jueves, 5 de junio de 2008

El plan lechero de Raúl , Pablo Alfonso


El plan lechero del general Raúl Castro se nutre con las ubres de las vacas norteamericanas. Es una realidad desconocida para los cubanos de la isla y que manejan pocos expertos relacionados con el tema. Vayamos por partes.
Desde hace algunos meses la prensa castrista publica elogiosos artículos sobre el éxito del llamado “plan lechero de Raúl”. Dicen que ha hecho posible que los cubanos (con derecho para ese consumo) disfruten sin agobios un vaso de leche fresca cada día.
En esencia el plan lechero de Raúl, consiste en eliminar la compleja estructura organizativa del Estado para el acopio y distribución de leche en la mayoría de los municipios del país. Se trata de “vincular” a cada vaquero con un punto determinado de distribución de leche. Es decir, cada quien tiene asignada una tienda a la que debe llevar cada día su producción leche.
A los productores se les paga como promedio 2.50 pesos cubanos por litro de leche y además se les deposita en una cuenta bancaria especial $0.02 centavos de peso convertible.
Los sesudos planificadores del régimen destacan las virtudes del genio organizativo del general Raúl; explican cómo se han ahorrado miles de galones de combustible y racionalizado el uso del transporte para el acopio y la distribución del producto.
“Unos 700 mil litros de combustible economizó la industria láctea cubana en 2007 mediante la entrega directa por el sector cooperativo y campesino de leche fresca de vaca”, afirmaba el presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), Oscar Lugo Fonte, en un artículo reciente publicado en Granma.
Claro que, de la pasteurización del producto se dice poco. La leche “fresca” va directo de la ubre de la vaca a la boca del consumidor. Pero los cubanos tienen la costumbre de hervir la leche, “así que no hay problemas”, aclaró en un discurso el general Raúl.
Se dice también en la prensa oficial que “en los últimos meses del pasado año” el plan lechero de Raúl “permitió ahorrar más de 6,000 toneladas de leche en polvo cuya adquisición en otras naciones hubiera excedido los 30 millones de dólares considerando el precio promedio en el período de $5,000 dólares la tonelada”.
Hay algo que no se dice en la prensa oficial castrista sobre el plan lechero de Raúl. Parece que, además del éxito organizativo que supone la venta directa de leche sin la intervención del Estado –bautizada con el eufemismo de vinculación-, la leche que mana de las ubres de las vacas cubanas reciben el apoyo solidario de sus homólogas que pastan en los prados “del imperio”.
Lo demuestran las cifras oficiales del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Son públicas y están disponibles para cualquiera que pueda verlas en Internet.
Resulta que en el primer trimestre de este año, Cuba compró a Estados Unidos productos lácteos (principalmente leche en polvo) por valor de $2’621,000 dólares. La compra supone un aumento del 1,601.95% más que en el mismo período del año anterior, cuando apenas compró $154,000 dólares de leche en polvo.
Y no se trata de un simple incremento en el precio del producto, que ciertamente ha aumentado. Haga cálculos, saque usted las cuentas y podrá “descubrir”, con una simple operación matemática de cuántas toneladas más de leche en polvo estamos hablando.
Digamos que, cuando en febrero del 2007 comenzó a funcionar el plan lechero de Raúl, Cuba compraba a Estados Unidos unas 41 toneladas de leche en polvo…y un año después esas compras son ahora de 524 toneladas; tomando en cuenta –claro está-, los precios de ayer y de hoy.
La leche que se consume en Cuba, sobre todo la que se vende en las ciudades más populosas, se procesa hoy con leche en polvo estadounidense. Para dejar espacio a la duda, parece que los medios oficiales de prensa que se ocupan del tema, ignoran este detalle.
Debo añadir que Cuba aumentó la compra de productos agropecuarios en Estados Unidos en un 181.65% durante el primer trimestre del 2008, en relación con el primer trimestre del 2007. Además de la leche en polvo, ese aumento se reflejó en la compra de trigo y de pollo.
No tengo nada en contra de esas compras. Además de estar amparadas en la ley aprobada por el Congreso de Estados Unidos, de una u otra manera, sea con precios altos o subsidiados, los cubanos en la isla reciben su parte de beneficio por ese comercio.
Tengo una única objeción. Los consumidores cubanos tienen el derecho de conocer la procedencia de los productos que consumen.
La práctica de vender los productos importados, en envases que los identifican como “producto nacional”, tiene mucho de demagogia política. Quizás los trabajadores ideológicos, asalariados de la prensa oficial, podrían indagar sobre el tema.
Diario Las Américas
Publicado el 05-17-2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo, sin dar a entender que soy un experto en el tema de la leche, creo que lo único que Raúl sabe hacer con un vaso de leche es tomárselo.