jueves, 26 de junio de 2008

ECONOMÍA En defensa de las damas del campo.Francisco Chaviano González.








Jaimanitas, La Habana, junio 26 de 2008 (SDP) La versión cubana de la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR), lleva adelante una muy válida, justa y razonable demanda: “Una sola moneda.” Sin embargo, la idea es objeto de constante crítica y rechazo por parte de economistas y personalidades de la política; no solo de los que ostentan el poder, sino también de los que se le oponen.

Raúl Castro, el general devenido presidente, se ha pronunciado públicamente al respecto diciendo: que no es posible eliminar de un día para otro la doble moneda porque se crearían muchos problemas y que optaría por una evaluación paulatina del peso tradicional hasta igualarlo al convertible. Funcionarios cubanos expertos en economía han hecho declaraciones que apuntalan tales ideas y han llegado a decir que para el próximo año, se evaluará el peso tradicional reduciendo el cambio de 25 a 18 por un CUC.

Que expertos gubernamentales apoyen y apuntalen a ultranza absurdas disposiciones del Presidente no es nada extraño, sino por el contrario, es cosa muy natural en este régimen; y es que estos expertos trepan por su sagacidad para percatarse de qué quieren que ellos digan y no por su capacidad de erudición en la materia.

Lo que si llama la atención, es que entre los más refinados, cultos y experimentados miembros de la oposición, compatriotas que respeto y quiero, y algunos de los cuales son brillantes ponentes en asuntos económicos para mi deleite; reine el mismo equívoco.

Dicen mis amigos que no es posible en estos momentos establecer una sola moneda porque no hay respaldo productivo para ello. De hacerse, el mercado quedaría desabastecido, y con ello, se desequilibraría aún más la endeble economía cubana. Según ellos, la doble moneda es un último regalo macabro del Comandante antes de retirarse, para acibarar la problemática del país para los que vienen detrás (pretensión que no sería de extrañar en tal persona).

En Cuba, la escuela de economía ha estado lastrada por la subordinación a su apellido “socialista”. Este es sinónimo de ineficiencia y desidia. Se suma un ente más dañino aún, la veleidad de nuestros gobernantes ofuscados en cambiar el orden de todo. Desde lo racional por lo irracional, hasta crear esta cosa absurda, donde no se produce lo que nos corresponde por tradición. Tampoco cuanto se pudiera.

En ese marasmo, el erario de la nación resulta sustentado más en la rapiña y en las oportunidades aleatorias, que en la producción de bienes y servicios. De aquí, que a todos nos cueste trabajo entender algo que es la esencia del capitalismo: “Las Finanzas”.

Pero quiérase o no, hoy nos adentramos en ese mundo y aunque nuestros recursos sean magros y deformes, apuntalan nuestros Pesos para toda operación financiera interna. La doble moneda es uno de los males de nuestra estructura financiera, elucubrada por la misma mente que concibió la deformada y aviesa forma de procurarse el sustento económico del país.

Las ventajas subjetivas que la inspiraron, se perciben únicamente en el marco de la manipulación política, como es:

- Esconder en la nueva moneda, como si se tratara de otro mundo, la miseria que vive el pueblo presentando una cara falseada de la realidad.
- Obstaculizar el acceso a este tipo de mercado, con la dificultad para adquirir esa moneda.
- Obnubilar a la población del estado real de pobreza tan grande en que vivimos.
- Establecer una ganancia injustificada de 1 peso entre la compra y la venta.

Por otro lado, la citada propuesta de equiparación paulatina de Raúl Castro, pudiera parecer razonable, ¡pero cuidado¡ En la realidad, esa es una propuesta sumamente dañina. De hacerse tal cosa, todo el que tenga ahorros en CUC perdería automáticamente la cuarta parte de su dinero, con lo que resultarían esquilmados.

Pero hay algo más, desde ya, se perdería toda la confianza en esa moneda creando inestabilidades innecesarias (recuerdo lo que pasó cuando a poco del discurso de Raúl corrió el rumor de devaluación de la misma). Todo esto redundaría en un daño innecesario para el pueblo, que viviría en suspenso, temiendo ser trasquilado una vez más.

Ningún cambio de moneda debe de hacerse en forma traumática. Por lo regular, éstos tienen lugar para realizar ciertos reajustes que faciliten las operaciones mercantiles y monetarias. Un ejemplo puede ser el de monedas muy devaluadas que cambian 1000 pesos por 1 dólar, con lo que un refresco vale 500 y se hace engorroso. Entonces, se crea un nuevo peso cambiando el color o el diseño de la moneda y se cambia a 1000 viejos por 1 un nuevo y este queda a la par del dólar. Esto hace operativa la nueva moneda. No implica variación en el poder adquisitivo de los ingresos de la población, no acarrea contratiempos de ningún tipo y se puede realizar de un día para otro.

En el problema cubano, no se puede confundir la sustitución de una moneda por otra, con la equiparación entre ellas, que son cosas diferentes. El que una moneda sustituya a otra, no implica, que ésta tome su capacidad para comprar. Iría en contra de las más elementales reglas del mercado y las finanzas, hacer tal cosa. Dicho de otra manera: ¿Qué problema generaría el que un cubano que hoy tiene que ir a la CADECA con $ 57,50 pesos tradicionales para comprar $ 2,30 CUC para luego con ellos ir a la tienda correspondiente a comprar un litro de aceite, vaya directamente a la misma tienda con los $57,50 pesos tradicionales? Esto, no afectaría para nada la relación de respaldo de la moneda en bienes y servicios que seguiría siendo la misma que hoy existe, porque no variaría en lo más mínimo el poder adquisitivo de la población.

El viejo Peso Tradicional, al recuperar su lugar de moneda única de la nación, se cambiaría a 20 pesos por un dólar USD (lo cual conserva el descuento del 20 % y la relación 25 a 1 con el CUC). Bastaría luego con que las tiendas que cobran actualmente en CUC cambiaran los precios de los productos poniendo $ 57,50 pesos en el litro aceite de soya en lugar de los $ 2,30 CUC actuales y así sucesivamente, la debida conversión al resto de los productos. Por otro lado, las cuentas bancarias en CUC quedarían aumentadas en la misma proporción 25 a 1. Entonces, el que tiene hoy $ 1000 CUC pasaría a disponer de un haber de $ 25000 pesos.


En otras palabras, los únicos cambios que tendrían lugar es la eliminación de todo lo indebido, a saber:
- La existencia de dos monedas con mercados diferentes en un mismo territorio.
- El que el CUC tenga dos precios diferentes en un mismo lugar (CADECA): $ 25 pesos para comprarlos y $ 24 pesos para venderlos.
- Que al penetrar el CUC el mercado establecido para pesos tradicionales, se deformen aún más las relaciones del cambio debido, pasando a $ 23 pesos por $ 1 CUC y a $ 20 pesos cuando se trata de la fracción.
- Simplificación de la actividad comercial para el usuario al levantar las trabas que dificultan el acceso.
Digamos sí a una sola moneda, porque es viable, necesario y justo.
chavi_glez@yahoo.com

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