acciones de ese tipo, por lo que es insultante que usted acuse a compatriotas suyos de ser instrumentos de otros y no vehículos del cambio. Es cierto que muchos de nosotros tenemos estrechos vínculos con el Directorio Democrático, vínculos que lejos de la dependencia nacieron dentro de un clima de la más sincera y recíproca solidaridad para con nosotros en momentos en que más necesitamos del apoyo y solidaridad y ni el Directorio Democrático Cubano ni ninguna otra organización exiliada a las que usted llama “la derecha canalla” nos ha tratado de orientar ni puede decidir lo que nosotros debemos hacer.

Señor González Febles créame que siempre he sido admirador de su talento literario y lo considero una de las plumas más importantes de la prensa independiente dentro de la Isla y como compatriota suyo le aconsejo que en vez de usar sus extraordinarios dotes descalificando a quienes en Cuba sufren represión y emplean métodos y estrategias de lucha que usted, con todo derecho, no comparte, lo siga haciendo enfilado contra los opresores y no contra los oprimidos. Usted como demócrata que es tiene derecho, tiene todo el derecho a opinar de quien estime conveniente, pero cuando se hace por pasión, sin conocer a las personas que son blanco de sus ataques, se cae en algo muy grave y lamentable para un periodista que es la mentira.

Mire, la organización que usted ataca no es la perfecta, porque la perfección no existe, de ser así usted no hubiera sido tan mal informado de los que tomamos las calles, pero a mí y a muchos prisioneros políticos y sus familiares nos consta del eterno agradecimiento por la promoción y seguimiento a nuestros casos, algo que hubiera sido muy difícil o casi imposible por parte de otras organizaciones con proyecciones elitistas y selectivas. De esa realidad tal vez conozca poco, porque afortunadamente, salvo honrosas excepciones, para los que viven en la capital cubana rodeados de apoyo diplomático y acceso a la prensa extranjera y a la información y otras ventajas, queda muy poco tiempo para enterarse de lo que ocurre en nuestros barracones, en nuestros caseríos y muchas veces en nuestro olvido. En ese sentido el Directorio Democrático Cubano ha tenido el coraje de mirar hacia nosotros sin importarle que no haya títulos universitarios, que no tengamos mucha preparación política e intelectual y que no tengamos, como se dice en buen cubano, facilidad de palabra. Por otro lado, esos premios y reconocimientos de los que usted habla se han recibido sin el menor condicionamiento y se otorgan a personas, que aunque no sean de su agrado, son merecedoras de los mismos.

Le reitero que como demócrata de seguro puede discrepar en muchos tópicos con el Directorio Democrático e incluso puede que algunas de sus relaciones en la Isla no puedan ser de mi agrado, pero ello no puede indicarme a hablar de forma totalitaria. Nadie de nosotros sólo Cristo tiene la verdad absoluta. Con usted no recuerdo tener ninguna diferencia antes de leer este artículo, y de haberla tenido tampoco me hubiera prestado a la descalificación contra su persona, y de verme obligado a hacerlo lo haría como ahora hago. Lo nombro directamente por su nombre y no como usted lo hizo de manera solapada y abierta a la duda. Créame que no fue fácil redactar esta replica porque, a diferencia suya, mi atención y esfuerzos están encaminados en todos los sentidos al derrocamiento de la dictadura que oprime mi patria y no a escribir contra hermanos míos vivan dentro o fuera de Cuba. Tengo por premisa aquel pensamiento martiano que dicta que los agradecidos se fijan más en la luz que en las manchas.

Referente a los viajes y cabildeos que usted menciona no soy el indicado para hablar y cuestionar la agenda de trabajo de una organización a la que no pertenezco y de la que sólo conozco el constante apoyo, preocupación y espíritu solidario que muchos a lo largo y ancho de la Isla pudieran testimoniar. Otros tantos involucrados al igual que este servidor en lo que usted denomina “actividades callejeras” de seguro se mostrarán indignados y dolidos con sólo insinuar tamaña calumnia de que el Directorio Democrático Cubano u otra organización cualquiera les pueda ligeramente insinuar cuáles son los métodos y estrategias de lucha a seguir. Ni a ellos ni a usted le permitiríamos que traten de imponernos sus propias agendas y puntos de vista.

Finalmente, permítame decirle que su interesante artículo nombrado “La labor del Directorio”, tal vez no haya sido leído por el 30 % de la población cubana porque no tenemos acceso a Internet o simplemente porque muchos cubanos, y a pesar de la seducción, las promesas de dinero y la compra del coraje que usted menciona, carecemos de medios para trasladarnos a la capital. Su magistral artículo es lo idóneo para el señor Randy Alonso y los testaferros de la Mesa Redonda, no sólo para descalificarnos sino para algo mucho más grave, para crear ese supuesto terror que, según usted, incrementa las actividades en las calles. Me refiero a contrarrestar la creciente intoxicación que el pueblo está teniendo con los demócratas en la Isla, porque sepa usted que nuestra labor en las calles no se limita a realizar marchas, protestas públicas o salir con una bandera. Nuestras actividades, mal llamadas por usted callejeras, tienen como prioridad el trabajo comunitario, en constante comunicación con ese cubano de a pie, que a mi juicio es el verdadero protagonista del cambio. Nunca cuestionaría la labor intelectual y periodística que ustedes realizan, porque gracias a ella pueden escucharse las opiniones alternativas y el mundo puede conocer lo que sucede en Cuba, y en ello a usted le felicito sus dotes de escritor profesional. Sin embargo, desde mi humilde perspectiva, le puedo asegurar que cuando a los cubanos se les habla en su mismo idioma, se acercan más a nuestro mensaje que cuando se les habla o escribe con alardes académicos y cientificistas. Asimismo es más importante enfocarnos en un periodismo militante que denuncie y ponga al desnudo los atropellos y vilezas del castrismo que enfocarnos en crónicas sociales y otros géneros que al cubano, ese cubano de a pie por el que luchamos, poco o nada le interesa.

Creo que la forma más sana y positiva en la que se cuestiona un programa o estrategia de lucha es presentando otro alternativo. Créame que si usted critica la actual toma de las calles porque no se realiza con la suficiente o con ninguna organización, y que estas acciones no han tenido el resultado esperado le aceptaría su crítica, porque de eso sí estamos concientes los que estamos enfrascados en este actuar, pero negar el valor de estos actos es algo descabellado y carente de sentido ¿Por qué? Porque nosotros en primer lugar salimos a la calle cuando lo creemos necesario, es decir el hecho de tomarlas no quiere decir que pasemos por alto otras actividades; en segundo lugar consideramos que la oposición dentro de Cuba debe y tiene que ser visible y son las calles y no las reuniones y el buró la forma de hacerlo; en tercer lugar es nuestra forma de ganar espacio, el espacio que el régimen represivo nos niega; en cuarto lugar, gracias a esas actividades callejeras que según usted es lo que necesita la policía política para reprimirnos, se han salvado muchas vidas de nuestros hermanos en prisión y no sólo la mía, la que gracias a un plantón de casi 30 días frente a una prisión se salvó. Estoy hablando de muchos hermanos presos que les hemos dado su apoyo en el momento y circunstancias que lo han necesitado. Mire, la psicología carcelaria es singular. Para los carceleros resulta muy útil que haya personas, y sobre todo, que los familiares de los presos piensen que protestar en la calle o frente a la prisión es una justificación para la represión contra el preso ¿Por qué? Porque sencillamente cuando el preso carece de apoyo o tiene poco, los gendarmes carcelarios, a sabiendas de eso, se ensañan contra el reo y reafirman su política de ganar tiempo dilatando lo más que pueda el dolor y sufrimiento de la victima. Por otro lado no hay mayor regocijo para un hermano nuestro en prisión que el saber que sus hermanos lo apoyan allí en el lugar que lo necesita. Sin estos actos en la calle, aún yo no tuviera una casa donde vivir, estuviera todavía en el burdo proceso legal que me indicaron las autoridades cuando los amenacé con hacer aquella huelga que me devolvió algo tan importante como un hogar, luego de casi 20 años dentro de una mazmorra. Así, sucesivamente, serían infinitos los ejemplos de los resultados de este tipo de acciones. Los casos de los presos políticos Zapata Tamayo, Juan Carlos Herrera Acosta, Luis Mariano Delís Utria, Alfredo Domínguez Batista y otros tantos son más que ilustrativos de lo que decimos. Pero aún así, cuando usted no concuerde con esos métodos callejeros, aún cuando usted le vea más importancia al trabajo intelectual periodístico y académico, carece de la más mínima razón para atacar y descalificar. En mi caso particular le tengo mucha estima a la labor profesional pedagógica de la intelectualidad disidente, apoyo a los que toman las calles e incluso respeto a los que se enfocan en la lucha armada, pienso que eso forma parte de nuestro espíritu y formación democrática. Somos realmente democráticos cuando somos capaces de tolerar a aquellas personas que piensan y obran diferente a nosotros, hay en ello mucho más merito que cuando ejercemos esos derechos entre iguales.

Entre los muchos hermanos que apoyan esta replica me limitaré a mencionar solo algunos como.

• Idania Yánez Contreras
• Yuniesky García López
• Alcides Rivera Rodríguez
• Iris Tamara Pérez Aguilera
• Loreto Hernández García
• Juan Ariel Rivera Díaz
• Yesmy Elena Menas Urbano
• Donaida Pérez Paseiro
• José Enrique Pablo Oliva
• Blas Fortún Martínez
• Guillermo Pérez Yera.